‘Post Tenebras Lux’: Reygadas nos pone la cabeza loca

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‘Post Tenebras Lux’: Reygadas nos pone la cabeza loca

post-tenebras-luxCon solo cuatro películas en su haber, el mejicano Carlos Reygadas se ha convertido en uno de los cineastas más aplaudidos (y discutidos) de la actualidad. En Cannes le adoran: ganó la Camera d’Or con su debut ‘Japón’ (2002), escandalizó a la Croisette con las felaciones de ‘Batalla en el cielo’ (2005), ganó el Premio del Jurado con esa invocación a Dreyer titulada ‘Luz silenciosa’ (2007) y, por último, hace dos años consiguió la Palma de Oro al mejor director con ‘Post Tenebras Lux’.

Dos paradojas: 1) Reygadas ha conseguido su mayor reconocimiento con la que quizá sea su película menos lograda, y 2) su película más floja contiene algunas de las imágenes más poderosas de su filmografía. ‘Post Tenebras Lux’ es un filme desconcertante, disperso, errático. Una historia con una carga alegórica y simbólica tan extrema que bordea constantemente el ridículo (por no decir que cae de lleno con la aparición de ese diablo fosforescente vestido de fontanero).

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No vamos a afirmar, como dice con mucha gracia el crítico de Variety Jay Weissberg, que hay que tener la “proverbial paciencia de Job” para ver esta película (el título es una cita de un pasaje bíblico del libro de Job), pero sí diremos que ‘Post Tenebras Lux’ no es ni la mitad de bella, impactante y emocionante que sus anteriores películas. Y eso que el comienzo no puede ser más prometedor. Como si de una continuación de ‘Luz silenciosa’ se tratara, vemos a una niña pequeña caminando entre perros y caballos por el fondo de un valle embarrado mientras el cielo va oscureciéndose y amenaza tormenta. Una secuencia de una arrolladora potencia visual, rodada en formato cuatro tercios y con los bordes desenfocados, que demuestra la capacidad de este director para crear imágenes poéticas y trascendentes.

Pero luego llega la oscuridad. Cuenta Reygadas que ‘Post Tenebras Lux’ es una historia semiautobiográfica sobre sus sentimientos, sueños, esperanzas y miedos. Pues bien, poco (muy poco) de todo eso se trasluce en la película. La sensación del espectador ante lo que ocurre y les ocurre a los personajes, por muy trágico y oscuro que parezca, es de indiferencia. Una orgía en una sauna francesa, un partido juvenil de rugby, reuniones de la alta sociedad mejicana, el diablo iluminado “llamando a tu puerta”, alcohólicos anónimos con ganas de arrancarse (literalmente) la cabeza… Hay muy poca luz después de estas tinieblas. 6,9.

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