Klaus & Kinski / Herreros y fatigas

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Klaus & Kinski / Herreros y fatigas

Klaus & Kinski han sabido hacer del eclecticismo su seña de identidad. Desde que Alejandro Martínez y Marina Gómez Carruthers se sumaran a la historia del pop español en 2008 con ‘Tu hoguera está ardiendo‘, tocando el bolero, el noise o el country, son pocos los que esperan de ellos que se concentren en un estilo concreto. Si ‘Tierra, trágalos‘ en 2010 añadía la música disco o el pasodoble, siempre espléndidamente ejecutados, ‘Herreros y fatigas’ sigue abriendo nuevas vías como la habanera o el krautpop, y además perfecciona su sonido más convencional en las pistas que podríamos considerar más cercanas al indiepop. No es su disco más orquestado, ni el más guitarrero, ni el más electrónico, ni el más clásico, pero cada una de estas vertientes toma más protagonismo en algún momento durante el desarrollo de este nuevo larga duración.

Como ejemplo, uno de los grandes «growers» del disco, ‘El día de los embalsamados’, que versa sobre un encuentro con un fantasma. Klaus & Kinski ya han hecho temas en los que se alternaban rock y electrónica con anterioridad. ‘Brilla como una estrella’, ‘Crucifixión, la solución’ y ‘Eres un sinvergüenza’ podrían ser algunos de sus precedentes, pero este nuevo corte número 3, emparentado también con ‘Muerte en Plasencia’, encaja mejor que ninguno guitarras, teclados y cuerdas, al tiempo que produce un estribillo amargo y escalofriante pero pegajoso, marca de la casa, que pasa de «se va a acabar, todo esto se va a acabar» a «se va a pudrir, todo esto se va a pudrir». Una desesperanza tragicómica que volverá a aparecer en ‘La pensión’ o en ‘Poderoso caballero’, el estupendo country de este disco, un nuevo ejemplo de crisis existencial lleno de «ansiedad e incertidumbre», capitalismo y desencanto.

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En medio de la decepción por el mundo que nos rodea, y que nos lleva a la triste rendición final con ‘Buceador’, encontramos momentos llenos de cinismo y humor, como el single ‘Ojo por diente‘, ‘Dos males tienes’ («Vas a hacer la cola de los males a donde los van a dar a repartir, y te quedas varios sólo para ti») o la cita a Ángel Cristo de ‘Cumbres profundas’ (homenaje a ‘Only Shallow’ de My Bloody Valentine). Incluso ‘In The Goethe’, una de las composiciones más hermosas de esta era, esconde cierta sorna con ese romanticismo imposible de los enamorados que quieren morir de amor («unos muy escogidos poemas leerte yo, tosiendo sangre, prediciendo el final, en un pañuelo, bordado con mi inicial»).

Junto a esta aparecen un par de canciones igualmente afiladas que también pueden asociarse a nuestro folclore. ‘Soneto’, cuya letra aparece en el CD impresa como tal, bebe evidentemente de la tradición, pero incorpora elementos noise, resultando uno de los temas del grupo donde mejor casan lo popular y lo noventero. Por su parte, ‘Sacrificio’, guiada por un fantástico piano de cola a cargo de Antonio José de Vicente-Yagüe, es mucho más clásica, o al menos hasta que opta por otro final sangriento (feliz). Dos nuevas joyas irresistibles en un delirante suma y sigue. ¿Cuántas canciones perfectas tiene el dúo ya?

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Hay un par de composiciones algo menos acertadas, como ‘Daño cerebral’ o ‘Relatividad general’, si bien cada una de ellas explora campos semánticos poco transitados en el pop (la biología, la moral o la física), y por tanto terminan resultando interesantes. Y es que aunque cuando nos enfrentemos a algo como ‘Buceador’, tengamos la sensación de que Klaus & Kinski se exceden en minutaje, en este caso para cerrar como siempre con una canción ambiental, algo, cuando no son las letras es la espectacularidad y la desolación de los arreglos, bloquea la sensación de descarte.

Klaus & Kinski habían puesto el nivel demasiado alto y hasta podríamos haber pensado que les iba tocando tropezar, pero en absoluto. Quizá beneficiados porque han empezado en esto sin ser precisamente unos adolescentes, vuelven a sorprender desde los primeros segundos del disco. ‘Contrato’, su canción más Stereolab, contiene un sonido que no puede ser más adecuado para su temática política y para la portada diseñada por Marina con inspiración «soviet». Mientras, el corte inicial, ‘La duda ofende’, desde ya uno de sus grandes himnos, mantiene la inspiración disco de ‘Forma, sentido y realidad’, pero en este caso de manera más comedida, menos petarda y más elegante. Antes de su segundo estribillo, las cuerdas de Pilar Crespo, sólo un aviso de las grandes emociones que se nos vienen encima durante la siguiente hora de álbum, dan lugar a uno de los momentos más espectaculares de la carrera del grupo. Eso, a estas alturas ya es mucho decir.

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Calificación: 8,6/10
Lo mejor: ‘La duda ofende’, ‘El día de los embalsamados’, ‘In The Goethe’, ‘Sacrificio’
Te gustará si te gustan: Claustrofobia, Stereolab, Vainica Doble, My Bloody Valentine
Escúchalo: Deezer

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