Y es una pena porque ‘Doing It’ ya estaba bien como estaba… de igual manera que hay artistas a puñados que, para el sector más conservador de sus seguidores, «ya estaban bien como estaban». Que se lo digan a Ellie Goulding: un año después de que analizáramos su ascenso a la cima el pop gracias a hits como ‘Burn’ (que ya tenía poquísimo que ver con la Ellie que conocíamos en principio), la cantante pone banda sonora a una de las películas más esperadas del año, ’50 sombras de Grey’, y lo hace con una edificante y emotiva composición de Max Martin que apunta a convertirse en uno de los grandes hits de 2015. «¿Dónde ha ido la chica con la guitarrita que hacía electropop delicado en ‘Lights‘?», deben de estar preguntándose mucho de sus fans en estos momentos.
No hay absolutamente nada de malo en la búsqueda del éxito comercial. A todos nos gustaría hacernos igual de ricos o ricas que Ellie o que Ed Sheeran, que tras el éxito de su primer disco folkie sucumbió a las redes de Pharrell en ‘x‘ para finalmente convertirse en la estrella semiglobal que es hoy en día, en todo un superventas; o revolvernos en los millones de los que está disfrutando actualmente Taylor Swift gracias a su reinvención pop en ‘1989
‘. ¿Y quién puede culpar a Jessie Ware de querer escribir con el mismo Sheeran el que ha terminado siendo el mayor éxito de su carrera, ‘Say You Love Me’ (14 millones de escuchas en Spotify, ya por encima de ‘Wildest Moments’)?Es una lástima, sin embargo, que algunos de estos intentos por encontrar el éxito se antojen tan desesperados. Charli XCX y Rita Ora es el último de una serie de casos que nos han avergonzado en los últimos años, empezando por la desesperadísima Madonna al acecho de las nuevas generaciones entre colaboraciones con Pharrell, Justin Timberlake, Martin Solveig o Nicki Minaj, y continuando por el innecesario dueto de Rihanna y Britney Spears que empujó ‘S&M’ al número uno de las listas norteamericanas cuando se encontraba inamovible en el top 3. El mismo espacio que terminó ocupando ‘Till the World Ends’ de Britney cuando ella o su equipo decidieron que era buena idea sacar una remezcla con Nicki Minaj y Ke$ha para darle un último empuje en el Hot 100. La desesperación era tan evidente que hubo de sacarle los colores hasta a Katy Perry, reina de las desesperadas por excelencia.
De nuevo, a nadie debería importarle que FKA twigs se desnude o que Nicki Minaj haga dance o que Nelly Furtado se pase al R&B. Pero, con un poco de visión, la búsqueda del éxito que todos en este mundo anhelamos de alguna manera u otra podría resultar, en estos músicos, menos evidente. La solución quizás resida en tratar de encontrar un balance entre el sonido de cada uno y el que el público consume masivamente, para así enriquecerse sin tener que sacrificar la identidad. A Charli y Sheeran, pese a lo evidente de sus propósitos, les ha salido bien. A Taylor, en mi opinión, no tanto (musicalmente hablando). Pero, vaya, que a Björk en su colaboración con Timbaland no se le notaron tanto las costuras…