Para empezar, se puede crear ilusión por el día sin necesidad de crear seres mitológicos. La historia se puede contar de forma que ilusione, y no es obligatorio mentir para eso. Igual que hay hadas, gnomos y repúblicas en los cuentos, sin que sea necesario que el niño crea en ellos.
Te ahorras así la desilusión posterior, la bofetada con la realidad. Que se puede sobrevivir a ella, también. Pero creo que hay que plantearse si el precio del disgusto compensa lo anterior, cuando lo anterior puede sostenerse sin necesidad de pagar ese precio.
Y por último, sigo diciendo que no lo hago, y si lo hago es sin querer. Y que lo que me sorprende es que sean los adultos los que se cabreen tantísimo. La excusa, la de siempre: "¿Es que nadie va a pensar en los niños?". Cuando, sinceramente, la troleada que les hacen los adultos la hacen sin pensar realmente en ellos, en los niños.