‘Under the Skin’: el talento extraterrestre de Jonathan Glazer

¿Por qué no se ha estrenado ‘Under the Skin’?

Ni siquiera el desnudo integral de Scarlett Johansson ha servido para que las distribuidoras españolas estrenen una de las grandes películas de la temporada, un esperadísimo título que ha encabezado listas de lo mejor del año como la de Cahiers du Cinéma o Sight & Sound. Menos mal que se ha podido ver en varios festivales (Sitges, Gijón), sobre todo porque es una película para disfrutar en una buena sala de cine (descargada pierde mucho).

Con solo tres películas –además de ‘Under the Skin’, la electrizante ‘Sexy Beast’ (2000) y la magnética ‘Reencarnación’ (2004)-, más un buen puñado de obras maestras del videoclip -‘Rabbit in Your Headlights‘ (UNKLE), ‘Virtual Insanity‘ (Jamiroquai), ‘Street Spirit‘ (Radiohead)- y varios anuncios que nos dejaron con la boca abierta (el de Levis, el de Sony Bravia, o el de los surfistas de Guinness), Jonathan Glazer se ha convertido en uno de los directores más estimulantes y singulares del audiovisual contemporáneo.

Cuando se anunció que el director británico iba a rodar la adaptación de ‘Bajo la piel‘ (Anagrama), el extraordinario debut literario de Michel Faber, quien esto escribe ya tenía un objetivo más para levantarse cada mañana: contar las horas que faltaban para su estreno. Ese día, el del estreno comercial, no ha llegado –ni llegará-, pero no ha habido que esperar mucho para poder verla en los festivales españoles desde que se presentara en Venecia a finales de agosto. Algo es algo.

La piel que habito

Cuando la expectativas son tan altas, la decepción está casi garantizada. Casi. ‘Under the Skin’ es la excepción. No solo las cumple, sino que las supera. Como toda buena adaptación, Glazer no se limita a ilustrar y resumir el libro, sino que ofrece una visión muy personal del mismo. No sigue la letra, sino su espíritu. Solo con ver la elección de Scarlett Johansson (Brad Pitt fue la sorprendente primera opción) y su caracterización (algo alejada del personaje de la novela), ya sabíamos que el director había hecho suya esta historia. Lo que no esperábamos es hasta qué punto.

Ni ‘Interstellar‘ ni el díptico ‘Nymphomaniac‘. La experiencia audiovisual más sorprendente y subyugante de este año ha sido ‘Under the Skin’. ¿La razón? Dos. La atmosférica y perturbadora banda sonora compuesta por Mica Levi (Micachu), que se está hartando de ganar premios, y la arriesgada puesta en escena elegida por Glazer. El director decide narrar la historia de esta extraña mujer que recorre en coche las Highlands escocesas recogiendo autoestopistas combinando dos opciones estéticas completamente opuestas, dos texturas visuales casi antagónicas: escenas callejeras rodadas con cámara oculta junto a unas estilizadas secuencias de inspiración kubrickiana. De este choque, de esta tensión visual, surge la enorme belleza, misterio y extrañeza que desprenden las imágenes de esta película.

El director consigue que veamos el mundo con los mismos ojos que los de su protagonista, una hipnótica, fabulosa Scarlett Johansson; con su misma mezcla de desconcierto, fascinación y extrañamiento. Ocultos bajo su piel, sentimos la mirada lasciva de un autoestopista, la desinteresada amabilidad de un transeúnte, la dolorosa incredulidad de un veinteañero deforme que se esconde del mundo («¿estoy soñando?»), el acoso de un violador o el amor de un hombre con quien la protagonista comparte autobús y soledad.

Con un dominio de la elipsis apabullante, Glazer nos cuenta una historia de ciencia ficción absorbente y turbadora. Pero también una historia de amor, y de terror, y de erotismo, y de existencialismo. La película es de una enorme riqueza visual. Está plagada de imágenes provocativas, sugerentes, inolvidables; de encuadres llenos de recovecos poéticos y rincones misteriosos. Si parte del placer de ver una película es vivir una experiencia que no se parezca a ninguna otra, de poder visionar imágenes nuevas (o viejas vistas desde una perspectiva que las renueven), ‘Under the Skin’ sería algo así como un shiatsu cinematográfico, una gratificante experiencia audiovisual que se merece un diez si no fuera por algunos, pequeños aunque evidentes, bajones de ritmo. 9,5.

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Publicado por
Joric