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5 razones para leer ‘Camino Soria’, aunque no te gusten Gabinete Caligari

La prestigiosa editorial Contra ha editado este mes un libro sobre ‘Camino Soria’ escrito por Edi Clavo, batería y co-autor del propio grupo, Gabinete Caligari. Hace poco hablábamos con Jaime Urrutia sobre la necesidad de reivindicar este disco completamente histórico para el pop español, con motivo de su 30º aniversario, y la edición de este libro supone toda una sorpresa a varios niveles.

Por supuesto, es una gozada zambullirse en la historia de su grabación, los detalles de su composición, su promoción, su gira de más de 120 conciertos por toda la geografía española o sus ricas influencias, que van de los Rolling Stones y las Supremes al country de Johnny Cash y Hank Williams, pasando por cosas menos manidas como ‘Brasil Pop’ de Jayme Marques, ‘Getz/Gilberto’ o el disco en vivo ‘Vinicius de Moraes en La Fusa’. Pero lo llamativo es que, Clavo sabe pasar de lo concreto a la general para ofrecer un relato rico e interesante incluso para quienes no sepan quiénes son Gabinete Caligari. Aquí van 5 buenas razones para leer este libro:

1.-El descubrimiento de Edi Clavo como Morrissey español

¿Pero Edi Clavo sabe escribir? Suele asumirse que quien sabe escribir en un grupo es el cantante, normalmente autor de las letras, y a veces ni eso, pero Clavo es licenciado en Historia del Arte por la UCM y su relato, aunque a veces algo rococó y muy puntualmente repetitivo, resulta ágil y mordaz, sobre todo a partir del tercer capítulo. No se revela precisamente como fan de los Smiths en este libro, pero este sí consentiría un top 10 con las citas más incendiarias. Hay cierto machismo en la evaluación de algunas artistas y muy especialmente periodistas por sus atributos físicos, también algo de «ageism» (esos críticos «rozando la senilidad»), pero en general hay que agradecerle que sea tan políticamente incorrecto como al fin y al cabo fueron los 80.

Habla del synth-pop de Duran Duran y Spandau Ballet como «horteras con sintetizadores», describe a Robert Smith como un «orondo y alucinado componiendo nanas y oratorios góticos a partes iguales», califica ‘La Isla Bonita‘ de Madonna como «canción ridícula», hablando de las horas bajas de Neil Young dice de Geffen Records que es una «discográfica errónea y yuppie» y concluye a la caída de Rick Astley: «¡Qué gran pérdida para nadie!». Especialmente sorprendente es esta cita sobre «The Jesus»: «ruidismo vacuo, gafa de pasta y cardado bufo de los igualmente letales The Jesus & Mary Chain». Aunque no siempre estés de acuerdo con sus opiniones, las carcajadas están garantizadas.

2.-No es un libro sobre la Movida

Edi Clavo te sitúa en un tiempo en el que Julio Iglesias comparte lugar en las listas con Mecano y Serrat con Radio Futura. No faltan referencias a ‘La bola de cristal’ o el «mítico» viaje en tren con varios grupos de la Movida que se hizo de Madrid a Vigo a modo de hermanamiento, pero es una victoria que ‘Camino Soria’ no sea un libro sobre la Movida, todo el talento que había en Madrid en aquella época o cuánto había molado el Rock-Ola. Al contrario, Edi Clavo pasa más bien por encima de todo aquello para hablar de las canciones, por ejemplo, sobre cómo dictaba la moda que había que grabar las baterías y las voces en la época, y sobre cómo había decaído el rock en aquellos años. Por una vez, alguien ha dado igual o incluso mayor importancia a las canciones y a los sonidos que a lo guay y lo no guay de La Movida (que también aparece en el libro).

3.-El cuestionamiento de la anglofilia

Antes de que la crítica celebrara las producciones aflamencadas de Rosalía y Niño de Elche, toda una generación de indies se miró en las influencias anglosajonas -sobre todo noise y soft-pop-. Pero antes de ellos, muchos grupos de la Movida se miraron obsesivamente en neorrománticos, góticos, post-punkies etcétera. Gabinete Caligari nacieron así, sobre todo por el influjo de Eduardo Benavente. Sin embargo, pronto fueron tildados como grupo de «rock torero» y, pese a las citadas influencias anglosajonas, también utilizaron el folclore, la geografía o los sonidos de nuestro país para enriquecer su obra.

Así, Edi Clavo describe su hit primigenio ‘El calor del amor en un bar’ como una «tarantela napolitana», una «saeta acelerada», pero también como «un pasodoble español». Atentos a esta impagable cita: «siempre nos habían repelido las ínfulas cosmopolitas de muchas de las poses colectivas aventadas por los cabecillas de la Movida, sus ansias ortopédicas de sacudirse el pelo de la dehesa de lo carpetovetónico, que si ‘Groenlandia’, ‘Cita en Hawaii’, ‘Hawaii, Bombay’, ‘Lobo hombre en París’, ‘Venezia’ y otros manifiestos fatuos de mundanidad impostada».

4.-La reivindicación del concepto «álbum»

En unos tiempos en que cada vez está más asumido que el formato álbum está en decadencia y que las plataformas de streaming han vuelto a alzar las alas del formato single, es una verdadera gozada comprobar cómo un grupo, por contrato con una multinacional, pasaba semanas planeando los detalles de un álbum. Y eso incluye el sonido de las canciones y la coherencia de la obra como conjunto, pero también su portada minimalista y anti-comercial si pensamos en los cánones de la época, las fotografías adecuadas para el encarte, o los detalles de los vídeos. La parte en la que Clavo habla de la importancia de la portada del primer LP de Elvis Presley o el «Sgt Pepper’s» de los Beatles es una gozada por situar temporalmente cuándo las portadas empezaron a ser de verdad importantes para provocar el consumo masivo o dar ínfulas de obra artística.

5.-El retrato colateral de RTVE

En las primeras páginas del libro, Edi Clavo realiza un recorrido por la prensa de la época que ni en la asignatura de Historia del Periodismo Español de Ciencias de la Información. Es tan exhaustivo hablando de los programas y revistas de la época que hasta para los que vivimos de esto se roza el tedio justo en una primera parte del libro que debería enganchar. Sin embargo, es de agradecer que haya sacado punta a los programas de RTVE de la época. La sangre que hace muy especialmente de la tristeza de ‘Tocata’, ‘A tope’ y ‘Aplauso’, sus focos de colores o la manía de echar a los grupos bien de humo blanco resulta muy graciosa. En una ocasión critica «esa obsesión por recrear un ambiente nebuloso, un émulo barato de performance de Genesis o Kiss» y en otra el «sempiterno halo de niebla artificial a medio camino entre el gas Zyklon B y un sahumerio de catedral; una persistente niebla de incienso que se anudaba en las gargantas para mayor regocijo del iluminador y perjuicio de los ejecutantes».

Aunque Edi Clavo habla con cariño de varios locutores de Radio 3, no puedo dejar de compartir su hilarante retrato de los estudios: «aquel caserón semidesierto en una esquina de Prado del Rey al que llegabas a deshora, en la oscuridad de la noche, entre una chopera azotada por el viento y una recepción de pesadilla donde te acreditaba un funcionario que parecía de la Stasi. Te colocaban una pegatina entelada con el anagrama de RTVE y subías en un ascensor sobredimensionado acompañado por un propio. A continuación aparecías en un pasillo como de la película ‘El resplandor’, con una ristra de locutorios apagados, salas de control muertas, habitáculos siniestros. (…) Los 40 Principales era otra cosa». Tampoco hay que perderse su relato del programa de Nochevieja 87 en el que participaron Gabinete. Sí, sí, el de Sabrina… 8. Disponible en Amazon.

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Publicado por
Sebas E. Alonso