Te has hecho mayor para ciertas modas cuando entras a una discoteca, en este caso, la sala Razzmatazz de Barcelona, a ver a un grupo del que solo conoces una canción y el público grita, chilla, aúlla a su espera como si fuera la segunda venida de Cristo. La alienación es #real. The Chainsmokers es una de las formaciones musicales más populares del momento, especialmente en Estados Unidos, de donde provienen sus componentes, Andrew Taggart y Alex Pall, y donde ‘Closer’ con Halsey es la canción más exitosa del momento, pero también en España, donde esta misma canción ha alcanzado una nueva cumbre en la lista de éxitos de Promusicae (top 5) y donde sus fans se cuentan por treintenas, aunque todo hay que decirlo: la cantidad de norteamericanos y posiblemente canadienses que conté a la salida de la sala no era nada desdeñable (por cierto, las entradas llevaban semanas agotadas).
El caso es que The Chainsmokers es, ante todo, un dúo de DJs y tiene muy pocas canciones originales en el mercado, por lo que anoche no presentó disco sino que alternó estas canciones con su saber hacer ante las máquinas. El DJ set de The Chainsmokers se compone básicamente de canciones populares propias (‘Don’t Let Me Down’) o ajenas (canciones de Kanye West o Halsey, entre otros) remezcladas con ritmos trap brutones, martillazos dubstep y dancehall saltarín. Es la fórmula de siempre con la diferencia de que The Chainsmokers puede presumir de contar con varios hits propios bajo la manga con los que ha demostrado ser capaz de abordar el pop electrónico de moda con visión original y buenos ganchos.
Pero no se puede decir que su espectáculo enganche precisamente. Este está principalmente enfocado en el efectismo del subi-subidón acompañado de efectos especiales (disparos de humo, confeti) propio de un DJ set de Brunch in the Park solo que, en este caso, especialmente vulgar en su búsqueda más obvia e irreflexiva imposible de la euforia colectiva del público presente. Es un tipo de espectáculo con el que conecta naturalmente una generación que ha sido instruida en el brutalismo de Major Lazer y Skrillex (Jack Ü en su suma) y cuyo efecto precisamente se agota a los muy pocos minutos por el abuso que el dúo hace del mismo. El DJ set de The Chainsmokers entretiene al principio pero después asfixia y atonta porque es todo lo mismo.
‘All We Know’, el último single de The Chainsmokers, fue, por supuesto, celebrado al máximo. Es una buena canción, si bien el «playback» de Andrew Taggart dio algo de vergüenza ajena por innecesario. ¿A este punto hemos llegado en la búsqueda del autenticismo en el pop que un artista se siente en la obligación de coger un micrófono e interpretar un «playback» con la intensidad con la que abordaría un directo cuando el «playback» no podría ser más obvio? Ojo, que si lo hizo para dar algo de vidilla y variedad al concierto tampoco sirvió de nada. Eso sí, solo por las camisetas que The Chainsmokers vistió anoche, uno de TLC y el otro de ‘Blue Velvet’ de David Lynch, el dúo ya me ha caído bien… Ojalá su directo hubiera derrochado el mismo buen gusto. Foto: Instagram