Discos de la década: Camera Obscura

Diez años después de empezar a funcionar como banda, los escoceses Camera Obscura editaban su tercer álbum de estudio en el sello español Elefant, ‘Let’s Get Out of this Country’. Una de las joyas que nos brindó 2006, de una banda que ha sobrevivido a modas electrónicas o rockeras de este principio de siglo, dejando a un lado poses pretenciosas en su línea soft pop de aires clásicos. En nuestro país hemos tenido la suerte de verles en directo en numerosas ocasiones, en festivales, en escenarios grandes y medianos. Estos días pasan de nuevo por aquí, presentando su último álbum ‘My Maudlin Career‘. Hoy, jueves 5 de noviembre en La Casa del Loco en Zaragoza, mañana día 6 en Salamanca y el sábado 7 en Valladolid (estas dos fechas enmarcadas dentro del interesante Two Day Festival), el domingo 8 en la sala Heineken de Madrid y el lunes 9 en la Apolo de Barcelona.


En 2006, el año de ‘Let’s Get Out of this Country’, era evidente que la banda había llegado a una cima hasta ese momento no alcanzada y además respondía divinamente ante un público muy exigente que tenía muy claro lo que cabía esperar de ellos. Ese año y los meses que siguieron a la edición del LP, nos emborrachamos de Camera Obscura hasta ese estado de incredulidad en el que sabes que una canción no puede ser más perfecta y su mensaje, en su sencillez, no puede llegarte más dentro. Su amor por España y la relación tan cercana con el sello Elefant, facilitó bastante las cosas para fomentar esa unión con el público y que las canciones de ‘Let’s Get Out of this Country’ se convirtieran en clásicos indiscutibles del pop de nuestros tiempos.

El primer single del LP, ‘Lloyd, I’m Ready to be Heartbroken’, llegó como agua de mayo (justo en ese mes, además) a los fans y gracias al videoclip realizado por Domingo González (que ya había trabajado en vídeos de La Casa Azul) consiguió captar otras miradas con su luminosidad y desenfado colorista y juvenil. Una carta de presentación del álbum que anticipaba el éxito del mismo tanto en Europa como en América, donde ese año también estuvieron de gira.

Las historias de amor de sus canciones no cuentan nada que no se haya oído ya. Pero las composiciones se convierten en apetecibles aventuras, sin las ataduras que nos plantea la vida adulta, para vivir el amor y las relaciones desde el espíritu desenfrenado de un adolescente sin complejos. Al mismo tiempo, aparecen emociones encontradas, desde el miedo por la posiblidad de caer al vacío sin saber realmente cómo uno ha llegado hasta allí o de verse perdido sin saber qué hacer. El miedo a ser completamente feliz y a asumir el riesgo a perderlo todo -y no precisamente lo material- paradójicamente cada vez más presente en la edad adulta, se deja ver en temas como ‘The False contender’, ‘Razzle Dazzle Rose’ o el dedicado a la poetisa y cantautora Dory Previn.

Entre esta sucesión de meláncolicos hits encabeza la lista el indiscutible grower ‘Tears for Affairs’. Un bonito tema que recuerda a la mejor Skeeter Davis de los años 60. A medio camino entre la balada europea y el clásico pop-folk de los tiempos gloriosos de Carole King, se queda grabado para siempre y según el día que tengas, te puede arrancar tanto una lagrimilla como la más irónica de las sonrisas.

Lo bonito del ‘Let’s get Out of this Country’ es que, una vez se ha terminado de oír entero, con el corazón más o menos encogido, se puede volver a la primera pista y activar una especie de reset en las emociones y gritar, como en el corte que da el nombre al LP, «estoy harto de todo, ¡larguémonos de aquí!». «Let’s get out of this country / I’ll admit I am bored with me / I drowned my sorrows and slept around / When not in body at least in mind / We’ll find a cathedral city / You can convince me I am pretty».

Han pasado los años y han llegado, con la expectación correspondiente, nuevos trabajos con los que se han reforzado como banda y nos han convencido de que lo que hacían iba en serio. Algunos nos sentimos muy afortunados de ser contemporáneos de Tracyanne y los suyos y haber sido testigos en primera fila de la magia de canciones como las suyas, las que perduran toda la vida.

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Publicado por
Angèle Leciel