Tres ciudades. Tres amigos. Tres mil tópicos. El nuevo vídeo de Joseph Kahn para Taylor Swift comienza con un detalle que es toda una declaración de intenciones. La cantante descorre las cortinas de su habitación para, ¿que entre la luz de la mañana? No, para que veamos las vistazas nocturnas de las que disfruta. Empieza la fiesta. Miami. Desde la célebre entradilla de ‘Corrupción en Miami’ parece que no hay director que se resista a “entrar” en la ciudad de Florida por mar y con planos desde un helicóptero. Yates, deportivos y… lo realista hubiera sido cocaína, pero Kahn lo sustituye por un inocente combinado. Segunda noche. Tokio. El paso de una ciudad a otra se produce por medio de un montaje de planos inesperados. El fin de fiesta playero de Miami irrumpe, como un recuerdo ¿resacoso?, en el comienzo de la de Tokio. Los karaokes de ‘Lost in Translation’ (2003) se mezclan con las motos de ‘Akira’ (1988) en un ambiente de exaltación amistosa iluminado con luces de neón. Tercera noche. Londres. Lo típico: fiesta en una mansión con pinturas de Joshua Reynolds en las paredes, viajes en routemaster por las calles más turísticas de la ciudad y falafel de madrugada con un bulldog inglés a tus pies. Ah, y no podía faltar el arañazo irónico: Swift jugando una partida al Snake.
En 2006, Sofia Coppola sufrió la ira de la crítica jacobina en la corte de Cannes. Su María Antonieta con calzado deportivo comiendo pasteles al ritmo de los Strokes hizo que muchos pidieran instalar una guillotina en la Croisette para cercenar su cabeza. Siete años antes, en 1999, Luc Besson fue condenado a la hoguera cuando desafió las convenciones del cine histórico en la efectista pero estimulante ‘Juana de Arco’ (1999). En su nuevo vídeo, Katy Perry se sirve de estas dos referencias para hacer una parodia de esas que tanto le gustan. ‘Hey Hey Hey’ utiliza el anacronismo como recurso cómico. Ambientada en un Versalles pop, esta María Antonieta también tiene sus Converse: una camiseta de Mozart/Metallica, un café Napoleon’s/Starbucks o un móvil con el que hace videoconferencias con el rey. La caracterización porcina del Capeto pone en relación el vídeo con el reciente hashtag #balancetonporc, a la vez que abre un subtexto feminista hecho de corsés bien apretados, dietas de adelgazamiento y cinturones de castidad. María sueña con una Juana multicolor para liberarse de Luís en una pelea de videojuego al más puro estilo ‘Scott Pilgrim contra el mundo’ (2010). Sueño que se hará realidad, aunque sea demasiado tarde.
Un mal golpe en la cabeza puede hacer que veas el mundo como si estuvieras en ‘A Scanner Darkly’ (2006). Algo así le ocurre al mago que protagoniza ‘When You Die’, encarnado por Alex Karpovsky, actor de la serie ‘Girls’ y de varios mumblecores (a destacar la estupenda ‘Beeswax’). Planteado desde el principio como un relato onírico, el vídeo avanza desde la lógica espaciotemporal de un sueño hasta la pura psicodelia. Por medio de una ingeniosa pirueta narrativa, observamos un sueño premonitorio dentro del mismo sueño. El mago se despierta, “desayuna”, actúa y, cuando mira hacia arriba, se vuelve a despertar. La segunda vez el sueño se cumple. Ya no despertará. Desde ese momento comienza un viaje hacia la muerte visto como una experiencia lisérgica, un trayecto a través de un entorno cambiante de formas, colores y texturas que desemboca en un paisaje de pesadilla. La aparición de una sala de operaciones y esas calaveras finales nos dan una posible pista sobre el significado del vídeo. ¿Y si las verdaderas experiencias cercanas a la muerte, conocidas como ECM, no fueran ese plácido camino hacia la luz que cuentan los que las han vivido, sino un viaje hacia a la oscuridad representada aquí como un encuadre que va disminuyendo hasta desparecer?
En ‘Melancolía’ (2011), Lars von Trier utilizó la proximidad de un cataclismo interplanetario como pregnante metáfora sobre el estallido de un armagedón emocional. El vídeo de ‘Connected By Love’ parece seguir una estrategia narrativa parecida. Jack White, caracterizado como un hombre que no parece pasar por su mejor momento, canta compungido las desoladoras estrofas de su canción mientras tres historias se desarrollan fuera de la habitación. En un clima de apocalipsis inminente, tres familias de distintas etnias y ámbitos geográficos intensificarán sus lazos afectivos, sus “conexiones amorosas”, tras experimentar un suceso traumático: una paliza, la enfermedad de un familiar, la visión infantil de un animal muerto. Tres historias que se van intercalando por medio de un montaje lleno de planos cortos, cuyos protagonistas se encuentran constantemente “vigilados” por una enorme esfera que amenaza la Tierra. Al final, la llegada del planeta provocará una conexión entre todos los protagonistas por medio de un rápido montaje de sus ojos mirando directamente a los nuestros.
Ana Lily Amirpour se dio a conocer hace tres años con ‘Una chica vuelve a casa sola de noche’ (2014), un atmosférico relato de vampiros dotado de una hipnótica potencia visual. Tras la fallida ‘Amor carnal’ (2016), la directora de origen iraní regresa con un corto musical para Kenzo que ha escrito junto a la cantante Karen O. El filme comienza con una secuencia de una sesión de fotos que es un explícito homenaje a ‘Blow-Up’ (1966). Como en la influyente película de Antonioni, la fotografía revela “otra realidad”; en este caso, la aparición casi fantasmal de una modelo (Jessica Henwick, la Nymeria Arena de ‘Juego de tronos’). El que la mujer esté acompañada de una tarántula podría hacer referencia a la protagonista de ‘Tatuaje’ (1966), del director de culto Yasuzo Masumura (quien, casualidad o no, estudió cine con Antonioni). Luego, por medio de un flashback, se establece un diálogo, verbal y visual, entre fotógrafo y modelo. La melancolía que recorre esta primera parte se transforma en un melodrama cantado en la segunda. Las voces se pisan en el interior de un karaoke hasta que la voz de ella se va apagando como, ¿el amor entre ellos, la vida de la modelo?