Yo salí del armario ante mis compañeros de universidad en el autobús de Budapest a Praga, viaje de estudios.
Me preguntaron que por qué el último día no había ido al mercadillo como todos y les conté que había tenido un encuentro sexual en los baños turcos del Balneario Gellert el 2º día de estar en Budapest, y claro, al día siguiente en lugar de ir al mercadillo quise repetir. Lo que era una confidencia a mi compañero de asiento acabó expandiéndose por todo el autobús entre apalusos y gritos de asombro.
Me sentí muy muy bien, arropado, comprendido, y ese día se acabó lo de medio esconder mi homosexualidad.