También emerge en forma de influencia musical, especialmente en una ‘Sugarboy’ cuyos coros remiten a ‘Boys Keep Swinging’ y a la etapa electrónica del Duque Blanco en los 90, si bien ‘MASSEDUCTION’ es un disco abierto a múltiples sonidos y texturas. Algunas reconocibles en toda la carrera de St. Vincent –como ese característico zumbido de su guitarra– pero muchas insólitas como ese lado funky tan Prince que refulge en las vibrantes ‘Masseduction’, el medio tiempo ‘Savior’ o la que se eleva como la canción más icónica de esta etapa, ‘Los Ageless’. Pero en esta producción que Clark comparte con el habitual John Congleton y Lars Stalfors (Foster The People) y, sobre todo, con Jack Antonoff, también encontramos guiños a Gary Numan, ABC o Depeche Mode, acentuando el carácter sintético de su sonido 2017.
Pero esa exagerada máscara de neón, brillantina, maquillaje, colores ácidos y estudiadas poses que marcan esta era y que tan bien reflejan sus fantásticos clips, son una especie de decorado tras el cual se esconde una realidad mucho más cruda, triste y cercana a lo terrenal de lo que aparenta (“I am a lot like you”, canta aparentemente al oyente en ‘Sugarboy’). Parece una especie de alegoría, como si quisiera mostrar que la artificiosa vida de lujo y fama que supuestamente le devino tras ganar el Grammy al mejor disco alternativo en 2014 y vivir un romance con la modelo, actriz, cantante (su voz, por cierto, es la que relata esa lista de pastillas para dormir, comer, follar… en ‘Pills’) y socialite Cara Delevigne tuvo, en realidad, tantos momentos oscuros como la de cualquiera.
De hecho, teniendo en cuenta que ha dicho que ‘MASSEDUCTION’ es su disco más íntimo, no resulta complicado entrever en estas letras la frustración de, precisamente, tener una relación sentimental con una celebrity (‘Slow Disco’, ‘Young Lover’) o lidiar con la normalización de las adicciones, ya sea a los estupefacientes (’Pills’), a la tiranía de los roles estéticos y de género
(‘Los Ageless’) e incluso al sexo, parcela en la que deja algunos de los momentos más inspirados, divertidos y controvertidos del disco. Si en ‘MASSEDUCTION’ (“Seducción masiva”, más descriptivo imposible) asegura ser incapaz de controlar su libido (“no puedo detener lo que me excita / te sujeto como a una pistola”) entre referencias a Charles Mingus y Nick Cave, en ‘Savior’ detalla juegos de rol sexual (cuero, monjas y enfermeras) que esconden cierta culpabilidad e insatisfacción. Esa dualidad alcanza su máximo exponente en la amarga ‘Happy Birthday, Johnny’ –quizá dirigida al mismo ‘Prince Johnny’ de ‘St. Vincent’, aparentemente perdido en adicciones y que reprocha a Clark su actual estatus semi-estelar– y en la solemne ‘Smoking Section’, en la que aborda con cierto romanticismo y teatralidad la idea del suicidio.Esa ambivalencia lírica también se traduce en el plano musical, con la tristeza salpicando aquí y allá un álbum que se cierra de manera lúgubre y con unos arreglos propios del Sufjan Stevens más emotivo, contrapuestos a esa exuberancia funk-soul de los singles que mencionábamos antes y algunos momentos en los que el estilo propio de Annie Clark se hace más reconocible (‘Fear The Future’, ‘Young Lover’). Pero eso no resta un ápice de coherencia y unidad a un disco que, más allá del fulgor de sus adelantos, va calando poco a poco. A ello contribuye un sonido espectacular, monumental, en el que se siente que cada uno de los implicados –y son muchos: aparte de los productores citados, encontramos el fabuloso piano del reputado Thomas Bartlett (AKA Doveman), el saxo de Kamasi Washington, la voz de Jenny Lewis, la steel-guitar de Greg Leisz, el bajo de mitos como Pino Palladino y Mike Elizondo o la singular colaboración del dúo de jazz Tuck & Patti, tío y tía de Annie que la iniciaron en el mundo de la música– da lo mejor de sí. Con Annie a la cabeza, que apenas emplea su guitarra para dejar retazos aquí y allá y, a cambio, se esmera en ofrecer una impronta mayúscula como vocalista.
Aunque es cierto que es un disco menos fácil de lo que dejan ver sus adelantos, y que parte del álbum parece sostenerse más en lo estético que en lo compositivo (da la sensación de que algunas de estas canciones –‘Savior’, ‘Pills’, exceptuando su majestuosa coda– quizá no resistirían la prueba de someterse a un tratamiento puramente acústico), no es frecuente encontrar en nuestros días un álbum tan icónico, personal, seductor, emotivo, cargado de significado y digno de ser recordado a lo largo del tiempo como este ‘MASSEDUCTION’.
Calificación: 8,8/10
Lo mejor: ‘Los Ageless’, ‘New York’, ‘Masseduction’, ‘Happy Birthday, Johnny’, ‘Smoking Section’
Te gustará si te gustan: David Bowie, Prince, Perfume Genius, Sufjan Stevens
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