David Carabén (Mishima): «Que te metan en la cárcel por un acto de libertad de expresión (…) es una cosa que cualquier músico se siente llamado a denunciar»

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David Carabén (Mishima): «Que te metan en la cárcel por un acto de libertad de expresión (…) es una cosa que cualquier músico se siente llamado a denunciar»

Ara i Res’, uno de los discos más redondos de Mishima, está a punto de cumplir un año. La banda está de gira y este sábado toca en el Teatro Barceló de Madrid con Joan Miquel Oliver, otro grande de la música en catalán. Sobre el disco, la libertad de expresión y la situación en Catalunya hablamos por teléfono con David Carabén, líder y alma del grupo.

‘Ara i res’ es un disco que, comparado con los anteriores, es muy vital, optimista, aunque también contenga cierto poso melancólico. ¿Es mi sensación o es realmente lo que querías transmitir?
Tengo una tendencia a ponerme nostálgico; eso es lo que más me sale, seguramente. Con los años, a medida que he aprendido a escribir y componer canciones, a medida que me he profesionalizado, voy intentando escribir canciones a diferentes horas del día, no sólo por la tarde, que es lo que hacía cuando trabajaba en otras cosas que no eran la música, porque era el único rato que tenía para componer. Tenía entonces más tendencia a escribir cosas más nostálgicas, porque a última hora de la tarde estás más cansado. Cuando comienzas a componer por las mañanas, la cosa es diferente. Empiezas a escribir canciones más optimistas y animadas.

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Cuando me planteo hacer un disco, siempre trato de equilibrar las cosas, mostrar las facetas de lo que podemos ofrecer en ese momento, tanto la banda como yo como compositor. No me gusta quedarme sólo en un estado de ánimo, en una temática o en un capítulo. Intento emprender la tarea de hacer discos como un novelista emprende la de hacer una novela. Una novela te tiene que enseñar todo el mundo, no sólo la visión del personaje; todo un universo de referentes y situaciones en que un personaje prospera o progresa para bien o para mal, te ha de enseñar un trozo de la vida. Yo intento que [los discos] sean lo máximo de completos. Por eso intento mostrar la parte más negativa, pero también la más positiva y luminosa.

«[Sobre ‘Ara i res’] No sólo hay desencanto sino también una constatación de que estás aquí. Es tu turno de decir cosas y seguir viviendo»

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El título del disco, ‘Ara i res’, está sacado del poema ‘Tot són preguntas’ de Joan Vinyoli, adaptado en la canción del mismo título. Un poema sobre el desencanto…
Un poco sí, pero tampoco es un desencanto definitivo, porque hay una reivindicación del ahora, de estar vivo. Eso es lo que me interesaba en realidad de este poema; no sólo hay desencanto sino también una constatación de que estás aquí. Es tu turno de decir cosas y seguir viviendo. Por mucho que aceptes que algunas cosas han acabado, aún estás aquí y, entonces, ¿qué haces con el tiempo? Hay, pues, esta ambivalencia que yo encontraba muy interesante para una banda que ya llevaba siete discos (este es el octavo). “Ahora que ya hemos hecho de todo, ¿qué toca?”.

La canción que sí que creo que resume esto que comentas a pesar de que, melódicamente suena triste, es ‘S’haurà de fer de nit’. Al final el mensaje es positivo, de carpe diem; hay un verso que dice “No hi ha res que encengui la vida/millor que entendre que ens hem de morir” (“no hay nada que encienda la vida/mejor que entender que nos tenemos que morir”).
Es una de las lecciones de hacerte mayor, saber que no hay premio sin algo de sacrificio antes, que no le exprimes todo el jugo a la vida sin aceptar que tiene un lado oscuro. Y, por eso, ‘S’haurà de fer de nit’ puede un canto a la vida, aunque digas que aún es de noche, que tenemos que apretarnos el cinturón, hacernos fuertes y aceptar esta parte de sacrificio, de asumir que no todo son flores y alegría.

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Una de las letras que más me gustan es la de ‘Menteix la primavera’, que es muy sarcástica pero, a la vez muy tierna. ¿Qué parte hay de recurso literario y qué parte hay de realidad en la canción?
Este es el juego que me gusta. Todos los artistas que me han gustado jugaban. Es esta cosa de convertirte en personaje de tu propia vida para, de esta manera, aceptarla mejor, afrontarla con una nueva mirada, quizás más existencial. Si hay una cosa que no puedes acabar de entender o de aceptar pues bueno, ¡cántala! Y, posiblemente, acabarás bailando. Creo que toda esta sensación de fracaso, de final, que nos puede sobrevenir a la gente que hemos llegado a medio camino de nuestra vidas, en vez de convertirlo en una razón para cortarte las venas, pues lo usas al revés, porque estamos vivos y estamos jugando. Y si lo ves todo como un juego, al final te lo acabas pasando bien.

‘Posa’m més gin, David!’ sí que está basado en hechos reales, ¿no? Aunque, en este caso, sean hechos reales en que cualquiera se puede sentir reflejado, porque es un homenaje a tus padres usando el tópico literario del ubi sunt?.
Hay tres o cuatro cosas ahí dentro. Cuando te tomas un poco en serio esto de componer canciones y te das cuenta de que estás en un género o disciplina que está muy asociado a la juventud, a la primera explosión de la vida, a los primeros enamoramientos, las primeras sensaciones, las primeras sensualidades… y ya cumples tus cuarenta años, enseguida tienes la necesidad de constatarlo, de cantarlo, como aquella canción de Serrat, ‘Fa vint anys que tinc vint anys’. En mi caso, mi canción de los cuarenta años sería esta. ¿Y por qué la hice sobre el gin? Pues porque dos de las canciones que, en el repertorio de Mishima, han tenido más repercusión, han sido ‘Qui n’ha begut’ (de ‘Set tota la vida’) y ‘L’última ressaca’. Estas dos canciones usaban el alcohol como una metáfora del entusiasmo por la vida. Entonces quise jugar con la misma metáfora pero trasladándola, en una especie de flashback total, al momento en que se despertó en mí el misterio y el interés por los brebajes. Allí dentro de esa cosa había muchos misterios de la vida. Este es el origen de la metáfora, que inserté en una circunstancia real de mi vida, esas cenas y encuentros de mis padres con amigos, en que yo hacía de camarero. Recuerdo en especial eso, servir gin tonics, porque mi padre los hacía muy bien. Hablo de la época previa a las ginebras premium, cuando el gin tonic era una bebida más popular. La época de finales de los setenta, principios de los ochenta, que es la de la Transición, en que todo el país se hacía muchas preguntas, en que también se tenían muchas añoranzas y muchos mitos. Los mitos eran de una generación que no es la mía y cuando eres un niño y escuchas a tus padres hablar de Josep Pallach, Josep Pla o Neeskens me preguntaba: “¿quién demonios son esta gente tan interesante?”. Igual que te preguntabas sobre el gin, “¿por qué me piden más?”. Cuando ya tienes más de cuarenta años y has respondido más o menos a estas preguntas, lo que echas de menos es a ese niño, a esa curiosidad por los misterios de la vida. Canto a esa época en que todos esos misterios se presentaban y despertaban mi curiosidad.

«Cuando éramos niños pensábamos que seríamos más felices, más ricos y mejores que nuestros padres. Y muchos de nosotros nos hemos encontrado con que incluso hemos bajado de clase social»

Y ya que has hablado de la Transición… El optimismo y la alegría vital que destilan el disco contrastan con la actual situación política y social. ¿Te encuentras igual de optimista ahora que cuando lo sacaste?
Es que es muy complicada la situación. Pero creo que ya venimos de unos años en que lo está siendo, ¿eh? Yo diría que, del 15M hacia aquí, es muy evidente la sensación de que el régimen en que vivíamos durante la primera mitad de nuestras vidas está en decadencia. Unos lo denuncian a través de la situación social, otros a través de la situación nacional, otros desde la cultural, la económica… El 15M fue un resultado de la situación económica. Muy probablemente, la tensión territorial y soberanista en Catalunya también tiene que ver con la fase final de este régimen de la Transición. Y la crisis económica, o la de los refugiados. Porque es una crisis del estado de bienestar que se estaba intentando construir en la Transición, el que nuestros padres nos intentaban legar. La crisis es una crisis con muchos frentes abiertos. El optimismo del disco es relativo, en otras canciones hay un gran desencanto; ‘Posa’m més gin, David!’ podría ser un tema que canto a esa época que nos prometía tanto. Cuando éramos niños pensábamos que seríamos más felices, más ricos y mejores que nuestros padres. Y muchos de nosotros nos hemos encontrado con que incluso hemos bajado de clase social. O ‘Menteix la primavera’, que es una canción que, si quieres, la puedes leer en clave de que nos prometimos que esto sería la hostia y ahora hemos aprendido que no lo es. Pero fíjate que en el anterior disco, ‘L’ànsia que cura’, ya había canciones que denunciaban este final de época. ‘Mentre floreixen les flors’ sobre la crisis de los refugiados en Lampedusa. O ‘El paradís’, que la hemos incluido en los directos de esta gira, también va sobre el final de una época.

La canción, o el universo-canción, que es lo que intento hacer, raramente se queda –o, por lo menos, las canciones que me gustan– en la expresión de un solo sentimiento. Me gusta cuando se mantiene una cierta ambivalencia. A la vez que te despides de un paraíso, puedes descubrir otros. Puedes descubrir otras maneras de convivir con el presente. Ha habido unas tensiones bestiales, pero por fin se han despertado según qué facetas. En todo lo que está pasando con la Cifuentes, los másters y todo eso, también estás viendo la auténtica cara del régimen y sus mentiras. Y en Catalunya pasa igual, también hay casos de corrupción. Es el final de una época, en que muchas de las caretas que había puestas se desvelan. Es un buen momento para sentirte despierto.

«[Sobre Cristina Cifuentes] Aquí está la cosa más bestia: cuando te comportas de una manera tan incívica, no dimites, pero cuando descubren que tú, en tu vida íntima, no te comportas de manera ética, entonces sí»

Y también hay una crisis de valores democráticos. Porque al final Cifuentes ha dimitido por un simple acto de cleptomanía que todos habríamos podido cometer, pero no por el hecho de falsificar un título oficial, que es algo mucho más grave…
La diferencia entre ambas cosas, la gota que colma el vaso, es una vergüenza íntima e individual. Y yo diría que un acto de violación de su intimidad seguramente, porque este vídeo no debería haber salido nunca a la luz. Pero bueno, eso fue para ella el acicate para dimitir. Mientras que, cuando has hecho daño a todos los estudiantes que están matriculados en esa universidad, has devaluado, hasta la degradación total, la categoría de tener un máster en esa universidad… Vamos, que has hecho daño a mucha gente, quizás de manera simbólica, pero has degradado el título que mucha gente ha pagado quizás con sus ahorros, eso no te hace dimitir. Aquí está la cosa más bestia: cuando te comportas de una manera tan incívica, no dimites, pero cuando descubren que tú, en tu vida íntima, no te comportas de manera ética, entonces sí.

En el concierto del Razz el pasado 13 de abril, dedicasteis una canción a los presos políticos que fue, si no recuerdo mal, ‘S’haurà de fer de nit’…
Sí, fue esa.

«Que te metan en la cárcel por un acto de libertad de expresión (…) es una cosa que cualquier músico se siente llamado a denunciar»

La pregunta quizás es muy general pero… ¿qué opinas sobre todo este tema? Porque desde el 1 de octubre en Catalunya vivimos en un marasmo. La sensación que hay es que vamos sobreviviendo como podemos.
Piensa que ‘S’haurà de fer de nit’ es una canción pensada con una intencionalidad mucho más abstracta, más global y menos concreta. Hicimos una gira de conciertos por escuelas en el período previo al 1 de octubre, porque vimos que mucha gente entró en las escuelas para protegerlas de la posible clausura, para intentar defender su derecho a votar, a expresarse libremente. Nosotros hicimos esta pequeña gira y, al cantar esta canción, cobró un nuevo significado, en el sentido que… Bueno, se tenía que hacer de noche y la gente tenía miedo, porque se anunciaba de todos lados que vendría la Guardia Civil, que sería muy agresivo. Y eran padres, madres, niños, abuelas de todo tipo. ¡No era la Kale Borroka! No eran adolescentes armados, ¡eran familias! Esta canción cobró entonces este nuevo significado.

Con todo lo que ha pasado después, que los líderes pacifistas están en prisión como si fueran revolucionarios violentos que se han levantado en armas, pues claro… Lo mínimo que podemos hacer nosotros es recordar a esa gente que está en prisión por haber defendido la libertad de expresión de los catalanes que querían votar. El Tribunal Constitucional ya había anulado la validez del referéndum del 1 de octubre, por tanto este referéndum ya se sabía que no era vinculante y, por eso, el hecho de ir a votar era un simple acto de libertad de expresión. Que te metan en la cárcel por un acto de libertad de expresión –que es lo que le está ocurriendo a Valtonyc, que es lo que le está ocurriendo a Pablo Hasel y a otra gente- es una cosa que cualquier músico, cualquier artista, se siente llamado a denunciar.

«¡¿Reproduces lo que dice un noticiario de máxima audiencia y te meten en la cárcel?! ¡Es de locos!»

Precisamente, te iba a preguntar sobre los raperos. Está habiendo una banalización terrible de lo que es delito de terrorismo y por eso te quería hacer una pregunta quizás algo tendenciosa, pero… ¿no crees que todos estos procesos están pensados para meterle el miedo en el cuerpo a la gente?
Es en este punto es cuando uno deja de ser un político preso y pasa a ser un preso político. Cuando te meten en prisión provisional, sin juicio, por haber hecho cosas que, realmente, no coinciden con el tipo penal de lo que te acusan. ¿De qué sirve que metan a esta gente en prisión si no los han juzgado y ellos mismos se presentaron voluntariamente en la comisaría? Esta gente ya dijo que no huirían. ¿De qué sirve que una persona entre en prisión por haber cantado o compuesto una canción en que, más allá de las cuatro gamberradas que haya podido decir, expresa cuatro verdades que están contrastadas, que han aparecido publicadas en prensa, encabezando noticiarios de máxima audiencia? ¡¿Reproduces lo que dice un noticiario de máxima audiencia y te meten en la cárcel?! ¡Es de locos! ¡Es que se trata de una canción! Cualquier persona con dos dedos de frente sabe que una canción es una cosa que existe y no existe tampoco. ¡No se trata de una amenaza! ¡Es una obra de arte! ¡Es un ‘como si’! ¡Es un juego! Es como si alguien se tomara en serio un Barça-Madrid, como si fuera una guerra real. ¡No chico, no! ¡Es un partido de fútbol! Y aunque haya ganado el Madrid, no gana la Monarquía, por ejemplo. Gana el Real Madrid y ya está. Y si gana el Barça, gana el Barça. No gana Catalunya. ¡Es un juego! ¡Es broma! Y esta incapacidad de separar lo que es real de tus reproducciones artísticas es de niños de párvulos. Y ni de niños de párvulos, porque ellos ya entienden que, cuando ven un dibujo animado, no es la vida real. Es preocupante, preocupante.

Cambiando algo de tercio; un ritual que presencio en vuestros conciertos y que creo que te agobia por la cara que sueles poner, son las exclamaciones de “Carabén, president!” por parte del público.
No es que me agobie. Pero es que me da la sensación que, al contrario de otros gritos que también suelen haber, en ese momento debería decir algo. Como es algo tan personal… Pero esto es una parida mía, porque ya entiendo que es un grito que lo sueltan porque te quieren, o porque se lo están pasando bien… o, simplemente, para hacer el chiste, porque mi apellido rima con “president”. Es mucho mejor que griten “¡Carabén, president!” que no otras cosas (risas).

También puede ser porque se te considera un representante de una generación, de catalanes de entre treinta y cinco y cuarenta y pico años, urbanitas, supuestamente de clase media pero… ¿tú te sientes realmente portavoz de esta generación? ¿O es un título que te hemos otorgado los demás?
Yo no me siento ni me he sentido nunca. Al revés, lo he intentado evitar, que no fuera esa mi responsabilidad. ¡Si me hice músico fue probablemente para huir del resto de responsabilidades de la vida! (risas). Y cuando se acaba alguna noche así, aunque sea con sentido del humor y de broma, enseguida me viene grande y me siento un poco ahogado. Pero como sé que tras esto lo que hay realmente es una muestra de afecto, me siento privilegiado, honrado y querido por mucha gente y, por tanto, lo único que tengo es agradecimiento.

«Admiro a muchos políticos, ¿eh? Y también detesto a otros muchos, pero no me parece una actividad despreciable»

Estudiaste Ciencias Políticas pero, por lo que te he ido leyendo durante estos años, la política te gusta como fenómeno pero no te dedicarías a ella, ¿no?
¡No! ¡Lejos, lejos! (Risas) Bueno, nunca digas de esta agua no beberé… pero sí, de alguna agua no he de beber, es de la política. Quizás porque la estudié como fenómeno, pero tampoco me quería dedicar. Me interesaba más la teoría política, cómo funciona el poder, la sociedad, cómo se organiza… Me interesaba más incluso como fenómeno literario, para entender cómo funciona el mundo, antes que para intervenir yo. La manera que escogí para intervenir en el mundo fue a través de canciones, de hacer algún programa de televisión, pero no a través de la acción política. Admiro a muchos políticos, ¿eh? Y también detesto a otros muchos, pero no me parece una actividad despreciable. Al revés, me parece fantástico que haya gente que se sienta convocada para intentar mejorar las cosas y cuidar el bien común.

También eres un gran retratista de Barcelona. ¿Qué piensas de la masificación e hiperturistificación de la ciudad? ¿Crees que los barceloneses estamos perdiendo nuestras referencias?
Quizás sí. Pero creo que esto ya era así cuando yo empecé a sentirme personaje de Barcelona, cuando empecé a usar la ciudad para mi placer, mis amores, mis desamores… Como un escenario de mi vida inmediatamente después de la adolescencia. Y, en mi caso, esa época eran los años 90, cuando Barcelona, quieras que no, entra en el mercado global. Y después de las Olimpiadas nos tiramos diez, quince años recibiendo turistas. Y esto no se ha parado. La Barcelona a la que yo cantaba ya estaba herida por esta saeta y, simplemente, la herida se ha ido haciendo más grande. Todos nos sentimos casi expulsados de nuestra ciudad. Creo que es una crisis de crecimiento, de éxito y, muy probablemente, no tiene una solución política clara. Lo que pueden ofrecer los políticos es una cierta resistencia a lo que es una tendencia global. Barcelona es un destino no sólo turístico, sino que es un muy buen lugar para vivir, trabajar y pasar buenos momentos. El hecho de que entremos en el mundo occidental, que tengamos unas buenas cartas a jugar, hace que mucha gente quiera venir. Ya puedes hacer el programa más antiturista y restrictivo, que será difícil que lo pares. Pero sí, yo estoy por que se pongan frenos y límites. Pero sin ir en contra del hecho que somos una ciudad cojonuda.

En el concierto del sábado de Madrid… ¿desplegaréis la vena reivindicativa? Admito que esta es una pregunta capciosa…
(Risas) Nosotros nunca hemos sido un grupo especialmente militante, ni de un lado ni del otro. Pero sí que es verdad que muchas veces nos sentimos obligados, y orgullosos, de posicionarnos en según qué situaciones. En Madrid hemos tocado muchísimas veces, nos encanta ir a Madrid, lo haremos siempre que podamos. Muchos años antes de que fuéramos conocidos en Catalunya, ya tocábamos en Madrid. Radio 3 fue nuestra principal aliada en nuestros inicios. Tenemos muchos amigos, muchas bandas amigas de aquí se han ido a vivir allí. Como Barcelona, Madrid no te lo acabas. Hay mil Madrids como hay mil Barcelonas. Y nosotros tratamos de tocar en todos los Madrids y todas las Barcelonas.

«¡Hicimos todo un trabajazo para robar la manera de los madrileños de tirar cañas! Imagínate si le tenemos amor a la manera de entender la vida que se respira en Madrid»

Ahora hemos abierto un bar con mi mujer y un amigo, que se llama La Javanesa. Pues con el pretexto de que lo abríamos y que yo quería que fuera una cervecería (mi mujer que fuera una vermutería… y al final es una coctelería), una de mis obsesiones era que tirásemos la cerveza tan bien como se hace en Madrid. Y con mi amigo Zico hicimos un fin de semana antropológico de ir a averiguar cómo se tiraban las cañas en Madrid. Grabamos vídeos, hicimos entrevistas… ¡Hicimos todo un trabajazo para robar la manera de los madrileños de tirar cañas! Imagínate si le tenemos amor a la manera de entender la vida que se respira en Madrid.

¿El concierto con Joan Miquel Oliver cómo será? ¿Cada uno hará el suyo por su lado o habrá colaboraciones y sorpresas?
Eso lo improvisaremos. Con Joan Miquel hemos coincidido muchas veces por el hecho de compartir manáger durante muchos años. Somos muy buenos amigos, quedamos a menudo, así que cada vez improvisamos más. Tampoco te sé decir si haremos algo o no, pero posiblemente.

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