Ghibli se mantiene fuerte

La distribuidora madrileña Vértigo Films, también productora del inminente estreno de Paco León ‘Kiki, el amor se hace’, tiene en su larga trayectoria un gran número de títulos. Si en sus inicios contamos con ‘Amelie’, el cine francés de André Téchiné en films como ‘Los juncos salvajes’ o el de François Ozon, en su catálogo también encontramos ‘Mulholland Drive’ e ‘Inland Empire’ de David Lynch, ‘Elephant’ y ‘Last Days’ de Gus Van Sant, las musicales ‘I’m Not There’, ‘Shine a Light’, ’24 Hours Party People’ o la reciente ‘Amy‘, el cine social de ‘El Hada Ignorante’, ‘El secreto de Vera Drake’, ‘De óxido y hueso‘, ‘La vida de Adéle‘ o la injustamente relegada de los Oscar ‘Carol‘. Varios centenares de películas en los que la animación tampoco ha faltado, de ‘Persépolis‘ a ‘Bienvenidos a Belleville’ pasando por ‘El viento se levanta’, o el doble salto mortal que acaban de dar con el estreno simultáneo de dos obras de Studio Ghibli. Una apuesta valiente para nuestra cartelera.

El cuento de la princesa Kaguya

Estrenada en Japón hace dos años, tras seis de realización y con un presupuesto de casi 50 millones de dólares, ‘El cuento de la princesa Kaguya’ supone un fin de ciclo para el Studio Ghibli. Tras la jubilación de Hayao Miyazaki con ‘El viento se levanta‘, es el turno de despedir a Isao Takahata, creador de obras como ‘La tumba de las luciérnagas’ o la mítica serie de televisión ‘Heidi’.

El relato de la princesa Kaguya -que significa «luz radiante»-, ofrece un gran desafío para Takahata: el de estar basado en un cuento popular de gran arraigo en la cultura japonesa, que ha pasado por infinidad de interpretaciones, sufriendo las inevitables comparaciones. Originalmente conocido como ‘El cuento del cortador de bambú’, donde un matrimonio de campesinos adopta a una niña que crece del mismo modo que la planta gramínea, la película adultera ligeramente el final, al no aparecer el monte Fuji, cima más alta de Japón y punto más cercano a la Luna.

Dos son los bloques de ambientación enfrentados que se van alternando. El primero rebosa de naturaleza confluyendo con lo fantástico, en armonía con la meteorología. El segundo es más terrenal, deslizándose entre demostraciones de amor frustradas, tradiciones ancestrales y la complejidad emocional familiar. Las dos partes quedan maravillosamente reflejadas en un dibujo suave de acuarela similar a la pintura tradicional, con variaciones de tonos pasteles, grises y pálidos dependiendo de los acontecimientos, y la estocada musical de Joe Hisaishi, compositor de ‘La princesa Mononoke’ y ‘El viaje de Chihiro’, entre otras partituras. 8.

El recuerdo de Marnie

Desde que Isao Takahata y Hayao Miyazaki anunciasen su retirada, el Studio Ghibli estaba en el punto de mira sobre su futuro. Con este último trabajo de Hiromasa Yonebayash, nominado al Oscar a mejor largometraje de animación, se disipan las dudas y se respira con alivio por el destino de la marca japonesa. Se confirma el dominio de la animación por la muestra de relaciones humanas de altas dosis de electricidad, si bien ‘El recuerdo de Marnie’ por momentos puede resultar algo edulcorada.

Esta adaptación de la novela británica ‘When Marnie Was There’ publicada en los 60 por Joan G. Robinson, una autora que dedicó el final de su obra a escribir novelas para adolescentes, cuenta la historia de dos amigas, bajo el fantasma familiar de la adopción de una de ellas. Un drama con poco lugar en principio para lo irreal, un elemento primordial en el estudio, que Yonebayash afronta con la intriga justa: hasta bien entrado el final, no se distingue lo fantástico de lo verídico. 7,4.

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Publicado por
Sr. John