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‘Disobedience’: el salivado melodrama lésbico del director de ‘Una mujer fantástica’

“Chile es el principal país cinematográfico de América Latina”. No hacía falta que esto nos lo dijera Variety el año pasado –desde hace casi una década no hay festival o premio anual sin presencia chilena-, pero sí es muy significativo que lo haga. Que la “biblia” de la industria del cine estadounidense le esté dedicando tanto espacio a una cinematografía latinoamericana (hace un par de semanas apareció un nuevo artículo) no es más que la confirmación del espectacular auge del cine chileno. Desde que ‘La nana’, de Sebastián Silva, ganara en Sundance en 2009 y fuera nominada a los Globos de Oro, el país de Javiera Mena no para de sacar nuevos talentos.

El caso más célebre es el de Pablo Larraín. Tras su irrupción en Cannes con ‘No’ en 2012 y su posterior nominación al Oscar, la carrera de este director no ha parado de crecer: ‘El club’ (premio en Berlín y nominación a los Globos de Oro), ‘Neruda’ (nueva nominación a los Globos de Oro), y ‘Jackie’, su aplaudido salto a Hollywood. Pero no es el único: Pepa San Martín y su extraordinaria ‘Rara’ (premiada en San Sebastián), el consagrado Matías Bize (‘La vida de los peces’, ‘La memoria del agua’), Marialy Rivas y su debut ‘Joven y Alocada’ (premios en Sundance y San Sebastián), la inédita en las salas españolas Marcela Said (‘El verano de los peces voladores’, ‘Los perros’), o, ya dentro del cine más popular, Nicolás López, autor de taquillazos como ‘Sin filtro’, versionada por Santiago Segura con el título de ‘Sin rodeos’.

Pero, sin duda, el director chileno del momento es Sebastián Lelio. Tras la repercusión obtenida con la fabulosa ‘Gloria’ y el Oscar -para mi gusto algo exagerado- a ‘Una mujer fantástica’, Lelio se ha convertido en la nueva punta de lanza del cine de su país. ‘Gloria’, cuyo remake americano está terminando actualmente (lo protagoniza Julianne Moore), ha sido la película que le ha abierto las puertas de la industria anglosajona. Su madrina ha sido Rachel Weisz. La actriz británica quería producir la novela de Naomi Alderman ‘Disobedience’ (sin traducir por ahora al castellano). Para ello, junto a la productora Frida Torresblanco (‘El laberinto del fauno’), pensaron en dos nombres: Rebecca Lenkiewicz, la premiada guionista de ‘Ida

’, y Lelio.

Al igual que ‘Gloria’ y ‘Una mujer fantástica’, ‘Disobedience’ está protagonizada por mujeres “desobedientes”, personajes femeninos que luchan contra las convenciones sociales en busca de su identidad. Es la esencia del melodrama, el combate entre el deber y el deseo, entre las normas morales y las pasiones sentimentales. Pero, ¿dónde encontrar en la actualidad, en el ámbito de los países desarrollados, un contexto que favorezca este tipo conflictos dramáticos? En el barrio judío ortodoxo de Hendon, al noroeste de Londres. Una comunidad ultraconservadora donde las mujeres ocultan su cabello y sus sentimientos bajo una peluca kosher.

Este trasfondo social, tan exótico para los no iniciados, lleno de rituales y costumbres tan singulares como fascinantes, es uno de los puntos fuertes de ‘Disobedience’. El otro es su trío protagonista: Rachel Weisz, la hija emancipada de un rabino que vuelve a la casa familiar para su funeral; Rachel McAdams, su amiga de la adolescencia, que se quedó en el barrio a pesar de sus “pecaminosas” tendencias sexuales; y Alessandro Nivola, futuro rabino, amigo de la primera y marido de la segunda. La entregada interpretación de los tres actores, en especial de una sorprendente McAdams (su mejor papel junto al de ‘Spotlight’), y el mencionado escenario donde se desarrolla la trama, consiguen elevar el interés de un melodrama que de otra manera no hubiese llegado mucho más allá de su cacareada secuencia de sexo con escupitajos. 7

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Publicado por
Joric
Tags: disobedience