La ironía es el común denominador de todos los personajes que representa Alberto González, casi siempre partiendo de protagonistas de la vida pública que todos conocemos y que en ‘Todos los hijos de puta del mundo’ son políticos, salvo alguna excepción. Ese empeño, aparentemente inconsciente, no desentona nada con la idea que tenemos de la celebrity de turno. Un claro ejemplo pueden ser sus cortos sobre Alejandro Amenábar, ‘Un día con Amenábar‘ y ‘Una noche con Amenábar‘. Una visión del director de cine tan recomendable, además de poco frecuente en la opinión pública, como la que hicieron en su día Jordi Costa y Darío Adanti en ‘Mis problemas con Amenábar‘.
Calificación: 8/10
Lo mejor: No se anda por las ramas, ni con medias tintas. La osadía de no autocensurarse. La historieta ‘Shake It Off’ con Esperanza Aguirre, ‘Necrofilia’ con Ana Botella y ‘Hacer las paces’ con Celia Villalobos.
Lo peor
Atentos al detalle de poner el pelo de su protagonista Fujio en la portada de ‘Tokyo Zombie’, de terciopelo negro y en plan afro. Un pelazo que luce tal cual en esta historia de apocalipsis zombie, lucha de clases por la supervivencia o combates de lucha libre, dentro de la corriente “heta-uma” de “malo pero bueno” de la que el japonés Hanakuma es el mayor exponente.
Fujio es un karateka al que le gusta practicar las artes marciales con elegancia, al que no le interesan las prisas en las peleas, ni tampoco que estén amañadas. Hanakuma proporciona al lector todos los componentes para dar rienda suelta a un delirio en el que se mezclan viajes por carretera en un camión de gran tonelaje, peleas absurdas, revistas porno, un maestro de las artes marciales, un protagonista asiático con el pelo a lo Jackson 5, el monte Fuji para cambiar su visión y por descontado los muertos vivientes. Un crisol que, sin dar rienda suelta a la risa a carcajadas, sí es divertido.
Calificación: 8/10
Lo mejor: La acción transcurre a toda velocidad. Sus 150 páginas se devoran en un suspiro.
Lo peor: El dibujo para los más refinados puede parecer basto. Fue publicado originalmente a finales de los 90. Después de más de 10 años de muertos vivientes con sagas como las de ’28 días/semanas después’, ‘The Walking Dead’ e incluso ver cómo ganaba un Goya la comedia cubana sobre zombis ‘Juan de los muertos‘, ¿cómo es posible que haya tardado tanto en editarse en nuestra país?
Cornellà se mantiene fiel a las historietas mudas de seis viñetas por página. Un formato breve pero intenso para lanzar unas píldoras de humor negro, que en muchos casos, serán difíciles de tragar por mentes fundamentalistas de lo políticamente correcto. Lo grotesco se enreda entre mutilaciones y el sadismo que, en contraste con el colorido luminoso y vivaz de los dibujos, muestra la condición humana desde una perspectiva nada amable. Los referentes tienen mucho en común con formatos como el televisivo, el digital o el publicitario – por lo visual y la inmediatez-, sin apenas influencias de otros autores.
Calificación: 8/10
Lo mejor: Despertar y fomentar aspectos de nuestra mente que por estar aislados no hacemos públicos. Parecer dibujos animados para niños sin ser nada de eso. La estética de los rostros de los personajes se ha convertido en una seña de identidad propia, como una marca publicitaria.
Lo peor: A medida que se devoran los relatos la mente del lector puede intuir algún final no tan inesperado. Algunos pueden pasar desapercibidos por no entenderse con rapidez.