Desde la primera vez que vi en directo a Javiera Mena en el Primavera Sound del 2011 la autora chilena solo ha publicado un disco, el estupendo ‘Otra era‘, pero, por lo que se pudo ver anoche en Barakaldo, es como si hubiera lanzado 8 trabajos más y se hubiera curtido en varias giras multitudinarias. Acompañada de 4 bailarinas a lo Grimes -Lucía, Sheila, Ana y Andrea-, Javiera lanzó sin cesar unas bases atronadoras que hicieron bailar a los asistentes. La sucesión de ‘Espada’, con una coreogría divertidísima, ‘Luz de Piedra de Luna’ y la casi obligada versión de Fiordaliso conformaron un triple combo irresistible que sirvió también para demostrar que a veces el pop para masas puede llegar a ser un género muy minoritario.
No es que Edwyn Collins necesite ningún extra para ocupar un puesto destacado en el cartel de cualquier festival que lo programe pero es cierto que, tras el doble derrame cerebral que sufrió, existe cierta curiosidad por saber cómo se encuentra. Más allá de unas secuelas físicas evidentes (parálisis de un brazo, dificultad para andar y para hablar) Collins demostró que puede seguir ofreciendo directos y que cantar es una de las capacidades que no ha perdido. Así, desgranando un repertorio que va desde lo notable hasta lo sublime, el autor de la archifamosa ‘A Girl Like You’ fue soltando perlas como ‘Loosing Sleep’, ‘Home Again’, ‘Low Expectations’, ‘Felicity’ o ‘Make Me Feel Again’ arropado por una banda que suplía las carencias que la enfermedad pudiera haberle causado. Un must.
PJ Harvey arrancó con ‘Chain of Keys’ y terminó con ‘River Anacostia’, ambas de su último disco ‘The Hope Demolition Project‘, que fue el protagonista del setlist. Entre una y otra, Harvey y los 9 miembros de su banda pudieron disfrutar de unos asistentes expectantes ante cada canción y que convirtieron el mundo en algo más apetecible al recibir ‘On Battleship Hill’ o ‘The Words that Maketh Murder’ como los hits que son. Se ha hablado mucho sobre la trayectoria de esta mujer y sobre la incuestionable calidad de sus trabajos pero poco hemos analizado su presencia escénica y cómo, a pesar de la multitudinaria banda y la escenografía, ella sigue siendo la absoluta protagonista. Y si a todo esto le sumas una interpretación enloquecida de ’50 Ft. Queenie’, el resultado que obtienes es que PJ Harvey se merece que le rindamos pleitesía al menos una vez a la semana. En lugar sagrado a ser posible.
Mientras Richmond Fontaine maldecía a la organización por hacerle coincidir con The Horrors y contaba a las 8 personas que estaban como público, la banda de Faris Badwan -que hacía doblete tras haber actuado con Cat’s Eyes- salía al escenario principal con su particular estilo apisonadora. Teniendo ‘Primary Colours‘, uno de los mejores discos de la década pasada, y ‘Skying‘ en su repertorio, poco importa que ‘Luminous‘ fuese una decepción en toda regla. Es imposible resistirse en directo a ‘I Can See Trough You’. Solo un concierto así puede hacer que perdone a la organización y a las interminables colas para acceder al recinto por hacer que no pudiera llegar a tiempo para ver a Cat’s Eyes.
Si Nacho Vegas y el Coro Internacional Matriarcal Antifascista que hizo que ‘Lo que Comen las Brujas’ fuese algo mítico, llenó hasta la bandera el escenario/teatro, Suede consiguieron otro tanto en el Escenario 2. ¿Siguen los de Brett Anderson publicando discos solo por la excusa para salir de gira y tocar los éxitos de siempre o tienen todavía algo que ofrecer? Después del concierto anoche, y por si alguien todavía no se había enterado, la respuesta correcta es la segunda. Con una propuesta que ya quisiéramos ver en muchos otros grupos, Suede tocó su último trabajo, ‘Nights Thoughts‘, detrás de una pantalla sobre la que se proyectaba la película que se rodó ex-profeso para el disco. ¿Hay mejor forma de obligar a los fans recalcitrantes o a los oyentes casuales a escuchar tu última propuesta? Tras las quejas, protestas, deserciones y lamentos en twitter (aquí mi favorito), la pantalla se levantó y, ya sí, llegaron ‘Animal Nitrate’, ‘Trash’ y ‘Beautiful Ones’, con la que terminaron. El sonido cristalino, la originalidad de la propuesta, la presencia escénica y el derroche de energía de Brett Anderson son cosas que justifican la existencia de un grupo y el pagar una entrada por verlos.
Fotos: Ignacio Urrutia (BIME).