Hoy hace un mes que murió David Bowie dejando una discografía vibrante, que ha cautivado a varias generaciones y conquistará también seguramente a las venideras. Sin duda alguna son sus prolíficos años 70 los que más unanimidad y entusiasmo han despertado entre crítica y público. No en vano, a su muerte, han sido canciones como ‘Heroes’ y discos como ‘Hunky Dory’ los que han vuelto a las listas de éxitos. Pero todas sus etapas -incluso las más duras- tienen alguien que las reivindique como vemos en este especial en el que la redacción ha calificado su obra en busca del mejor disco de David Bowie. No hay grandes sorpresas en el ránking, aunque lo interesante ha sido el camino.
16º ‘David Bowie’ (1967)
Si «Ziggy Stardust» es el mejor disco de David Bowie para la redacción, puede entenderse el sendero hacia esa obra maestra como gradual y paulatino, con los dos primeros álbumes prácticamente empatados en nota (este tiene tres centésimas más, pero la mitad de votos, muestra del desinterés que siempre ha generado) y los siguientes resultando cada vez algo mejores que el inmediatamente anterior.
El debut del artista, homónimo, no ha despertado grandes pasiones nunca, ni se considera una de sus obras capitales (igual le pesa la maldición de haber salido el mismo día que ‘Sgt Pepper’s’ de los Beatles), pero Sebas E. Alonso lo defiende. «Probablemente esté demasiado marcado por sus influencias o por esa búsqueda de sí mismo en la que había deambulado por la escena mod, el musical, etcétera, pero suena como todo un precedente de lo que han sido después The Divine Comedy o Adam Green. Bowie lo grabó con 19 años, y su voz ya suena firme y segura. Se abre con una canción sobre ese tío Arthur que aún lee cómics, mostrando un gran sentido del humor y un retrato de la época de los que tanto gustarían tres décadas después en la era brit-pop a Blur. Hay vals muy monos (‘Little Bombardier’) y canciones chulas al margen de los singles ‘Rubber Band’ y ‘Love You Till Tuesday’, como ‘When I Live My Dream’. Lástima que sobren tres o cuatro canciones. Si no, sería uno de mis discos favoritos del artista. En todo caso, una joya perdida».
17º ‘David Bowie’ aka ‘Space Oddity’ (1969)
El segundo disco, también homónimo, de Bowie y por tanto conocido como ‘Space Oddity’, ya muestra a un artista que nos resulta más familiar, aunque sólo sea por la fuerza del que podemos considerar su tema titular. Pero el disco aparece algo mal considerado en nuestra tabla. Marcos Domínguez lo considera aún «irrelevante» en algunas de sus pistas y cree que el artista «está formando su personalidad musical».
Jaime Cristóbal sí le da casi un 8: «No llega al carácter excelso de sus obras cumbre, pero es un enorme disco, con ‘Space Oddity’ y canciones que aunque acusan todavía sus influencias ya presentan casi todos los elementos que harán a Bowie lo que va a ser: esa voz mitad Syd Barrett mitad Anthony Newley, letras ficcionadas, progresiones de acordes no tan obvias, a veces algo jazzy, pero que simultáneamente tienen mucho gancho melódico… Es el disco psycho-folkie de Bowie, pero bajo la superficie hay mucho más. Y el cierre con ‘Memory Of A Free Festival’ es magnífico». Sebas E. Alonso señala que el disco es un poco menos coherente que el anterior aunque destaca canciones como «‘Cygnet Committee’ tan pegadiza en su crescendo, la mona ‘Janine’, la dylaniana ‘God Knows I’m Good’ o ‘Wild Eyed Boy from Freecloud’, con una orquestación ya con Tony Visconti implicado de las que no se incrustan en los discos de cualquier chiquillo».
13º ‘The Man Who Sold the World’ (1970)
El disco por el que sin duda deberían empezar los más rockeros es ‘The Man Who Sold the World’, que incluye el hit titular. Así lo describe Marcos Domínguez: «Se nota que es un disco de transición entre ‘Space Oddity’ y ‘Hunky Dory’, con tendencias hacia lo progresivo (‘The Width of the Circle’, ‘Saviour Machine’) que no desencajan con los temas más puramente Bowie (‘All the Madmen’, ‘Running Gun Blues’, ‘The Man Who Sold the World’). Pero la máquina de fabricar clásicos todavía no le funciona a pleno rendimiento».
Más o menos comparte su opinión Jaime Cristóbal: «Con la llegada de Mick Ronson el puzzle se completa, y los elementos del sonido Bowie que aparecían en ‘David Bowie’ colisionan con una feliz explosión de guitarras distorsionadas. A nivel compositivo, sin embargo, las canciones se alejan del melodismo del disco anterior, haciendo que su escucha sea menos seductora, salvo en piezas contadas como la que da título al disco y algunas de las más folkies. Bowie temió hasta su siguiente álbum haberse quedado encasillado en «one hit wonder», y lo que es peor, de un tema novelty (‘Space Oddity’), pero se entiende por qué ‘The Man Who Sold The World’ no acabó de convencer».
2º ‘Hunky Dory’ (1971)
Para algunos su gran obra maestra, ‘Hunky Dory’ es la primera entrega de Bowie que hace a la redacción levantarse de la silla. María Clara Montoya lo define como «el álbum que todo hijo único hubiéramos querido que nos regalara un hermano mayor. Es como viajar a un lugar nuevo pero tan cálido que te hace sentir como si llevaras ahí mucho tiempo. Es el disco perfecto para acercarse a Bowie y no querer dejar de escucharlo nunca». Angèle lo puntúa con un 10: «Este álbum no es sino una sucesión de grandes melodías e increíbles arreglos que, junto a una interpretación vocal de excepción, conforman una de las piezas más interesantes de la carrera de Bowie. Sus temas se siguen consolidando con el paso del tiempo, no pierden frescura ni vigencia. No me imagino la vida sin ‘Changes’, ‘Oh! You Pretty Things’ o ‘Life on Mars'».
Jaime Cristóbal lo considera la «primera gran obra maestra de su discografía»: «El estribillo de ‘Changes’ sigue sonando extrañamente moderno para ser una balada de piano muy al estilo de la época. Es el instrumento conductor de casi todo el disco, la base de las otras dos joyas instantáneas de ‘Hunky Dory’: ‘Oh! You Pretty Things’ y ‘Life On Mars’. Sólo esas tres canciones ya merecen el 9, pero es que los album tracks, de ‘Kooks’ a ‘Queen Bitch’, son extraordinarios también. Como antesala del «Ziggy», este disco resulta una deliciosa obra de pop al piano que sigue refulgiendo como pocas en su discografía».
1º The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars (1972)
El álbum conceptual sobre una estrella de rock ficticia, deliberadamente ambigua, que ejerce de mensajero de los alienígenas es el elegido mejor disco de David Bowie. Incluyendo joyas como ‘Starman’, ‘Five Years’ o ‘Soul Love’, ya fue elegido como mejor disco de la historia por nuestros lectores en 2013. Jaime Cristóbal alaba no sólo la obra sino el período creativo del artista: «Quizá la obra cumbre de Bowie, desde luego la más icónica, y la que sedujo definitivamente al público británico y le convirtió en una estrella. Detrás de la vistosa parafernalia conceptual y novedosamente sexual, los astros se alinean para dar como resultado su primer disco realmente glam rock, con canciones quizá no mejores que en ‘Hunky Dory’, pero mucho más coherentes entre sí, en el primer disco en el que Bowie realmente sabía al 100% qué quería hacer. Si tenemos en cuenta además que en la época de «Ziggy» Bowie compuso ‘Rebel Rebel’, ‘The Jean Genie’, ‘All The Young Dudes’ y ‘John I’m Only Dancing’ pero que las acabó dejando fuera, estamos sin duda ante su momento artístico cumbre».
Mireia Pería elogia sus arreglos: «Hay canciones que valen por carreras. Más aún: hay segundos de canciones que valen más que las carreras de millones de grupos o cantantes. En ‘Rock ‘N’ Roll Suicide’, ese momento en que David se para justo después del primer «ohh-how how how» y después ataca con: «You’re a rock ‘n’roll suicide» y sus cuatro golpes de batería… Oh, ese instante vale por miles, millones, infinitas canciones, álbumes, trayectorias. Y es solo el colofón del disco. Porque con ‘The Rise and the Fall…’ me sucede una cosa que creo que no me pasa con más discos: que me da la sensación de ser una obra sobrehumana. Porque me parece imposible que una persona sola sea capaz de imaginar esas canciones, de componerlas, de pensar cómo tocarlas, cómo cantarlas. Y qué canciones, qué melodías, y con qué gracia, con qué supremo glamour y puterío las canta David. Y qué perfectamente está todo presentado. Es un milagro. Un milagro al alcance de todos, añado. Porque es tan difícil de abarcar el genio que iluminó a Bowie cuando se inventó a Ziggy como fácil es para nosotros gozar unas canciones que son la culminación del pop».
No obstante, no es un 10 para toda la redacción. Sebas E. Alonso lo cuestiona como su mejor álbum: «Hay un momento hacia la mitad (en torno a ‘Hang on to Yourself’), en el que no es que el disco flojee… pero digamos que hay material lo suficientemente cuestionable como para afirmar que el disco vuelve a pegar un subidón en calidad en ‘Ziggy Stardust’ (la canción) para un final de tracklist de órdago; y por tanto para afirmar que no necesariamente este tiene que salir siempre como el mejor y más completo álbum de Bowie. Se puede debatir. No estoy cuestionando el álbum, ni mucho menos, pero sí que el debate sobre cuál es el mejor disco de David Bowie suela ser tan cerrado. Yo veo el debate muy abierto».
10º ‘Aladdin Sane’ (1973)
‘Aladdin Sane’ es el primer disco de estudio tras «Ziggy Stardust» para bien o para mal, incluyendo en su segunda mitad, hacia el final, dos de sus principales singles, ‘Let’s Spend the Night Together’ y ‘The Jean Genie’. Mireia le da un 9,5 y Sergio del Amo cree que también resiste el desafío: «Más allá de su portada (probablemente, la imagen más icónica que ilustró su discografía), ‘Aladdin Sane’ pasa algo desapercibido al haberse editado después de una de sus obras magnas, ‘The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars’. Pero aun con esas, este disco sigue siendo uno de los mejores de su carrera al incluir un tema capital como ‘The Jean Genie’ (en el que la guitarra de Mick Ronson se endureció como nunca), dejando la puerta abierta a otros géneros como el jazz (en el tema titular) o el doo woop (‘The Prettiest Star’). Siendo un amante de los riesgos, estaba claro que no iba a limitarse a firmar una segunda parte de «Ziggy Stardust»».
Pero hay diversidad de opiniones. Marcos Domínguez lo considera «algo irregular, con canciones eternas (‘Aladdin Sane’, ‘The Prettiest Star’, ‘Drive-in Saturday’) pero también otras menos inspiradas (‘Cracked Actor’, ‘Time’). Da la impresión de que sigue el rebufo de ‘Hunky Dory’ y «Ziggy Stardust» pero pierde algo de gas el concepto». Jaime está de acuerdo, pero con matices en cuanto a las canciones y en cuanto a su calidad: «Inevitable que sufra un poco en comparación con su fulgurante predecesor… y sin embargo es uno de sus discos más interesantes y menos recordados (a excepción de su icónica portada, claro)… temas como ‘Drive-In Saturday’ o ‘Cracked Actor’ están a la altura de muchos de sus clásicos «oficiales». La química Bowie & Ronson permanece totalmente en forma durante todo el disco».
15º ‘Pin Ups’ (1973)
Bowie vive un buen momento de popularidad en 1973, con «Ziggy Stardust» y ‘Hunky Dory’ penetrando en listas internacionales como la española, y se aprovecha para lanzar un disco con versiones antes de Navidad. Sebas E. Alonso lo encuentra simpático: «Fue número 1 en las islas y además de como la típica jugada oportunista quizá hay que interpretarlo también como un ejemplo de humildad. Aunque todos los artistas versionados Bowie los asocia a lo vivido en Londres entre 1964 y 1967, algunos proceden de otros sitios y parece simplemente un entretenimiento para las fiestas pertinentes con canciones tan destacadas como ‘See Emily Play’, ‘Everything’s Alright’, ‘Sorrow’ y sobre todo ‘Where Have All the Good Times Gone'». Jaime Cristóbal es mucho más vehemente: «Vale, es un disco de versiones, pero es tan bueno que merece un 9. El tributo particular de Bowie al pop y rock inglés de 1964-67 es una reivindicación eufórica, último capítulo de su brillante asociación con Mick Ronson. En el disco se «bowie-iza» la gran ‘See Emily Play’ de Pink Floyd, se ralentiza a ritmo de glam-rock el ‘I Can’t Explain’ de los Who o se reconstruye una versión de ‘Friday On My Mind’ de los Easybeats que casi mejora la original».
12º ‘Diamond Dogs’ (1974)
Además de ‘Rebel Rebel’, ‘Diamond Dogs’ contiene un trío de canciones pensadas para un musical que Bowie quería hacer. Como no le dejaron adaptar ‘1984’ de George Orwell, metió en este disco algunas de sus ideas, como la propia ‘1984’ y la experimental ‘Big Brother’. Sebas E. Alonso destaca: «se dice que buscaba un efecto Barry White, pero lo cierto es que hay un par de detalles a lo «catástrofe en el futuro distópico» que lo hacen sonar muy siglo XXI («Someone to claim us, someone to follow / Someone to shame us, some brave Apollo / Someone to fool us, someone like you»)».
La tercera parte no oficial de la trilogía «Stardust» es el último disco glam de Bowie para Jaime Cristóbal: «Ronson ya no está, pero sus arreglos perviven. Como ‘Aladdin Sane’, no llega a las cumbres de «Ziggy», pero está lleno de momentos brutalmente brillantes: ‘Sweet Thing’ parece engarzar el glam saliente con su siempre admirado Jacques Brel y una pizca del soul… que está a la vuelta de la esquina en su siguiente transformación. ‘Rebel Rebel’ es por derecho uno de los ultraclásicos de su discografía y ‘1984’ es totalmente sonido Philadelphia, pero también una excelente pieza».
6º ‘Young Americans’ (1975)
El disco más soul de David Bowie puede que no sea recordado por su originalidad ni su contribución a la historia de la música pero sí por la fuerza de canciones como la titular o ‘Fame’ y por lo bien que le sienta su giro estilístico. Obviamente es uno de los predilectos de la redacción. Además de una versión de los Beatles, ‘Young Americans’ incluye la coautoría de John Lennon en la propia ‘Fame’, que sería uno de sus improbables tops 1 en el Billboard Hot 100.
Jaime Cristóbal elogia la solidez del álbum: «A nivel de calidad lo veo prácticamente a la altura de «Ziggy»: un concepto de álbum súper definido, canciones increíbles. Y la transformación más radical de su carrera, visual y musicalmente. Aparecen (o reaparecen, como Visconti) varios elementos que definirán sus futuro: Carlos Alomar, el trasfondo soul de muchas de sus canciones de los 80…» Mireia Pería se extraña de que no esté mejor considerado: «Por ahí he leído que, antaño, se consideraba un disco menor. Me cuesta mucho entenderlo, porque esta apropiación del sonido Philadelphia y del soul más rutilante supone uno de mis discos favoritos de Bowie. ‘Young Americans’, la canción, por mí podría durar veinte minutos, soy incapaz de cansarme de esos coros. Pero es que además me fascinan ‘Win’ o ‘Can You Hear Me’ o la versión de ‘Across the Universe’… Oh, es todo tan premeditadamente desatado y con ese punto hortera que me chifla absolutamente».
5º ‘Station to Station’ (1976)
Con ecos de su disco de soul y otros que anticipan la trilogía berlinesa, a la que no pertenece, ‘Station to Station’, que incluye ‘Golden Years’ y una solemne versión de la inolvidable canción nominada al Oscar a finales de los 50 ‘Wild is the Wind’, entre otros experimentos, es entendido «como un disco de transición» por Marcos Domínguez.
Pero Miguel Sánchez lo defiende mucho más allá de eso y está entre los redactores que le dan el 10: «Es mucho más que un álbum de transición, es un trabajo singular, donde cada idea es un acierto. Fue con el que muchos nos metimos de lleno en el universo Bowie, probablemente zapeando al toparnos en La 2 con la versión del 81 de ‘Christiane F. – Wir Kinder Vom Bahnhof Zoo‘, protagonizada por una adolescente enganchada a la heroína y fan de David Bowie. Una de las escenas que recuerdo es cuando Christiane va a un concierto de, por supuesto, Bowie, y el susodicho concierto comienza con el tema titular de ‘Station To Station’, con un sonido frío y complejo que ejercía de enlace del plastic soul de ‘Young Americans’ al art rock de ‘Low’. Quedé prendado de esa escena y de esa banda sonora, en la que se recorren los tres álbumes de la etapa berlinesa de Bowie (mi favorita), junto con otros temas de ‘Station to Station’ como ‘Stay’ y ‘TVC 15’. Aunque técnicamente «Station» no forma parte de esa trilogía, dice mucho que se salga del puro ejercicio soul de ‘Young Americans’ y mute en una especie de proto post-punk con aires soul que hace impensable la existencia de bandas como A Certain Ratio sin temas como esa genialidad que es ‘Stay'».
3º ‘Low’ (1977)
La trilogía berlinesa se abre con el tercer mejor disco de Bowie para nuestra redacción. Es el disco favorito del artista de Sebas E. Alonso: «Puede que haya algún mínimo altibajo compositivo, pero el valor del disco es incalculable. ‘What in the World’ suena a Nintendo años antes de que existiera Nintendo, ‘Sound and Vision’ anticipa y define la era MTV también un lustro antes de tiempo, ‘A New Career in a New Town’ pone ahora los pelos de punta por su sample en la canción final de ‘Blackstar’ y nos da mucho que pensar sobre su título, y los sonidos de la cara B del álbum (‘Warszawa’, ‘Art Decade’…) son completamente alucinantes. No soy mucho de discos experimentales, y menos relacionados con Berlín, donde la palabra «experimental» ha terminado provocando récords de «eye-rolling» por metro cuadrado, pero de este sí. Este disco tiene alma. Este se las apaña para sonar mágico, para atraparte y dejarte absorto por completo, al tiempo que no deja de lado algún guiño personal: se supone ‘Be My Wife’ uno de los últimos intentos de salvar su matrimonio con Angela Bowie».
Jaime Cristóbal sigue una línea similar: «El mejor disco de la trilogía berlinesa. El equilibrio entre instrumentales y canciones de pop es extraño y maravilloso. En canciones como ‘Speed of Life’ se ve la antesala de gran parte del synth pop y nuevorromanticismo que dominaría los 80 británicos después». Marcos Domínguez elogia la labor del productor: «La sombra de Brian Eno en este disco es larga, muy larga. Sin embargo, encaja a la perfección con el cambio de dirección que busca Bowie. Completamente alejado de Ziggy Stardust, impulsa como nadie de la época la mezcla entre pop y experimentación sonora».
4º ‘Heroes’ (1977)
‘Heroes’, con sus referencias a la Guerra Fría, al Muro y a las armas que lo rodeaban, a la vanguardia de Berlín del siglo XX, a Neu! (‘Hero’) y a un ex miembro de Kraftwerk (‘Schneider’), es otro de sus discos más completos. Sebas E. Alonso: «Es uno de esos discos que has imaginado tantas veces grabándose que casi es como si hubieras estado en el estudio. El single ‘Heroes’ menciona al Berlín dividido, y contiene una frase inspirada en un beso de Tony Visconti con la corista Antonia Maass cerca del Muro -donde se realizó todo el disco-. Hay un tema sobre el propio «blackout» de Bowie y posiblemente una referencia a la visita en Berlín de la que por entonces era su esposa, Angie Bowie. El disco tiene un componente político, pero también personal, haciendo que sea totalmente empático, lo cual es bastante extraño si atendemos a su cara B. Pero es que misteriosamente mola más la cara B que la cara A, singles aparte, y seguro que esta impagable actuación en la tele italiana, puro giallo, tiene mucho que ver».
Marcos Domínguez lo compara con su predecesor: «Es el reverso de la moneda de ‘Low’. Donde el otro es oscuro, este se muestra lleno de energía. Los cuatro primeros temas son un subidón, e incluso «experimentales» como ‘V-2 Schneider’ son inusualmente potentes. La parte contemplativa/ambient, ‘Sense of Doubt’, ‘Moss Garden’…, guarda una gran belleza y recoge un sentido del misterio que se echa de menos en una buena parte del pop».
11º ‘Lodger’ (1979)
María Clara Montoya entiende ‘Lodger’ como «el cierre idóneo de la trilogía berlinesa»: «Aunque los Talking Heads encajan perfectamente en el reggae con tintes arabescos de ‘Yassassin’ o en la extrañamente atractiva ‘Repetition’ (que habla de un maltratador), sólo David Bowie habría sido capaz de alabar el hedonismo como lo hace en ‘Boys Keep Swinging».
Aun en la mitad alta de nuestra tabla resultante, el final de la trilogía berlinesa es el disco peor valorado de los tres por la redacción, paradójicamente, a pesar de ser el más accesible, como indica Mireia Pería: «Quizás es el más fácil de escuchar de la trilogía berlinesa, quizás gracias a que esté repleto de percusiones trotonas, de aires árabes y africanistas, de ecos a Talking Heads. Incluso destila cierta… ¿felicidad? Las canciones al menos suenan risueñas. En ‘Yassassin’ David canta: «tú quieres luchar, pero yo no quiero vivir», pero hasta entonando esa letra parece despojado de drama. Y en la pegadiza ‘DJ’, en sus sonoridades punk-funk… ¿no se ve a Franz Ferdinand? ¿No dan ganas de bailar la desatada ‘Look Back in Anger’, con ese bajo disco y las percusiones punks y tropicales? ¡Y esos coros! O la festiva ‘Boys Keep Swimming’. ‘Lodger’ no tiene temas de los considerados canónicos, pero puñetas… ¡lo mola todo!».
8º ‘Scary Monsters (And Super Creeps)’ (1980)
El álbum que incluye ‘Ashes to Ashes’ y ‘Fashion’ supone un puente entre los 70 y los 80. Nadia Leal lo define como «el paso directo del art-rock de la trilogía de Berlín hacia la década de los años 80 y la New Wave. Este disco es relevante no sólo por la trascendencia de sus singles, sino también porque supuso su última colaboración con Tony Visconti hasta el 2002». Jaime Cristóbal sitúa el álbum como el fin de una era, tanto en cuanto a cantidad como en cuanto a calidad: «Bowie cristalizado un instante antes de que sus discípulos le adelantaran en la siguiente curva, en un disco que es como el molde para el disco moderno de pop para los 80, muy inspirado en composiciones y arreglos. Pero quizá el dato más relevante de este disco es el hecho de que es su última «entrega anual» desde ‘Space Oddity’ 11 años antes. ‘Let’s Dance’ tardaría 3 años en llegar. En ese sentido, es como el gran final de una de las grandes hazañas discográficas de la historia de la música pop, algo realmente único. A partir de aquí Bowie ya será otra cosa. Brillante en muchos momentos, pero más errático».
Sebas E. Alonso se muestra algo menos emocionado: «El disco me gusta y entiendo su labor de puente entre décadas, pero no le perdono a Bowie no tener un disco ochentero a la altura de sus mejores obras. Cualquiera que se sumerja en ‘Scary Monsters’ buscando 10 canciones tan fascinantes en sus sintetizadores como ‘Ashes to Ashes’, la canción más hipnótica de una carrera hipnótica, saldrá decepcionado. Para mí este disco sí se pierde en lo «arty»».
14º ‘Let’s Dance’ (1983)
El álbum más vendido de David Bowie, bajo los mandos de Nile Rodgers de Chic para disgusto de Tony Visconti, que se enfadó y no volvió hasta ‘Heathen’ 20 años después, ocupa justo la mitad de la tabla, defendido por una buena retahíla de hijos de los 80, como Angèle: «Serán los recuerdos de mi infancia (del tiempo que pasaba pegada a la TV viendo fascinada todos los programas musicales que la tele pública nos ofertaba en los primeros años 80) los responsables de que este álbum sea el que más sensaciones positivas me transmite de la discografía de Bowie. Ideal para viajes, para poner en las fiestas, limpiar la casa, hacer el payaso, cocinar… Siempre (¡siempre!) encaja».
Sebas E. Alonso lo recuerda bien, pero con dudas: «La producción de Nile Rodgers es buena, pero los singles ‘Let’s Dance’, ‘Modern Love’ y ‘China Girl’ -que son espectaculares y están muy bien hechos- están demasiado marcados o mal repartidos. Hay mucho filler. De manera más grave todavía, el éxito comercial del álbum le terminó costando caro a Bowie: los intentos de repetir estos 10 millones de copias le salieron por la culata una y otra vez».
27º ‘Tonight’ (1985)
El primer intento de repetir el éxito de ‘Let’s Dance’ llega tan sólo dos años después. Sebas E. Alonso: «Nunca había prestado demasiada atención a este disco de Bowie y la verdad es que ojalá nunca lo hubiera hecho. ‘Tonight’ está hecho muy evidentemente para aprovechar el tirón del anterior. Vendió bastante pero a la larga ni Bowie lo defendía, argumentando que la demo de ‘Loving the Alien’ era mejor. Sale Tina Turner, un par de canciones reggae, co-autorías viejunas de Iggy Pop, una canción de salsa, una versión de ‘God Only Knows’ completamente atroz… soy abogado de causas perdidas pero esto es demasiado. Él mismo los llamaba «Phil Collins years»». Marcos Domínguez no reconoce al artista: «no consigue transmitir su personalidad en unas canciones y unos arreglos que parecen del todo ajenos a él». Jaime Cristóbal, en cambio, cree que no es para tanto: «‘Blue Jean’ y ‘Loving the Alien’ me parecen mejores composiciones que ‘Let’s Dance’ o ‘China Girl’, así que sólo por eso ya le pongo la misma nota. El resto es irregular, pero con todo, un buen disco, creo que se ha demonizado demasiado».
24º ‘Never Let Me Down’ (1987)
Otro de los discos mal considerados de Bowie se editaba inmediatamente después. Mireia Pería lo defiende un poquito: «Uno de sus denostados discos de los ochenta. Y en algunas cosas concuerdo: tiene esa producción tan excesiva propia de la época, es totalmente superficial pero… muy divertido. ‘Time Will Crawl’ es entretenida y pegadiza. Y ‘Never Let Me Down’ (la canción) me enternece, con ese falsete desafinado. El resto de temas no me emocionan tanto, pero entran muy bien. Lo dicho: intrascendente, poco pretencioso pero… extrañamente fresco.» Marcos Domínguez cree que «recupera un poco el sentido pop y la personalidad de Bowie, pero se le nota el paso del tiempo». Jaime en cambio lo reconoce abiertamente como «el punto más bajo de su carrera».
28º Tin Machine (1989)
Aunque para la redacción en conjunto el punto más bajo de su carrera (con alguna excepción como nuestro colaborador experto en rock Miguel Sánchez) es este intento de girar al rock con la banda Tin Machine, formada por Bowie junto a Reeves Gabrels, Tony Sales y Hunt Sales. Marcos Domínguez así lo entiende: «La transformación de Bowie en un ídolo del hard rock ochentero resulta difícil de digerir. Muchos sitúan a Tin Machine en sintonía con la eclosión grunge, pero es difícil encontrar algo de ese espíritu en unos solos de guitarra insufribles y el tono llenaestadios del disco. El single ‘Under the God’ parece una canción de cualquiera menos de Bowie, mejor nos quedamos con ‘Baby Can Dance’ y ‘Video Crimes’, además de la curiosa versión de ‘Working Class Hero'».
26º Tin Machine II (1991)
El segundo disco de Tin Machine, que llegó a haberlo aunque no sea fácil de encontrar, mejora un poco según Marcos Domínguez: «Empieza bien (‘Baby Universal’) pero enseguida se enfanga en los mismos lodos que el primer disco. ‘You Belong in Rock n’roll’ tiene un rollo U2 época ‘Rattle and Hum’ que la hace no descartable. ‘You Can Talk’ es ejemplo del Bowie ochentero más característico, a pesar de estar ya en 1991. ‘Goodbye Mr. Ed’ tiene una forma de crecer similar a cientos de canciones noventeras (me recuerda a ‘Who’s Gonna Ride Your Wild Horses’ de U2 otra vez, editada muy poco después), pero no por ello deja de desmerecer una escucha. Como nota curiosa, el batería Hunt Sales canta en ‘Stateside’ y ‘Sorry’, y de no ser por unos coros jamás pensarías que está Bowie de por medio. En conjunto, más interesante que su predecesor».
21º Black Tie White Noise (1993)
Nile Rodgers vuelve a producir a David Bowie en este disco que deja sensaciones encontradas. Jaime está muy a favor: «Suena refrescante y en forma, después de la extraña aventura de Tin Machine. Ideas, sonido contemporáneo, canciones inspiradas otra vez… un gran disco de Bowie. ‘Jump They Say’ sigue siendo un clásico de los early-90s, comercial y arty a la vez. La versión de Scott Walker es brutal. Y un acierto retornar a Mick Ronson, a Nile Rodgers… ¡a tocar el saxo!». Pero Mireia muestra cierta división interna: «A pesar de que me gusta mucho el toque de soul elegante del tema homónimo, de que ‘Jump They Say’ es mi single preferido de Bowie de los noventa, o de que ‘Pallas Athena’ sea una curiosa y todavía adictiva muestra de electrónica de la época, ‘Black Tie White Noise’ sufre de una sonoridad que, a día de hoy, parece obsoleta. Aquí es muy patente que hemos pasado del Bowie que marca tendencias al que simplemente las sigue. La producción parece de baratillo y el disco se acaba tornando plomizo. Lo peor es que ves claras las intenciones de David en este disco… pero también notas que no logra conseguirlas».
20º ‘The Buddha of Suburbia’ (1993)
Perdido en su discografía e incluso por momentos fuera del mercado, ‘The Buddha of Suburbia’ fue confundido como banda sonora de una serie de la BBC aunque no lo era realmente, como se hartó de decir nuestro protagonista, recordando que sólo compartía una canción con la misma. Sebas E. Alonso no se muestra muy entusiasmado: «Recuerda bastante a Berlín en sus experimentos y tiene alguna cosa más pop. Cabe preguntarse si ‘Sex and the Church’ sería aún interesante en la época o incluso a día de hoy. Pero creo que no». Pero Jaime Cristóbal lo defiende como una joya perdida y es quien lo rescata de las últimas posiciones de la tabla: «Prueba de su “renacimiento”, y seguramente el disco más a descubrir de Bowie, con grandes piezas de pop contemporáneo pero también de seductor ambient».
23º ‘Outside’ (1995)
El último álbum que contó con la participación de Brian Eno, quien recientemente había hablado con Bowie sobre una reivindicación de este disco, no es muy bien recordado por Nadia Leal: «Aunque este disco es trascendente a nivel musical porque supuso una nueva colaboración con Brian Eno, entrando al estudio sin ninguna canción escrita, dejando todo a la improvisación, su trascendencia mediática y artística fue bastante escasa». Jaime Cristóbal de nuevo es quien habla a favor: «Gran álbum de solidísimos singles (‘The Hearts Filthy Lesson’, ‘Strangers When We Meet’, ‘Hallo Spaceboy’ después remezclada por Pet Shop Boys), y otro de los «retornos sensatos» de Bowie en los 90, en este caso a Brian Eno, reconexión iniciada en ‘The Buddha…'».
18º ‘Earthling’ (1997)
El disco mejor considerado por la redacción de todos los años 90 y gran parte de los 80 y los 00 es la rendición de Bowie ante el drum’n’bass y la electrónica. Sebas E. Alonso lo explica: «Creo que nuestra selección de este disco como el mejor de los 90 más que nada revela nuestra media de edad o la media de edad de la parte de la redacción que ha aceptado meterse en estas: básicamente éramos quinceañeros sin criterio cuando se editó. No obstante, también puede indicar que de todos los sonidos que utilizó Bowie en aquella década, estos son los que más recientemente se han recuperado. Sea por lo que sea, ‘Earthling’ no es el mejor Bowie, contiene canciones muy serie B, pero sin duda este el disco que más me ha divertido recuperar de la época. Escucharle haciendo de Fatboy Slim, de Chemical Brothers y de Prodigy con lo del big beat es de lo más entretenido. Suele tener mala prensa que un artista de esta categoría siga modas en lugar de crearlas, pero para mí este disco o el coetáneo ‘Pop’ de U2 son mucho mejores que otros álbumes más intensos y «auténticos» hechos por estos mismos artistas inmediatamente antes o inmediatamente después». Marcos va más o menos por la misma línea: «Es un producto (electrónico) de su época, los ritmos drum’n’bass encajan como un guante en su concepción musical. El álbum es menos interesante cuanta más guitarra hay».
Sr John lo defiende abiertamente: «está aguantando muy bien el paso del tiempo a pesar de tocar varios géneros poco atemporales y de no ser de sus discos más reconocidos. Además, con este disco fue la única vez que le pude ver en directo. Salí encantado con las bases programadas (su gira de presentación pasó por Madrid, Zaragoza y Donosti)».
25º ‘Hours’ (1999)
Mucha peor suerte corre ‘Hours’ por mucho que contuviera una canción tan visible como ‘Thursday’s Child’, que tanto protagonismo tuvo en MTV. Sebas E. Alonso: «No esperaba encontrar este disco tan abajo. Tampoco está tan mal. Sobre todo la primera mitad de ‘Hours’ mantiene el pulso. El delirio indio-jevi del álbum no me interesa mucho, y eso incluye uno de sus singles, pero sólo por el «only for you, I don’t regret» de ‘Thursday’s Child’, el disco merece una reivindicación. Para mí es el último clásico de Bowie hasta ‘The Next Day'».
Marcos señala por qué temas empezar: «Escucharlo ahora nos chirría tanto como su portada. Lleno de medios tiempos insulsos, al menos tiene dos temas y medio que merecen la pena: ‘Thursday’s Child’, ‘Seven’ y la rareza instrumental ‘Brilliant Adventure'».
19º ‘Heathen’ (2002)
El retorno de Tony Visconti fue celebrado por muchos como el esperadísimo «comeback» de Bowie. Entre ellos, Angèle: «Cuando llegó ‘Heathen’, poco tiempo después de la banda sonora de Moulin Rouge! y la estremecedora versión de Bowie de ‘Nature Boy’ y el pedacito de ‘Heroes’ tan bien encajado, lo recibí con los brazos abiertos. Un disco con invitados de lujo (como Dave Grohl o Pete Townshend) y versiones de Pixies o Neil Young. Melodías dramáticas, guitarras eléctricas y sintetizadores son testigos del pop dando la mano al rock entre letras de superación y esperanza tras una tragedia (la temática se relacionó con los atentados del 11S, aunque Bowie aseguró que no se basó particularmente en tal acontecimiento al escribir las canciones). Discazo». Jaime también lo defiende: «Otro “retorno”, ya en el nuevo milenio, que arroja dividendos: frente al deslavazado ‘Hours’, es un gran disco, en el que se quitó al fin el sambenito de ir tras la última moda musical»; frente a la desconfianza de Sebas: «La composición es bastante justa, la mezcla de orgánico con electrónica no me causa demasiada impresión. Las versiones de Neil Young o Pixies tampoco me motivan demasiado, parecen los restos de la segunda parte de ‘Pin Ups’, nunca editada. Salvo ‘Afraid’ y un poco ‘A Better Future’, que es graciosilla, pero no comparto el entusiasmo de parte de la crítica. Ni siquiera encuentro una canción mejor que ‘Thursday’s Child'».
22º ‘Reality’ (2003)
El segundo intento de afianzar la figura de Bowie en el siglo XXI, de nuevo con Tony Visconti, divide al público. La redacción lo considera por debajo de ‘Heathen’, aunque para Sebas E. Alonso es ligeramente mejor: «‘Reality’ también tiene un par de versiones (Jonathan Richman, George Harrison) y pistas vagas (‘The Loneliest Guy’), pero los singles ‘New Killer Star’ y ‘Never Get Old’ me suenan más decididos. La recuperación de un viejo tema de los 90 que nunca salió en clave jazz ‘Bring Me the Disco King’ y ‘Looking for Water’ no están tan mal. Suele haber un animado debate sobre cuál entre ‘Heathen’ y ‘Reality’ es mejor, pero la verdadera cuestión es que ambos suenan muy por debajo de ‘The Next Day’. Ninguno esconde muchas alegrías para aquellos que los escuchen después de este».
9º ‘The Next Day’ (2013)
‘The Next Day’ es el «comeback» anhelado de Bowie, tantas veces intentado en décadas anteriores, materializado en una enorme colección de singles: ‘Where Are We Now?’, ‘The Stars (Are Out Tonight)’, ‘The Next Day’, ‘Valentine’s Day’ y ‘Love is Lost’. Al fin el artista vuelve a superar el 8 de media. Marcos Domínguez cree que «es lo que debería haber sido ‘Hours’, medios tiempos pero en sentido pleno. Maduro y reposado, se nota que es un disco que hizo porque le apetecía muchísimo hacerlo».
Con este texto de Raúl Guillén lo incluíamos entre los 5 mejores discos de 2013: «En una decisión a la altura de su grandeza, Bowie pone en valor su legado haciéndolo sonar tan contemporáneo como genuino. La impresionante labor de producción de uno de sus más fieles colaboradores a lo largo de todos estos años, Tony Visconti, tiene mucho que ver. Además de equilibrar el eterno sonido de saxo en los discos de Bowie con unas afiladas guitarras, obra de Gerry Leonard y David Torn, perfectamente soportadas en el músculo de la recurrente base rítmica, Gail Ann Dorsey y Sterling Campbell, Visconti ha sabido dotar el conjunto de vigor y actualidad. Con ese soporte, el artista británico se ha atrevido incluso a introducir matices poco frecuentados en su discografía, como los aires a Tom Waits con los que arranca ‘Dirty Boys’, con notable éxito. La mera intención de ser un autohomenaje al icono (no solo musical) que lleva siendo durante décadas habría sido suficiente para recomendar este ‘The Next Day’ como perfecta introducción para unas nuevas generaciones que ni siquiera eran adolescentes cuando se publicó ‘Reality’, su disco predecesor. Pero es que, aun sin alcanzar el nivel de sus álbumes más cruciales, se trata de un álbum soberbio capaz de satisfacer a sus más exigentes seguidores, un regreso a la altura de su leyenda, al fin».
7º ‘Blackstar’ (2015)
Probablemente a Bowie le hubiera gustado que precisamente este disco ocupara este lugar en su discografía ordenada de mejor a peor. ‘Blackstar’ es el 7º mejor álbum de Bowie para la redacción. Al margen de lo mágico de la cifra, son siete también las canciones que contiene este largo que ha servido de epitafio. Sebas E. Alonso: «Es muy difícil que una obra como esta, en la que el artista anticipa, diseña, analiza su propia muerte, vuelva a repetirse en la historia del pop. Muchos artistas no verán venir su propio momento final, otros no tendrán agallas o tiempo para retratarlo. Otros no podrán o no querrán utilizar sus últimas fuerzas para culminar una obra como esta. Cuanto más veo los vídeos de ‘Blackstar’ y ‘Lazarus’, cuanto más leo las letras, entre la autorreferencia y los dobles sentidos sobre su adiós, más alucino con lo que ha sido capaz de hacer. Estamos ante una rareza de enorme valor artístico en la que además lo más importante -las canciones- no fallan. Supongo que la era de las redes sociales, en la que hay que cuestionar todo como por obligación, nos obliga a mirar con lupa este disco, pero tengo muy claro que es seminal y va a ser estudiado y analizado durante décadas, y que desde ya, es envidiado por muchísimos grandes artistas, desde Madonna a Bob Dylan pasando por Scott Walker o Thom Yorke». Entre quienes hoy por hoy expresan sus dudas sobre el álbum, Angèle: «Este álbum me encantaría si pudiera recortar de cada canción los fragmentos que me encantan. Pero me chirrían ciertas armonías, me descolocan los vientos y cuestiono la duración de cada canción (cosa que no me pasa con otros álbumes de Bowie)». Eso sí, reconoce su valor: «Es evidente que ‘Blackstar’ iba a ser (y siempre será) un disco especial dentro de su obra. Dudo mucho que haya algo en él que aparezca ahí de forma casual».
No obstante, sonmayoría los que lo elevan por encima de la media, como indicaba Raúl Guillén en su crítica del álbum: «Resulta especialmente enternecedor comprobar cómo Bowie parecía estar lanzando guiños a sus fans con diversos autohomenajes, disgregados con mimo: el astronauta que yace en el clip de ‘Blackstar’, su cráneo lleno de coloridas joyas, la vestimenta negra con líneas diagonales plateadas en el clip de ‘Lazarus’, la armónica calcada de ‘A New Career In A New Town’ que marca ‘I Can’t Give Everything Away’… ‘★’ se ha transformado en un epitafio grandioso, una obra de la que su fallecimiento forma una parte intrínseca, y que multiplica sus sentidos y sus interpretaciones. Todo conforma su gran obra final, y no deja más remedio que descubrirse ante esta maniobra asombrosa: ‘★’ retrata su salida de este mundo, pero será, probablemente, el portal de entrada para muchas generaciones, presentes y venideras a una carrera artística referencial, que ha cambiado y cambiará vidas».
Angèle | Jaime | Marcos | Mª Clara | Miguel | Mireia | Nadia | Raúl | Sebas | Sergio | Sr.John | Ránking | |
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‘David Bowie’ (1967) | 6,99 | 6,5 | 8 | 7,5 | 16º | |||||||
‘Space Oddity’ (1969) | 7,75 | 7,8 | 6 | 7,3 | 9 | 6 | 7,8 | 6 | 17º | |||
‘The Man Who Sold the World’ (1970) | 9 | 7,5 | 7,5 | 7,5 | 8 | 7 | 7,3 | 13º | ||||
‘Hunky Dory’ (1971) | 10 | 9 | 9 | 9,5 | 9,9 | 10 | 9 | 6,5 | 2º | |||
Ziggy Stardust (1972) | 9 | 9,5 | 9 | 8,5 | 10 | 10 | 9 | 10 | 10 | 1º | ||
‘Aladdin Sane’ (1973) | 6,5 | 8 | 7,5 | 9 | 9,5 | 7 | 8 | 8 | 8,25 | 7 | 10º | |
‘Pin Ups’ (1973) | 9 | 7,2 | 7,5 | 7 | 6,75 | 6,5 | 15º | |||||
‘Diamond Dogs’ (1974) | 8 | 8,5 | 8 | 8,5 | 7 | 7,6 | 8 | 8,5 | 8 | 5,9 | 12º | |
‘Young Americans’ (1975) | 9,4 | 7,5 | 8 | 7,9 | 9,7 | 7,8 | 8,5 | 7,5 | 6º | |||
‘Station to Station’ (1976) | 7,8 | 6 | 8,5 | 10 | 9,1 | 8 | 10 | 8,5 | 7,3 | 5º | ||
‘Low’ (1977) | 9 | 8,5 | 9,2 | 10 | 9,8 | 8 | 8 | 10 | 9 | 8 | 3º | |
‘Heroes’ (1977) | 8 | 8 | 8,5 | 7 | 10 | 8,9 | 9 | 9 | 9 | 9,25 | 9 | 4º |
‘Lodger’ (1979) | 7 | 7,5 | 8 | 8,5 | 8,5 | 8,5 | 7,8 | 7 | 11º | |||
‘Scary Monsters (And Super Creeps)’ (1980) | 9 | 6,5 | 8 | 9 | 8,5 | 8,5 | 7,5 | 7,5 | 8º | |||
‘Let’s Dance’ (1983) | 9 | 7,5 | 7 | 7,9 | 7,3 | 7,5 | 7,5 | 7,5 | 7,8 | 14º | ||
‘Tonight’ (1985) | 6,5 | 7,5 | 5 | 4,5 | 6 | 4 | 5,5 | 27º | ||||
‘Never Let Me Down’ (1987) | 7,5 | 6 | 6 | 7 | 5 | 5 | 6 | 24º | ||||
*Tin Machine (1989) | 4 | 7,5 | 5,5 | 5,5 | 4 | 5 | 28º | |||||
*Tin Machine II (1991) | 5,5 | 7 | 5,5 | 5 | 26º | |||||||
‘Black Tie White Noise’ (1993) | 8 | 5,5 | 6 | 6 | 6 | 21º | ||||||
‘The Buddha of Suburbia’ (1993) | 8,5 | 6 | 6 | 20º | ||||||||
‘Outside’ (1995) | 7,8 | 5 | 6,5 | 6 | 5,5 | 23º | ||||||
‘Earthling’ (1997) | 7 | 7,2 | 7,5 | 7 | 5,25 | 8 | 18º | |||||
‘Hours…’ (1999) | 6,8 | 5,5 | 6,5 | 5 | 6 | 6 | 25º | |||||
‘Heathen’ (2002) | 9 | 7,7 | 6,5 | 6,2 | 5 | 7 | 19º | |||||
‘Reality’ (2003) | 6,5 | 7 | 6 | 6 | 5,8 | 22º | ||||||
‘The Next Day’ (2013) | 8,2 | 7,5 | 8 | 7,8 | 7,5 | 8 | 8,5 | 8,25 | 8,5 | 9º | ||
‘Blackstar’ (2016) | 6 | 7 | 9 | 8 | 9 | 9 | 9 | 8 | 9 | 7º |