Luis Costa: «Lo importante era situar a Valencia en una vanguardia musical de la que mucha gente no era consciente»

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Luis Costa: «Lo importante era situar a Valencia en una vanguardia musical de la que mucha gente no era consciente»

luiscostaLuis Costa, dj, periodista y jefe de prensa de Razzmatazz, publicaba a finales del año pasado ‘Bacalao‘, una historia oral con decenas de protagonistas ahondando en aquel fenómeno, en lo que fue antes de que llegaran los medios y en lo que se convirtió más tarde, cuando a los medios se les ocurrió asomarse por él. Un libro con el que descubrir buena música y conocer mejor los factores que provocaron la expansión del fenómeno y también los que provocaron su decadencia. Hablamos con su autor que además publicó una playlist con la música de la que se habla en el libro.

¿Cómo ha ido el libro? Vi que iba por la segunda edición.
De maravilla, estoy felizmente sorprendido. Cuando salió el libro, pensé que lógicamente podría interesar a quienes vivieron de cerca esta historia y a su círculo más directo. Y en mis mejores deseos estaba la idea de que llegara también a lectores de libros de música en general, y así ha sido para mi sorpresa: superado ese primer nivel inmediato, el libro ha gustado a gente que es más de otras escenas musicales o incluso gente ajena a la melomanía. Ahora va por su segunda edición ya y puede que antes de acabar el año tengamos que preparar la tercera.

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¿Alguna anécdota de sus presentaciones?
En la primera de todas, Nando Dixkontrol, después de tomar el control de la palabra en modo random sobre el tema que fuera que pasara por su cabeza, me sorprendió con un speech final donde me daba las gracias por haber escrito este libro tan necesario como revelador, situando esta historia valenciana en el lugar que le corresponde. No me lo esperaba y me emocionó. Huelga decir que Nando se comió la presentación, es un monstruo y un comunicador nato. Luego me lo volví a llevar al show que hicimos de ‘¡Bacalao!’ para el festival Primera Persona, que fue una experiencia fantástica, donde cerró con otro enjundioso y espídico monólogo. Y la de Valencia fue muy divertida, ya que varios de los protagonistas que estaban entre el público, agarraron el micro e intervinieron espontáneamente con intervenciones divertidísimas. En ambas pincharon djs que aparecen en el libro además, Amable, Nando, Fran Lenaers o Jose Conca.

«La presentación en Valencia fue muy bien, pero luego la repercusión e interés ha sido más bien escaso en la ciudad, y esto abre algunos interrogantes, ciertamente»

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Esta me da mucha curiosidad: ¿habéis notado que el libro se venda proporcionalmente mucho mejor en algunas comunidades? ¿Ha habido un interés completamente desproporcionado desde Valencia por él?
Pues no especialmente. Según parece, Barcelona y Madrid serían las dos ciudades donde ha habido mejor recepción del libro, allí es donde hay más ventas. Esto personalmente me ha sorprendido, nadie me ha llamado desde Valencia para dar alguna charla o participar en algún tipo de mesa redonda o evento relacionado con este tema. En su día sí hubo algunos periodistas locales que volcaron todo su interés y me felicitaron personalmente por el proyecto, pero no fueron más de tres. Y la presentación estuvo muy bien allí en Valencia. Pero luego la repercusión e interés ha sido más bien escaso, y esto abre algunos interrogantes, ciertamente.

¿Cómo te organizaste para documentar el libro y seguir con tu trabajo?
Ha sido un plan de trabajo que me ha dejado exhausto. Me he ido todos los fines de semana a Valencia durante año y medio, iba encadenando entrevistas desde por la mañana a por la noche en el hostal, donde me ponía a transcribir las entrevistas, también en los viajes de ida y vuelta, por las noches, los fines de semana…

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¿Por qué optaste por una historia oral?
Me atrapó este formato. No disponía de más información de primera mano. Había artículos de prensa de la época. Había visitado páginas y foros. Había leído el libro de Joan Oleaque, ‘En èxtasi’, pero no había mucho más. Valoré hacer un ensayo centrándome en lo que más me interesaba, la escena previa a la ruta del bacalao. Pero lo que me decían los entrevistados era tan interesante que la mejor manera de acercarse a la historia me pareció a través de su voz.

¿Cómo es el ensayo de Oleaque? No he tenido oportunidad de leerlo.
Es un ensayo breve, de unas 150 páginas, en valenciano y es de una editorial de Cataluña, lo que le redujo el impacto. Recogía el lapso desde finales de los 70 y el principio de Barraca hasta la Ruta, pero también hablaba de la posterior mutación maquinera en Cataluña, que a mí no me interesaba. Pasaba de manera muy breve por varias cosas, era muy riguroso, el ensayo es una maravilla, pero pasa de puntillas por algunos de los temas.

¿Qué es lo que más te interesaba?
La parte musical siempre me ha fascinado. Cuando tenía 17 años tenía amigos que bajaban a Valencia y cuando volvían volvían abducidos. Me llegaban historias entre la épica y la leyenda, y me pasaban cintas con unas mezclas increíbles. Yo empezaba a pinchar de manera amateur. Esa música la escuchaba en Barcelona, con dj’s fantásticos, me compraba esos maxis cuando lograba encontrarlos… He ido investigando, conociendo más música y, pasados los años, con el tiempo he sabido ir atando los cabos de ese magma musical. Hacía tiempo que quería escribir algo sobre música, porque soy periodista musical. Hablé con Contra, les propuse varios temas y este nos encajó porque había poca bibliografía.

«El bacalao con c se refería a toda esa música de importación de calidad, con lo que se quería decir «que había tema, percal»».

El libro es una amalgama de música muy dispar y que la gente no se esperaba, quizá: Stone Roses, Glamour, cosas industriales, siniestras, mucho rollo The Cure…
Cada discoteca tenía su personalidad, algunas eran más luminosas. Chocolate era muy siniestra, gótica y guitarrera, y Spook era guitarrera, pero sonaban más remezclas. Era un sonido más de «electrónica». En las cintas había temas muy diferentes. Era música que me podía parecer mainstream, según cuál, pero pinchada por ellos sonaba de otra manera. Lo fascinante era cómo ellos ponían esa música. La mezcla que había de estilos en los 80 era alucinante. Y Carlos Simó tenía claro que él iba a pinchar música blanca, que contrastaba con la música que se pinchaba en ese momento, que era música disco. En Barcelona también era así: sonaba italo disco en la mayoría de discotecas a las que yo iba, tipo Verdi o KGB… pero era completamente diferente. El bacalao con c se refería a toda esa música de importación de calidad, con lo que se quería decir «que había tema, percal».

¿Las cintas se conseguían pasando de mano en mano?
Sí, se supone que sí, el DJ grababa sus cintas, en la cabina se las pasaba a alguien y se hacían copias y copias y eran muy codiciadas. Había que estar metido. Si tenías suerte, te podía llegar alguna. Muchas no se oían muy bien pero daban una idea clara.

Se habla mucho en el libro de una mezcla de Fran Lenaers de Waterboys, Patti Smith y Death in June. ¿Nunca ha estado online?
No está online. Le pedí que hiciera esta mezcla para las presentaciones del libro, pero no consiguió grabarla. Estuvo pinchando en la presentación y no le dio tiempo. En su momento, grabó de la radio el directo de Waterboys de Glastonbury versionando a Patti Smith y pinchaba la cinta en Spook. Empalmaba con la canción original y en un momento dado se le ocurrió meter el disco de Death in June, que había comprado pero llevaba un año sin saber cómo pincharlo. Se le ocurrió hacer la mezcla y se le acercaba gente llorando en plan «tío, me has hecho volar».

Me han decepcionado los tops finales del libro hechos por sus protagonistas. Se habla de mucha música distinta en el libro, pero al final todo el mundo recomienda a New Order, Siouxsie, Joy Division…
Me comentaban que les costaba mucho más hacer el top que tirarse 8 horas hablando conmigo. La mayoría han de tener discografías brutales y ponerse a buscar… No sé si por falta de tiempo para buscar bien entre ediciones raras en vinilo.

¿Has descubierto música escribiendo el libro?
Un montón, cosas brutales. Un grupo de los 80 llamado los Comateens, The Last Man In Europe…

«Carlos Simó debe de tener unos 60 años y cuando va a pinchar se pasa 3 días pensando la canción con la que va a abrir. Después de 35 años de profesión».

¿Qué tal has visto a los protagonistas? ¿Están cascados? Algunos llevan en esto desde finales de los 70…
La mayoría están muy bien, siguen pinchando aunque hayan tenido otras profesiones, Quique Jaén es fotógrafo… Siguen teniendo un entusiasmo brutal por la música. Los valencianos son gente con un entusiasmo importante. Siguen siendo personas muy activas. Carlos Simó debe de tener unos 60 años y cuando va a pinchar se pasa 3 días pensando la canción con la que va a abrir. Después de 35 años de profesión.

¿Alguien que haya muerto en el camino y te hubiera parecido fundamental?
Igual Manolo El Pirata, que falleció, fue un DJ muy querido, todo el mundo habla maravillas de él, y también estuvo pinchando fuera de Valencia. Mani de Stone Roses me hubiera encantado, esa experiencia de llegar aquí un año después de su primer álbum y tocarlo por primera vez en Valencia, a esas horas de la mañana…

Luego está la ausencia de Chimo Bayo.
Vengo ya diciéndolo en todas las entrevistas, no hay más historias: se lo propuse, su intención era participar, pero pasados los meses se le complicó la cosa. Tenía otras prioridades.

¿Tú sabías que estaba escribiendo su propio libro?
Yo lo sabía perfectamente. Él me explicó que iba a sacar la novela y que estaba liado.

¿Los Gemelos sabían que les iban a poner tan a caer de un burro los otros protagonistas del libro?
No sé si hasta este punto, pero ellos van explicando que ya en la época les decían: «¿como podéis pinchar estas mariconadas?». Iban a las tiendas y les decían de todo. Ellos irrumpieron con una propuesta diferente, contradiciendo esa línea se supone vanguardista tan valenciana. Ellos ya eran conscientes.

Luego hay una importante ausencia de chicas en la historia oral, está Ana Curra, que tampoco es que pinte mucho. ¿Te ha agobiado que no hubiera representación femenina o simplemente es fruto de la época retratada?
Es eso, no tiene más. Es una lástima que no hubiera más mujeres y por suerte es una situación que ha cambiado. Hoy en día un libro sobre la escena recogería el testimonio de muchas mujeres, pero yo simplemente he dado voz a los protagonistas, que en su momento fueron en su mayoría hombres, empresarios, dj’s… Pero oye, si están ahí (más mujeres protagonistas), que salgan.

«No más «remember» por favor, y sí fiestas con buena música, de cualquier época. Siempre».

El libro acaba en el 95, quizá se echa algo de menos hablar del remember, la nostalgia que ha habido después, hay un momento en el que alguien dice que Valencia ha pasado a ser la ciudad 22ª en conciertos en España, que es algo inaudito. ¿Por qué ahí no te has detenido?
Es que no me interesaba. El ejercicio que me interesaba era sacar la historia oculta. Desde los 90 ya es más conocida. Hay más reportajes y artículos de prensa que hablan de ello y me parecía que lo importante era situar a Valencia en una vanguardia musical de la que mucha gente no era consciente. Es lo que he recibido después del libro y de hablar con la gente, que me han agradecido que haya investigado.

¿Qué opinas del remember?
El «remember» es algo que tiene poco que ver con esta historia. Es una revisión muy libre y superficial de aquella época a posteriori, ya a finales de los noventa y en los dos miles. Son fiestas donde se pincha un pastiche de música de los ochenta y noventa muy comercial que poco o nada tiene que ver con la esencia de lo que sonaba realmente entonces. Una fórmula grotesca pensada para atraer al máximo público posible. Si en el libro no se llega a entrar de lleno en la escena de los noventa porque es más conocida y tiene un menor contenido musical excitante, no digamos el «remember», que es la enésima vuelta de tuerca por volver a aquellos gloriosos días y seguir sacando partido a toda costa. No más «remember» por favor, y sí fiestas con buena música, de cualquier época. Siempre.

«La propia industria valenciana no fue capaz de reinventarse y mantener las cotas de vanguardia»

Trabajas en Razzmatazz, eres periodista, ¿se han sorprendido tus propios compañeros de este fenómeno?
Sí, incluso dj’s, músicos, periodistas, que sabían que esto estaba ahí pero no eran conscientes de la dimensión. Incluso Rafa Cervera en la presentación de Valencia lo reconocía, como protagonista de la historia. Después de leer el libro se dio cuenta de la dimensión al mirarla en conjunto. Yo creo que era importante que alguien rellenara las lagunas para dar una visión de conjunto.

Diego Manrique criticó la mitificación de la escena en una columna, alegando que no había fotógrafos ni mayor interés artístico en ella. ¿Qué te pareció su columna?
Sí, también vino a decir que no comprendía como apenas hay escenas de sexo en esta historia, cuando por aquellos días aquello funcionaba básicamente por los arrebatos sexuales de los fiesteros. Me parece directamente delirante esa columna. Y mira que cuando yo empecé en esto del periodismo musical, Manrique era para mí un maestro del asunto… Pero creo que lleva un tiempo entrando en espesos jardines de los que no siempre es fácil encontrar la salida. Reducir esta historia a calentones hormonales propios de adolescentes y desacreditar todo el sustrato cultural que la rodea, me parece un ejercicio periodístico cuando menos irresponsable. Me pregunto si se ha leído el libro e intuyo que no. Porque, entre otras cosas, uno de sus principales protagonistas es don Jorge Albi, legendario e irreductible periodista musical que sigue en la radio y pinchando, como ya hizo en Barraca y Barracabar. Anonadado me hallo.

¿Qué peso crees que tiene el documental que emitió Canal Plus en el fin del fenómeno? Porque El Gitano critica severamente desde antes, de un disco, que «ya era una basura de recopilatorio».
Fue uno de ellos pero influyeron varios factores. A raíz de ese documental, este tema se hace público y evidente. Y un tema sería el de la presión política con los controles, pero antes, la propia escena, los gestores, la propia industria valenciana no son capaces de reinventarse y mantener las cotas de vanguardia. En lugar de eso nos encontramos una escena más pobre y menos vanguardista. Al público nuevo no le interesa tanto eso sino otras cosas relacionadas con la fiesta. Quedarían varias preguntas en el aire. ¿Qué hubiera pasado sin presión mediática? ¿Se hubieran mantenido las salas? ¿O hubieran muerto de éxito?

También hay un momento en el que parece que al desaparecer la mescalina se acaba la alegría.
No, no, no, cuando aparece la mescalina es un fenómeno muy temprano. Se atribuye el origen de las mescalinas al primer after-hour de la zona, en el 81. Pero sea como sea, a principios de los 80 cuando aparece esa sustancia, la escena no está desbordada y el consumo es minoritario. Cuando desaparece aparecen otras, y en cualquier caso lo relevante es la cultura musical de los valencianos, que les hace seguir esta escena.

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