El CD ha muerto, ¡viva el vinilo!

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El CD ha muerto, ¡viva el vinilo!

vinilos.jpgCada día que pasa, los que preferimos tener la música que nos gusta en un soporte físico, somos un poco más friquis, al tiempo que la pérdida del aura de la obra de arte según Walter Benjamin se acerca a niveles próximos a la repanocha. Pero el pop es el pop y mi pasión por el soporte físico se corresponde simplemente con una suma de fetichismos: me encanta el disco de Of Montreal + me encanta el diseño del disco = el disco pasa a gustarme el doble. A la espera de que los libretos digitales puedan superar los de papel, con vídeos, pistas exclusivas gratuitas como las que publica Itunes habitualmente o sabe Dios el invento que nos espera, para mí, una carpeta con mp3 sigue sin poder competir con un CD.

A menudo, los que somos consumidores compulsivos de música tenemos que lidiar con argumentos como «yo no compro discos, me bajo las canciones que me molan del Emule y ya está»; pero es que los seguidores del vinilo han estado siempre incluso más lejos en esta carrera de marcianos. En algún momento de los 90 los lanzamientos dejaron de editarse primero en vinilo y luego en cinta, dando la hegemonía del mercado al CD, y dejando los 33 y 45rpm a cuatro colgados dj’s, mods y poperos tipo Elefant.

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Sin embargo, en los últimos meses, hasta los menos observadores se habrán dado cuenta de que el vinilo ha vuelto a grandes almacenes tipo la Fnac casi, casi por la puerta grande. Discos que ya todos tenemos como ‘Dummy’ de Portishead o ‘Automatic for the people’ de R.E.M. se vendían al público por un precio en torno a los 25 euros por aquello de «qué bonito queda» y «a ver si se oye distinto». Yo soy, obviamente, de los que ha picado con la moda y ya han caído unos cuantos. La maniobra comercial, una herramienta más en la lucha contra la piratería (los vinilos se copian en cinta, mientras que los cd’s se copian en cd) está pasando últimamente de lo anecdótico: no hay más que darse una vuelta por uno de los HMV o Virgin londinenses, donde no sólo la edición física está haciendo frente a las 0,79 libras de la descarga digital, sino que no hay nuevo single que no cuente con su edición en vinilo. Así, en este país de gran tradición y cultura de listas, se redondea la jugada: si te gusta mucho un grupo te descargas primero el mp3, después te compras el CD single y ahora además el vinilo con sus respectivas caras B, que no suelen coincidir.

A razón de 1, 2 ó 3 libras por single, uno pica. Dos de mis baladas retro favoritas de todos los tiempos, canciones ya para toda la vida, ‘Tears for affairs’ de Camera Obscura y ‘Back to black’ de Amy Winehouse llegan en vinilo en ediciones preciosas: la de Camera Obscura con una portada ES-PEC-TA-CU-LAR como podréis apreciar en la foto, y una versión de Abba en la cara B; la de Amy en un vinilo blanco con una remezcla ligeramente más rítmica y orquestada que la normal. El dueto de Nina Cardigans con Manic Street Preachers se vende a 1 libra (un paquete de tabaco vale 6): un regalo. El ‘You gonna want me’ de Tiga remezclado por Van She y el ‘I get around’ de Dragonette vienen en ediciones naranjas; el single de Dolores con una balada extra que nos hace olvidar, por suerte, lo que le gustan Evanescence. El ‘The Magic Position’ de Patrick Wolf, con una versión en directo de ‘The Libertine’ que ensalza todas las magias perdidas por haber; el rock del trallazo ‘Standing in the way of control’ de The Gossip (por cierto impagable portada de Beth Ditto desnuda en el NME de esta semana) nos devuelve al 7 pulgadas rock de toda la vida. Y si ya rebuscando descubres que Franz Ferdinand ha hecho una versión de ‘All my friends’ de LCD Soundsystem para el nuevo single de ‘Sound of silver’, te vas a casa dando saltos de alegría. Yo sólo le encuentro un inconveniente a todo esto: lo que escuchas en un tocadiscos no hay manera de que te cuente para Last FM. Por lo demás, que duren todos los fetichismos del mundo.

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