Dead Can Dance / Anastasis

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Dead Can Dance / Anastasis

La lista de grupos que regresan después de años con un disco horrible, o peor, anodino, que sólo sirve como excusa para la realización de una gira, es tan larga que daría para un especial. No es el caso de Dead Can Dance, la banda creada en Australia a principios de los 80 y que se convirtiera durante los primeros años 90 en el grupo más vendedor del mítico sello 4AD (This Mortal Coil, Cocteau Twins). Sus integrantes principales Lisa Gerrard y Brendan Perry se divorciaron en el 89, pero lograron aguantar con éxito hasta 1996, reuniéndose en 2005 para una gira especial. ‘Anastasis’ se ha publicado este verano, siendo su primer disco de estudio en 16 años (hay esperanza para los fans de Stereolab y Sonic Youth).

Sería demasiado fácil pensar que con el título de esta entrega («resurrección» en griego), Dead Can Dance se refirieran a su propio regreso. El dúo mira sin lugar a dudas hacia sí mismo en ‘Anastasis’, pero sus letras no dejan de hablarnos sobre la vida, llevándonos a pensar que esa resurrección no es otra que la que necesita el mundo con el que se han encontrado cuando se han encerrado para volver a grabar. Es curioso que una de las palabras más repetidas del disco, que aparece en la mayoría de temas que interpreta Brendan, sea «recuerdos» («memories»). Podríamos argumentar que es una injusticia que en algún momento nos hayamos olvidado de los autores de ‘Within The Realm of A Dying Sun’ y ‘The Serpent’s Egg’, de su exótica aportación a la historia del pop desde su reinterpretación de canciones medievales del siglo XIV o la exploración de sonidos orientales y africanos, años antes de la fiebre afroindie y desde un prisma mucho más espiritual y místico. Pero ‘Anastasis’ no parece un disco exclusivamente introspectivo y personal cuando plantea preguntas tan universales y ambiguas como «¿realmente puedes planear un futuro cuando ya no tienes un pasado?» o arranca un tema con la frase «vi la manifestación del Día del Recuerdo», como sucede en el corte hábilmente titulado ‘Amnesia’.

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Podríamos decir que ‘Anastasis’ llega en el mejor momento posible, cuando por un lado el público está más pendiente de las novedades musicales que nunca pero más distraído de las influencias de sus discos favoritos que nunca; y por otro cuando la conciencia social parece estar al fin despertando sobre la decadencia de Occidente después de años de conformismo. Sin embargo, cualquier momento habría sido válido para disfrutar de estas canciones que, más allá de coartadas intelectuales, pueden ser comprendidas por cualquiera, y que han sido perfectamente arregladas, compuestas, producidas y tocadas por los dos miembros del grupo casi en su totalidad, con la excepción de un daf iraní que aparece en ‘Opium’, sólo uno de los múltiples instrumentos poco comunes que suenan en el álbum.

Al carácter poético y melancólico, lleno de aristas, de las composiciones de Dead Can Dance hay que sumar obviamente la excelencia de las voces de sus protagonistas, que apenas se mezclan en la rara avis ‘Return of the She-King’, como es habitual. Brendan es protagonista de cuatro de las canciones y Lisa de las otras cuatro. Las de ella tienen una inspiración más oriental, y las de él, graves, podrían haber sido obra de un Johnny Cash buscándose a sí mismo en un país más dejado de la mano de Dios que los demás. Ambas vertientes casan a la perfección gracias a cierta sobriedad que se echaba de menos en su último disco hasta la fecha, ‘Spiritchaser’, donde cabían incluso guiños a la bossa o a la música española. ‘Anastasis’, que ha sido grabado en el mítico estudio Quivvy Church de Brendan en Irlanda, una especie de iglesia que también ha servido como hogar (indispensable ver foto), está mucho más concentrado, con pasos tan firmes como el fantástico arranque de ‘Children of The Sun’, el fantástico cierre de ‘All In Good Time’ o la evocadora ‘Anabasis’.

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No es de extrañar que absolutamente todas las pistas formen parte del setlist de la gira que este lunes llega a Barcelona. ‘Anastasis’ no es sólo un disco a la altura de su discografía, sino sobresaliente y aún original para los tiempos que corren y perfectamente comprendible por las nuevas generaciones, aquellas que en estos 16 años se han dejado seducir por la extraña sensualidad de los últimos Massive Attack o The Knife / Fever Ray.

Calificación: 8,5/10


Lo mejor: ‘Opium’, ‘Return of The She-King’, ‘Anabasis’, ‘Children of the Sun’

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