La idea de trabajar juntos de Danger Mouse, últimamente famoso por su trabajo en Gnarls Barkley, y Sparklehorse, viene de los tiempos de ‘The Grey Album’, el famoso mash-up entre el disco blanco de los Beatles y el negro de Jay-Z. La admiración hacia Danger Mouse llevó a Sparklehorse a pedirle que colaborara en su disco de 2006 ‘Dreamt for Light Years in the Belly of a Mountain‘, apareciendo en las programaciones de los dos primeros temas del álbum, ‘Don’t Take My Sunshine Away’ y ‘Getting It Wrong’, y abriendo la puerta para lo que terminó siendo el sonido de ‘Dark Night Of The Soul’.
En este disco compuesto y producido entre ambos artistas, aparecen una serie de colaboradores especiales, desde habituales de Linkous como Nina Persson de los Cardigans, que cantó en un disco de Sparklehorse, y a la que ayudó en su primer disco como A Camp siendo circa 2001 casi un miembro más de su banda; hasta otros más inesperados como Julian Casablancas o Suzanne Vega, que protagoniza la preciosa ‘The Man Who Played God’, a medio camino entre PJ Harvey y los R.E.M. de ‘Tongue’.
No parece casualidad que sea Wayne Coyne de Flaming Lips quien abra el disco cantando sobre el significado del dolor («El dolor supongo que es cuestión de sensaciones, pero de alguna manera tienes una forma de evitarlo»). Linkous contó con Dave Fridmann, famoso productor de Flaming Lips y Mercury Rev, también en ‘It’s a Wonderful Life’ y ese es el sonido que manda en ‘Dark Night Of The Soul’, perfeccionado por Danger Mouse, un gran experto en programaciones envolventes.
A los mismos terrenos llevan a Jason Lytle de Grandaddy y a James Mercer de The Shins, que en el momento de grabación y primera publicación por internet de este disco, aún no había publicado nada con Broken Bells, probablemente resultando el fantástico y sucio tema ‘Insane Lullaby’ una inspiración para su proyecto paralelo.
Escuchamos a Julian Casablancas en ‘Little Girl’, que tiene de su carrera en los Strokes y de su carrera en solitario; a Iggy Pop al frente de la glam ‘Pain’ (atención al uso de la palabra «lust») o a Black Francis en ‘Angel’s Harp’, y uno puede preguntarse cuál es el hilo del álbum entre tanta colaboración, pero está muy claro. Gruff Rhys cantando con cierta sorna sobre el último superviviente de la Tierra arrastrándose en un mundo que se oxida o Jason Lytle sobre un perdedor que gana por una vez pero resulta estar soñando, nos dan el denominador común sobre todos estos artistas. Todos son observadores de la realidad que en sus carreras han teñido sus canciones de una sensibilidad especial, entre la tragedia y la inadaptación. David Lynch, aparte de las fotos, aporta su típica letra llena de monosílabos y frases cortas, sobre un amor perdido, ya inalcanzable en el firmamento. ¿Es surrealista la búsqueda de la felicidad? El «Augurio Desalentador» que aparece hacia el final del disco, grabado por Vic Chesnutt meses antes de su propia muerte, no deja mucho lugar a la esperanza.
Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Revenge’, ‘Star Eyes’, ‘Daddy’s Gone’, ‘The Man Who Played God’
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