‘Enemigo público’ y ‘La tregua’ (las dos en Movistar+) fueron de las primeras en llegar, y su éxito fue arrollador. La primera es la serie belga más vista de la historia. Luego llegaron ‘Hotel Beau Séjour’ (comprada por Netflix), ‘Profesor T.’ (Movistar+) y ‘Team Chocolate’ (Netflix), la ganadora del último Prix Europa y otro enorme éxito en su país. Pero, sin duda, la serie belga que más está dando que hablar internacionalmente es ‘Tabula Rasa’. Aunque Netflix la estrenó un poco de tapadillo, el boca-oreja la ha hecho más visible que la última de Los Vengadores.
Lo primero que llama la atención de ‘Tabula Rasa’ es que es una serie creada casi exclusivamente por mujeres. Al frente del proyecto, como creadora y protagonista absoluta, está Veerle Baetens, una de las estrellas más famosas de Flandes, conocida por su papeles en ‘Alabama Monroe
’ y ‘El veredicto’. Junto a ella, la productora y guionista Malin-Sarah Gozan (‘Clan’, ‘Connie & Clyde’), y la directora Kaat Beels, también realizadora de la mencionada ‘Hotel Beau Séjour’. Completando el cuarteto está Jonas Govaerts, un joven director que llamó la atención en Sitges hace unos años con ‘Cub’, donde se llevó el premio a la mejor dirección.Lo segundo que sorprende de esta serie es lo bien llevada que está su intriga. Al menos, durante siete de los nueve episodios que tiene. ‘Tabula Rasa’, con ese cartel tan ‘Cisne negro’, parecía el típico thriller que te coge por las solapas en el primer episodio y te suelta en el tercero. Pero no. Gracias a una muy medida dosificación de la información, un extraordinario montaje de las dos líneas temporales (con algunas elipsis de lo más sugerentes), una equilibrada mezcla de tonos (del domestic noir al cine de terror, pasando por el thriller psicológico), una fabulosa interpretación de Baetens (sin olvidar a unos estupendos secundarios, como el pirómano), y un giro a la mitad que no puede llegar en mejor momento (justo cuando te estás repanchingando demasiado en el sillón), la serie consigue mantenerte pegado a la pantalla como una cleptómana al Eroski.
La pena es que al final todas las piezas acaban encajando muy deprisa y a golpes de efecto telenovelero (o de giallo trasnochado). No resulta molesto porque estás tan metido en la intriga, te lo has pasado tan bien, que te dejas llevar de la mano por cualquier sitio. Pero sí es algo decepcionante. Aun así, el viaje por la (des)memoria de esta madre sospechosa de asesinato, merece mucho la pena. 8.