He quedado con los Manel en la Plaça Rovira. A esa hora de la tarde bulle de tráfico, niños jugando, amigos charlando y todo el fragor que puede caber en el barrio de Gràcia. Manel están en plena vorágine promocional de ‘Jo competeixo‘, su cuarto disco. Una obra ambiciosa que muestra a un grupo empeñado en ir siempre un poco más lejos. Sentados en una terraza, fuman, hablan, se atropellan y se explican. Roger Padilla y Guillem Gisbert, locuaces, llevan casi todo el peso de la conversación. Martí Maymó y Arnau Vallvé, más reservados, se dedican a hacer puntualizaciones precisas.
Tengo la sensación que el sonido es muy diferente del anterior disco. He leído, en una entrevista, a Martí decir que prefería que hubiera gente que dejara de escucharos por cambiar que por repetiros. ¿Tan diferente creéis que suena ‘Jo competeixo’ a los anteriores discos de Manel?
Roger: «Suena diferente, por lo que nos dicen. Sobre todo porque ha intervenido una persona que no es ninguno de nosotros. Pero no suena tan diferente… porque las canciones las hemos seguido trabajando de una manera similar».
Guillem: «Bueno, eso al final era Martí contestando una pregunta en la que, seguramente, el periodista nos esté comentando: «Caray, ¡qué cambio!». Supongo que la pregunta debía ser si no nos daba miedo haber cambiado tanto, de ahí la respuesta. Cuando salimos del estudio de grabación, creo que la sensación fue de «¡qué bien suena!». La parte de Jake, la parte del productor, sí que se notaba y estábamos muy contentos.
Martí: «Antes de que saliera, mucha gente nos lo preguntaba, “¿Será muy diferente?” y no nos atrevíamos demasiado a…»
Roger: «… a decir: “¡Sí! ¡La hostia!”».
«Cuando pensamos en el público es en los conciertos. Pero cuando estamos preparando las canciones y grabándolas somos muy onanistas, entre comillas»
Pero no os planteasteis en ningún momento que a la gente no le fuera a gustar…
R: «No; no lo piensas, la verdad. Somos muy egoístas en esto. Pensamos en nosotros, en qué nos motiva, en lo que nos gusta en ese momento, y no paramos hasta no conseguir estar satisfechos con lo que estamos trabajando. Cuando pensamos en el público es en los conciertos. Pero cuando estamos preparando las canciones y grabándolas somos muy onanistas, entre comillas.
Arnau: «En el fondo, estás haciendo el disco que a ti te gustaría escuchar como «el siguiente disco de Manel»».
¿Teníais ya muy claro cómo queríais que sonara este disco antes de comenzar?
M: «¿De comenzar las canciones? No. No es algo que acostumbremos a hacer».
R: «Tuvimos una conversación previa sobre por dónde queríamos tirar, pero no nos definíamos. Nos dijimos: «vamos a probar, no nos cerremos puertas». Sí que había una línea de probar texturas más electrónicas, algunos sintetizadores e intuíamos que nos podía apetecer mucho ir hacia esa dirección. Pero sin canciones entre las manos, costaba decidir una dirección en concreto. Tuvimos una conversación, a partir de aquí salió la idea de hacer una lista de Spotify. Había canciones de todo el s. XX hasta ahora y… aun así, no tomamos ninguna decisión hasta que las canciones no tomaron un poco de forma».
«Jake Aron cumplía la fantasía que teníamos en nuestra cabeza: salir de nuestro entorno, que la persona no hablara catalán y se enfocara en trabajar las canciones sin coger la letra como un pilar indispensable»
¿Por qué Jake Aron y por qué grabar en Nueva York?
M: «Ir a Nueva York fue por Jake. Si él hubiera vivido en otro país u otra ciudad, allí hubiéramos ido. No fue “queremos grabar un disco en Nueva York”».
G: «Estábamos mirando productores y nos recomendaron a Jake, le enviamos un correo con la maqueta, nos respondió, nos pareció que lo que nos decía era interesante y estaba en nuestra línea».
R: «Cumplía la fantasía que teníamos en nuestra cabeza: salir de nuestro entorno, quizás grabar en un sitio donde poder dormir, que la persona no hablara catalán y se enfocara en trabajar las canciones sin coger la letra como un pilar indispensable. Y Jake cumplía esto. Sabíamos que nos podría hacer llegar a sitios que solos quizás no hubiéramos logrado».
Llegó virgen a vuestro sonido…
G: «No habíamos trabajado nunca con un productor. Llegó virgen y cargado de energía y eso es buenísimo, porque llevábamos año y medio trabajando en las canciones. El momento de la grabación es cuando has de poner toda la energía para que aquello quede tan bien como sea posible. Y que te aparezca un tío que viene con las pilas cargadas, que lo escucha con las orejas frescas, que le viene todo de nuevo… va muy bien».
R: «Le dimos la autoridad de que le metiera mano a lo que quisiera, aunque ya estaba bastante construido».
Grosso modo, creo que habéis buscado un sonido muy de los años ochenta, pero los no tan obvios; aparte de la referencia a ‘Graceland’, que se ha nombrado en todas partes, a mí también me recuerda a Battiato, a Dinarama…
R: «De sintes sí que podían salir esos referentes en el momento en que hacíamos las canciones. Y las guitarras las metíamos con un efecto, el “chorus”, que también connota mucho la época de los 80».
G: «Talking Heads sí que sonaban en algunas canciones».
«A partir del segundo disco, cada vez nos hemos ido alejando más del costumbrismo (…) Poco a poco, vas cogiendo confianza y supongo que te vas atreviendo a hacer cosas nuevas»
No solo habéis expandido el sonido, también las letras parece ir más allá del costumbrismo, del realismo mágico doméstico de discos anteriores.
G: «El primer disco tenía mucho, de costumbrismo. Cuando iba a buscar la imagen, la metáfora, salían muchas cosas del día a día. Yo tengo la sensación de que, a partir del segundo disco, cada vez nos hemos ido alejando más. No ha sido algo especialmente deliberado, supongo que lo de crear historias, fantasías que no vinieran de nuestra experiencia ha ido saliendo poco a poco. Hemos ido tirando hacia una cosa cada vez más fabulada, donde no hay una empatía tan clara, donde la persona que canta no está emocionalmente con el personaje. Imagino que, al final, a medida que vas haciendo canciones, las primeras veces sale la primera cosa que te pasa por la cabeza y, posiblemente, el costumbrismo es el primer estilo que te viene. Poco a poco, vas cogiendo confianza y supongo que te vas atreviendo a hacer cosas nuevas, a buscar imágenes que no estén tan cercanas a tu universo, a que las frases quizás no estén tan “en letra pequeña”, sino que haya lemas con letra grande y sean más contundentes».
La canción con la que abrís, ‘Les cosines’, para mí tiene un contraste muy grande entre la música, un punto ominosa, y el mensaje vitalista de las primas contra el discurso “dramático” del narrador.
G: «Sí, lo cogimos con contundencia, pero la idea primera estaba bastante marcada. Y sí, “les cosines” (las primas) son este personaje… en alguna fase de la canción el personaje era “la cosina”, el hecho de que fuera en plural es porque le daba un toque aún más turbio, pero es esta cosa hedonista, con capacidad de vivir el presente y pasarlo bien. Y la historia del otro personaje es esta especie de imposibilidad de acabar de disfrutar del presente por cosas que tienes en la cabeza… Hedonismo contra no hedonismo».
Hablando de hedonismo, quizás es una percepción mía, pero en este disco me parece que hay más luz, fuerza, que en ‘Atletes, baixin de l’escenari’.
G: «Pues fíjate que, en las entrevistas que llevamos, a menudo, nos han hecho la pregunta: “es el disco más triste que habéis hecho, ¿verdad?”».
R: «Quizás sí, que tiene más potencia…»
M: «A veces tiene que ver con los arreglos de las canciones».
A: «Yo también tenía la sensación de que el anterior disco era más crudo y eso hace que las canciones suenen más serias, en algunos momentos. Pero en cuanto a contenidos…»
G: «Con los arreglos a veces pasan estas cosas, que cambian mucho el tono de la canción, de la melodía y de la letra. Tú coges ‘Les cosines’ y la vistes de otra manera, con una guitarra acústica, mucho más tranquila y me imagino que tendría una pátina de nostalgia por ese pasado que está explicando que, en la canción, ahora mismo no está.
‘La serotonina’ es un homenaje a ‘La bilirrubina’ Juan Luis Guerra…
G: «Es un grande; un compositor de canciones espectacular. Tiene discos muy redondos».
Me da la sensación de que, en algún momento, cuando la cantas, tienes cierto deje rumbero…
G: «No, igual me sale sin querer…»
R: «Hay un “Mami, mira amunt”, pero es más bien caribeño».
G: «Rumbero no intento ser» (risas)
R: «Salieron muchos géneros en esta canción cuando la estábamos haciendo, pero la rumba no».
M: «Lo que sí es verdad, cuando estábamos grabando la voz, es que intentamos rebajarle un poco de alegría».
R: «A nivel de interpretación, buscábamos que el personaje que cantaba la canción tuviera un punto enfermo».
No sé si el catalán es un buen idioma para cantar salsa u otros géneros latinos (risas)…
G: «Bueno, supongo que si la canción es buena, puedes ir haciendo, pero son géneros que, directamente, si no controlamos, es muy complicado. En este caso, la primera idea, como se trataba de Juan Luis Guerra, era que fuera un merengue y lo tuvimos que cambiar, porque la cosa no funcionaba, no nos sentíamos cómodos».
¿Y eso que dices al final, «Això va per tots els Piscis»? ¿Es un guiño a muchas de esas canciones de salsa, reggaeton, etc, que empiezan con un «Esto va dedicado a…»?
A: «Es la típica broma que haces un día grabando una maqueta, que piensas que no entrará en el disco y que al final se queda».
R: «En una canción muchas veces salen ideas chorras, a veces las sacamos, a veces… se quedan».
De ‘Sabotatge’ tampoco queda nada claro si va sobre la venganza de una novia, de una ex novia…
G: «‘Sabotatge’ es de los ejemplos más obvios de una letra no excesivamente clara, pero tampoco excesivamente críptica. Hay un poco de misterio en lo que va pasando y esta sensación de…»
R: «…hacer una canción sin tener que dar todas las respuestas».
G: «Que haya unas pinceladas que sean emocionalmente potentes, pero que tampoco esté el misterio resuelto del todo, sino que unas frases creen un interés, un estado de ánimo, una pregunta y después múltiples interpretaciones».
Funciona muy bien como himno. Sobre todo el trozo de «i no em posarè de genolls». Y os confieso que al principio no me gustó demasiado. Pero ahora…
M: «¡Te encanta! (risas) Gracias».
Sí. Y no lo digo por quedar bien…
G: «Nosotros, cuando la elegimos como single, pensábamos que era una canción sencilla, que sería de las fáciles de escuchar. Y ha habido mucha gente que nos lo ha dicho, que al principio ‘Sabotatge’ no les acababa de gustar…
Es que la primera impresión que me dio era que había demasiados elementos, era un poco: “¡basta!”. Quizás no funcione como himno inmediato, sino como himno de largo recorrido…
G: «Nosotros hacía ya tanto tiempo que la veníamos trabajando que… Claro, yo ponerme dentro del cerebro de la persona que la escucha por primera vez de la nada…»
A: «Precisamente, nosotros la escogimos como single porque pensábamos que era de las más inmediatas a primera escucha. Quizás íbamos equivocados».
M: «Y es una canción que, a nivel melódico, no sigue un recorrido obvio, sino que tiene varias partes. Cuando cambia va a sitios que no te esperas y eso quizás puede descolocar un poco, hasta que te familiarizas».
Sobre el videoclip, tengo el encargo de preguntaros que cómo habéis llegado a hacer un vídeo donde aparece el cruising…
R: «(antes de que acabe la pregunta) Porque, cuando estábamos en Nueva York lo practicamos mucho (risas)»
G: «No te puedes imaginar lo que es Central Park…»
R: «… por la noche a partir de las ocho».
G: «Cuando se hace de noche, esa ciudad… ¡madre mía!».
R: «Nos tendrías que haber visto. Nos pusimos las botas».
M: «Buscando ideas de cosas “de rodillas”, se nos ocurrieron estas, que fueran asequibles para rodar con el tiempo y el presupuesto que teníamos».
R: «Un vez que salió la idea de hacer el clip alrededor de este concepto -escenas de diferentes personas poniéndose de rodillas-, nosotros y Sergi Pérez, el director, hicimos una lista muy larga de situaciones. Algunas las pudimos rodar, otras las tuvimos que buscar de archivo».
En ‘BBVA’ el título es anecdótico, pero ha desorientado mucho sobre la historia que narra la canción…
M: «Le daba una sensibilidad casi de precuela de la historia que se explica. Si la canción se hubiera llamado «Els fugitius» [los fugitivos], no hubiera habido más historia que esta».
G: «En algún momento del proceso dijimos “esta que se llama ‘Els fugitius’, si le ponemos ‘BBVA’ se entenderá que es de donde vienen de dar el golpe, y le dará un poco más de sal”. Nada más. Hubiera funcionado igual sin ese título».
‘Jo competeixo’, la canción, he leído que va de alguien que se pierde la vida por estar compitiendo, pero tengo la sensación de que estás dando una proclama. Por cierto, que me encanta el tramo de «enterrar la destral de guerra».
G: «Es que al final, en estas canciones donde el monólogo se descabalga, el cerebro de la voz narradora simula que corre rápido, pero en verdad es una cosa que has trabajado durante mucho tiempo. Sobre el hacha… Podrías cantar: «la destral de guerra mai s’enterra» y podrías quedarte aquí. Pero entonces, abres una puerta. ¿Qué pasa con el hacha de guerra? Abres esa puerta y entras en esa pequeña sala. Estas canciones van de esta manera, que de repente se fijan en un detalle y escarban mucho en él, luego siguen hacia atrás, vuelven a avanzar, me gusta mucho un tramo, se quedan ahí… y así vamos haciendo. La canción sí que quería destilar esta emoción de la competitividad, darle tanto espacio, buscarle tantos detalles y matices como fuera posible. Evidentemente, hay un punto, mientras la estás haciendo, en que buscas el juego en que la persona que la escucha se va a perder un poco, en qué es real y qué no es real. Esto, en el pop, en la manera que he tenido yo de escucharlo, forma parte de la gracia de escuchar canciones, de entender hasta qué punto el autor está aquí dentro… Hay un poco de emoción destilada, tampoco es una proclama de «aquí estamos nosotros». Hay mucho trabajo, mucha artesanía, mucho pensar en la canción más allá de nosotros.
Aunque el crescendo ha sido un recurso que habéis usado en vuestra obra anterior, en este disco os noto algo más épicos.
G: «Nos lo han dicho. Yo no era consciente. Lo de hacer los finales recurriendo a la épica, con las voces y los violines, en el primer disco lo habíamos utilizado, pero lo habíamos dejado de hacer. Y ahora hemos vuelto -un poco-. Tenemos un par de canciones que acaban muy arriba, realmente. ‘Temptacions de Collserola’ o ‘Avança, vianant’. ‘Petersburg’ también hay que ver lo épico que acaba».
R: «‘Jo competeixo’ (la canción), al ser tan larga y tan llena de rincones, también tuvo mucha faena, al trabajarla por partes. Bajar, subir… Uno de los puntos que también nos gusta es acabar la canción tal como comienza, lo que ayuda a cerrar el viaje».
G: «Queríamos un monólogo en que el personaje se enfadara, se tranquilizara, fuera agresivo, fuera débil, un poco de todo y que acabara en el mismo lugar en que había empezado».
¿Por qué el disco no está en las plataformas de streaming? [El disco se publicó el viernes 8 de abril, pero no se subió a las plataformas hasta el 15 de abril, días después de realizarse la entrevista]
G: «El disco estará en Spotify de aquí una semana. El hecho de que no esté es porque básicamente, los grupos de música hacen estas cosas de no poner el disco, o todo el disco, en las plataformas de streaming rápidamente porque tienen la ligera esperanza de que eso les ayudará a vender discos. No sabemos si eso funciona o no funciona, pero básicamente lo hemos hecho por esto».
Volviendo a ‘BBVA’, supongo que por el hecho de haber titulado así la canción, por el discurso de ‘Jo competeixo’, al final no sé si también hay alguna implicación política…
G: «Una pregunta, porque ¡me imaginaba que venía este tema! En general, a los grupos de música, ¿se les hace esta pregunta?».
«Cada vez que leo una entrevista a un grupo de música… ¡no están siempre declarando su posicionamiento político! Y en cambio, hosti ¡a nosotros nos lo preguntan siempre! ¿¿Por qué pasa esto?? Es curioso, porque parece que, con Manel, sea obligatorio hacer la pregunta»
Bueno, la verdad es que pensé que debía hacérosla…
G: «Es que tengo la sensación de que, cada vez que leo una entrevista a un grupo de música… ¡no están siempre declarando su posicionamiento político! Y en cambio, hosti ¡a nosotros nos lo preguntan siempre! ¿¿Por qué pasa esto?? Es curioso, porque parece que, con Manel, sea obligatorio hacer la pregunta. Yo leo muchas entrevistas a muchos grupos, los hay que hablan de política, que no… y a los que no hablan, no les preguntan que por qué no hablan de política. A nosotros, por alguna razón, nos lo preguntan. Es muy extraño. Pero… ¿por qué pasa?».
Porque imagino que, en Cataluña, con el tema del “Procés” y la independencia, al final parece que necesitemos que todo el mundo, que se posicione. Además, vosotros, junto con Mishima, sois los estandartes del pop catalán y eso hace que estemos más interesados en vuestra opinión. Confieso que, cuando estábamos preparando el especial sobre las elecciones catalanas, los primeros nombres en que pensé fueron: Manel y David Carabén.
R: «En este caso, siempre hemos tenido muy claro nuestro territorio, que son las canciones y hablar de lo que hacemos. Lo que sale de nosotros… se nos escapa un poco. No nos vemos autorizados para hablar de nada más allá de nosotros. A veces nos han pedido otras cosas que no tienen nada que ver con la política y tampoco hemos entrado. Es un tema ajeno a lo que hacemos nosotros».
También hay otra vertiente, la actual corriente crítica que exige que la música pop esté politizada, que reclama un posicionamiento o una implicación.
G: «En esto de la implicación necesaria del pop en la política, yo no estoy de acuerdo. Creo que puede haber pop que no hable de política y pop que lo haga, pero también puede haber un rincón para el hedonismo, para expresar cualquier tipo de emoción y que la política no sea parte del pop».
R: «Nosotros entendemos lo que hacemos como canciones y entretenimiento. Y si alguna vez entra política… a ver, a veces se ha colado, no de manera explícita. Pero una cosa es las canciones que hacemos, otra es posicionarse o no».
A: «Yo creo que hay de todo, pero el hecho de que, últimamente, haya grupos que, de golpe, se hayan estrenado con temáticas más políticas, de canción protesta, es una reacción muy normal con los tiempos que corren. Gente que considera que era necesario, que seguramente forma parte de las cosas que les preocupa en el momento de escribir una canción. Hay muchos motivos por los que puedes acabar haciendo esto. Nosotros tampoco nos hemos cerrado a no hacerlo, pero es difícil encontrar ideas de canciones que puedan ser buenas para que, encima, le apliques temáticas que no te sean propias».
M: «En el disco anterior, la última canción fue ‘Un directiu em va acomiadar’, por el momento que vivía -que vive- el país, y no sabemos, no nos lo planteamos, salió de esta manera… se van colando ideas».
G: «Yo lo veo igual, en una novela, en una película… y en la música igual. Al cine no se le pide tanta implicación política, y puede hacer su camino artístico sin estar relacionado, puede haber autores que no lo estén… y en la música puede ocurrir lo mismo. Nuestra manera de entender la música, no es por nada, siempre ha estado alejada de estas páginas de los diarios. Y no pasa nada. Ni una cosa es buena ni la otra. Cada uno hace un poco lo que puede y un poco lo que quiere».
Por eso me he dejado la pregunta política para el final (risas)
G: «Ah, no. Encantados de hablar sobre ello. Pero no acabamos de entender que haya tanto debate sobre este tema. Creo que es un debate un tanto artificial, que de aquí diez años no se hablará ya, de esto. Es como cuando, hace ocho años, nos preguntaban que si reivindicábamos el catalán, y que si por eso cantábamos en catalán –que era evidente que no era de esta manera- y ahora toca esto. Y no es algo que caiga del cielo, de la nada. Ha habido una crisis, estamos en un momento en que, quizás, se ha reclamado al arte que estuviera en contacto con lo que estaba pasando y entiendo que esta pregunta haya salido. Quizás de aquí un tiempo pasaremos por otra burbuja».
Foto: Arnau Valls Colomer.