En España nos estamos acostumbrando a que esos artistas que de repente aparecen en los medios que seguimos sean unos completos desconocidos o casi en nuestro país. Porque Delorean y El Guincho no pueden quejarse de no haber recibido atención mediática en España antes de ser rescatados en el extranjero, pero no es que sean precisamente proyectos que cualquier ciudadano de nuestro país pueda mencionar, como sucedía cuando Los Bravos, Los del Río o Las Ketchup vivían sus «one hit wonders» o con Julio y Enrique Iglesias, verdaderos superventas más allá de un éxito suelto.
El fenómeno de Delorean y El Guincho es por supuesto diferente. Cuando decimos que eran reivindicados fuera de nuestras fronteras, nos referimos a la prensa especializada: sus álbumes jamás aparecieron en el Billboard estadounidense ni en las listas británicas ni por asomo. Sin embargo, ese interés internacional sí les permitía realizar algunas giras por estos y otros países, ampliando horizontes. Teniendo en cuenta la situación de la industria en España, donde el techo comercial de un proyecto así es vender un par de miles de discos, llenar con mucha suerte una sala en Madrid, otra en Barcelona y en alguna ciudad más, arriesgarte en el resto y tocar en algunos festivales, por pocas copias o fechas que te aporte un gigante como Estados Unidos, ya resulta significativo. Desde Mushroom nos confirman que ‘Subiza‘, por ejemplo, vendió «mucho más fuera» que dentro de España.
El fenómeno de la exportación de artistas se reforzaba con John Talabot, gran amigo de The xx y en muchas ocasiones telonero (además, arrastrando por el camino a su amigo madrileño Pional), y ahora se aleja de la electrónica con una reivindicación del indie nacional que nos ha pillado completamente por sorpresa.
Cuando nos estábamos convenciendo de que los sonidos balearic, la relación de la música electrónica con Ibiza y los parajes mediterráneos eran lo que hacía a los mencionados artistas sonar tan singulares en el extranjero, nos hemos encontrado con una banda de Madrid como Deers estrenando sus cosas en Gorilla vs Bear y apareciendo regularmente en el NME, y a los catalanes (hay un chico) Mourn siendo entrevistados en la sección «Rising» de Pitchfork. «Todavía no nos hemos creído que esto sea verdad», terminaban diciendo dos de las componentes en este último encuentro.
La sorpresa viene de que para alguien atento a las tendencias, no es precisamente una novedad que en España se haga indie-rock noventero: en el underground siempre ha habido cosas parecidas emergiendo bajo las piedras. Cuando conocimos a Deers a través del concurso de bandas emergentes de Converse, Make Noise Malasaña, por supuesto las destacamos entre nuestras favoritas, pero nunca se nos habría ocurrido que fuera algo que se pudiera exportar. Sin embargo, tanto las «ciervas» como Mourn encajan perfectamente en la reivindicación rockera que Pitchfork ha intentado poner de moda este año, elevando a la categoría de «best new music» cosas tan llenas de «girl power» como White Lung
y Perfect Pussy, quizá en relación al pelotazo pegado el año pasado por Savages.Entre todo este entusiasmo, cabe preguntarse también si la celebración del Primavera Sound tendrá algo que ver. El gigantesco festival, que desde hace un par de años se mira cara a cara con Glastonbury o Coachella programando a más de cien artistas de moda por edición, no tiene similar en todos los países de Europa. Fruto de la presencia de la prensa internacional en Barcelona, es normal que algún grupo termine llamando la atención, como sucedía con Oso Leone que, en los meses posteriores al festival, aparecían en Pitchfork TV y reseñados con un 8 en uno de nuestros blogs favoritos, The Line of the Best Fit.
Medio por cierto que también ha sacado a The Parrots y acaba de entrevistar a Deers, recomendando también a Trajano!, Full Frontal Nudity y Novedades Carminha. A Deers les han extraído esta jugosa declaración sobre su repercusión en España. Habla la bajista, Ade Martin: «No les interesa demasiado. No nos prestan tanta atención como en Inglaterra. Es como una pecera, como una burbuja, ya sabéis lo que quiero decir. Todo el mundo habla de lo mismo, las mismas bandas de siempre, nadie se arriesga». La co-fundadora Carlotta Cosials añade: «No confiamos en la prensa en España, no confiamos en la gente que escribe. Los grupos no tocan fuera de España tanto, viven en esa burbuja. Una de las preguntas que nos hacen en España es por qué cantamos en inglés. No fue verdaderamente una decisión. Las palabras en inglés nos salen cuando empezamos a escribir canciones. Es el lenguaje de la música que escuchamos».
Las chicas tienen razón en que los grupos que cantan en inglés han sido históricamente asediados con esta cansina cuestión, cuando es muy normal que un grupo sueco utilice este idioma (y todos sabemos que el inglés de la islandesa Björk no ha sido siempre precisamente perfecto). Sin embargo, en mi opinión, se equivocan sobre el lugar en el que ponen el foco: no es la prensa, este es el décimo artículo en que mencionamos a Deers y están siendo apoyadas por supuesto por Radio 3, entre otros muchos medios. A falta de que El País Semanal les dé una portada, el problema -si lo hay, si realmente no se está prestando tanta atención a estas bandas- es un público algo holgazán incapaz de ver más allá de grupos en la onda de Vetusta Morla, Lori Meyers o Izal. Actualmente, si no suenas parecido es muy difícil (aunque no imposible, como veremos en unos días) que te abras un verdadero camino para poder vivir de tu música. ¿Se refieren, quizá, Deers, a eso?
Por otro lado, hay cierto tipo de público especializado más preocupado por las aportaciones experimentales de Sau Poler, bFlecha o beGun que por el enésimo regreso al indie-rock. En un mundo en que ya no hay fronteras y saliéndonos de la dominación UK-USA, supongo que hay gente a la que le resulta más excitante que un artista venezolano haya terminado produciendo a Björk, tras trabajar con FKA twigs.
Ojalá todo el mundo, de todas formas, termine por darle a todas estas propuestas una oportunidad, al menos.