La ciencia del sueño

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La ciencia del sueño

science-of-sleep-review-2.jpgLa solución está en los sueños. Ésta parece ser la conclusión a la que llega Michel Gondry al terminar su tercer largometraje, ‘La ciencia del sueño’, su obra más personal hasta la fecha y una de las más bellas historias de amor de los últimos años.

Stephane (Gael-García Bernal) es un joven que tiene serias dificultades para distinguir la realidad de los sueños; esto, que seguramente estará tipificado como enfermedad en la vida real, no es otra cosa que una de las mayores virtudes del protagonista, dotado también con una imparable imaginación y una creatividad portentosa. Recién instalado en la casa de su madre en París y atrapado en un trabajo alienante y aburrido, conoce por una confusión a su vecina Stephanie (Charlotte Gainsbourg) y a su amiga Zoe; en un principio se muestra interesado por la amiga pero finalmente se da cuenta de que su tocaya y él no sólo comparten el mismo nombre sino también la misma capacidad de imaginar. Stephanie es su alter ego y no tarda mucho en enamorarse perdidamente de ella pero, dolida por el inicial interés del chico en su amiga, se niega a aceptar su amor. Es entonces cuando Stephane recurre con más razón que nunca a su fuente de inspiración para conquistarla: sus sueños.

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La estética onírica y naïve tan propia de Gondry se triplica en este film, con objetos tan bellos como imposibles: una máquina de escribir de tela con teclas de botón, grifos que en vez de agua expulsan papel celofán azul y blanco, arcas de Noé de fieltro con plantas dentro, cámaras hechas con cajas de cartón… Tan bellos e imposibles son también los protagonistas (Stephane, tierno, tímido e infantil; Stephanie, más seria, solitaria e introvertida) que su historia de amor termina por parecer real. Arropados por unos secundarios tan deliciosos como ellos -el compañero de trabajo obsesionado por el sexo, la pareja de gays chico y chica, la amiga Zoe…-, los Stephans construyen su historia como un espejismo del cual el espectador no quiere despertar. Una joyita de película. 8

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