Hazte Lapón: «No es que yo quiera enterrar el indie antes de tiempo, pero es que ahora mismo es un estilo heroico»

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Hazte Lapón: «No es que yo quiera enterrar el indie antes de tiempo, pero es que ahora mismo es un estilo heroico»


Foto de Dani Cantó.

Hace unos días se publicaba la primera parte (subtitulada ‘La vida adulta. Instrucciones de uso‘; la segunda llegará en otoño) de ‘Tú siempre ganas’, el nuevo álbum de Hazte Lapón. Álbum que, inesperadamente, será el último del proyecto de Lolo Lapón, Manuel González Molinier, y Saray Botella, dos malagueños que comenzaron con este grupo musical en Madrid, una década atrás. Esta «cancelación» del proyecto no podía ser más sorprendente, cuando ‘No son tu marido‘, su segundo disco de estudio, obtuvo parabienes generalizados de la crítica y les hizo más populares (dentro de su perfil indie/modesto) que nunca.

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Un par de semanas antes de este lanzamiento me encontré con Manuel en una cafetería del Eixample barcelonés –donde ahora mismo viven ambos músicos– y nuestra charla giró en torno a esta decisión casi tanto como el nuevo álbum. En realidad, la conversación tuvo un tinte de «entrevista definitiva», con Lolo desatado y no mordiéndose la lengua para abordar ningún tema, desde la inspiración personal de este disco, las razones del fin de Hazte Lapón o sus reflexiones sobre la escena independiente española.

Me sorprendió bastante enterarme de que este disco sería el último de Hazte Lapón, precisamente cuando parecía que se empezaba a conoceros más…
Pues sí. Pero la verdad es que cada vez estoy más convencido de la decisión…

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«Un grupo deja de hacer cosas, tú preguntas “¿se han separado?” y dicen “no”. Pero un día te enteras de que no tienen intenciones de volver y, si vuelven, ya nadie les hace caso»

¿Sí?
No es que yo quiera enterrar el indie antes de tiempo, aunque como todo estilo comienza como una revolución y luego se convierte en un estándar del que siempre quedarán grupos destacados. Pero lo cierto es que ahora mismo es un estilo heróico: se maneja muy poco dinero, el público es bastante puñetero, hay un interés casi exclusivo por la novedad –de manera que un grupo que empieza tiene más fácil generar un hype que cualquier grupo que lleve tiempo, por bueno que sea–… Y yo pensé “¿vas a dejar que el proyecto se muera por sí sólo, porque lo descuides?” A muchos grupos les pasa eso. Un grupo deja de hacer cosas, tú preguntas “¿se han separado?” y dicen “no”. Pero un día te enteras de que no tienen intenciones de volver y, si vuelven, ya nadie les hace caso.

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Aparte de eso, el grupo con el que siempre hemos funcionado ya no está, han tenido familia, trabajo… Así que este disco es un proyecto casi unipersonal mío. Colaboran Jesús, que era el músico que más tiempo llevaba en el proyecto, y Koldo, aparte de Saray y yo. Tampoco me apetece convertirme en Sr. Chinarro, en un único superviviente llevando ese nombre. Si hago otra cosa más adelante, tendrá otro nombre, otras características. Pero Hazte Lapón como tal, y aunque hemos cambiado mucho de formación, ya no existe. No tiene sentido arrastrarlo más.

Los 3 años que han pasado entre ‘No son tu marido’ y ‘Tú siempre ganas’ han sido entonces cruciales para esto, ¿no? ¿Cómo se plasman en el álbum?
Yo hago las cosas con mucha antelación, no somos el típico grupo que termina una grabación y la quiere publicar a la semana siguiente. Cuando se publicó ‘No son tu marido’ [Ndr: segunda mitad de 2015], las primeras canciones se habían grabado 1 año antes, para que te hagas una idea. Es decir, el proceso de composición de este disco empezó hace bastante tiempo. Básicamente lo que ha pasado es que, el anterior disco se preparó con una dinámica de banda, con sus ensayos, pese a que Saray y yo vivíamos en Barcelona ya. Íbamos mucho a Madrid, y no fue un problema. Pero luego empezaron a llegar los hijos, y eso hizo inviable trabajar así. Encima, con veintipico canciones, imagínate… Hubiera salido en la próxima década. O sea, que lo que ha pasado es… la vida. «La vida adulta».

¿El disco ha sido más difícil de grabar porque sabías que era el último?
En cierto modo sí, porque siendo el último quieres que todo quede muy bien, pero el disco ha sido difícil de grabar en general, porque ha sido un proceso muy diferente: es un disco de 22 canciones, grabado con otros músicos que no eran del grupo, sin ensayos previos… Ha sido un disco muy de estudio, aprovechando sus ventajas, pensando que no se iba a tocar nunca en directo. Al final no será así, pero era la idea, no dejar de introducir ideas sólo porque no se pudieran adaptar a los conciertos, le hemos dado muchas vueltas a todas las canciones. Y para eso he tenido que convencer a Ferran [Resines] y Cristian [Pallejà], que me podían haber mandado a freír espárragos, y han currado como bestias, han hecho un esfuerzo también personal, se han implicado al máximo durante todo el año de grabación.

«David Rodríguez me decía que no incluyera 20 canciones, que metiera 30, que hiciéramos ‘El salmón’. “El salmón lapón”»

¿Y es un disco doble por la cantidad de canciones que querías incluir o por qué?
Yo lo que hice fue una selección de las canciones que había escrito que creía que tenían una entidad. Mi primera idea fue grabarlo con David Rodríguez [Ndr: Beef, La Estrella de David], y lo llegué a hablar con él. Él me decía que no incluyera 20 canciones, que metiera 30, que hiciéramos ‘El salmón’. “El salmón lapón”. (Risas) Yo le dije que sí, pero luego David se rayó, estaba preparando disco con La Bien Querida, estaba barajando hacer un disco suyo… Y prefirió desvincularse de otros proyectos. Entonces hablé con Ferran y Cristian de Caballo Grande para la producción.

Y llegué con mis 20 canciones, pero ellos me convencieron para añadir un par más. Una es una versión dub de ‘Encantadora’, de nuestro primer disco –me da mucha pena aquel disco, porque pienso que podrían estar mejor de lo que quedaron, es algo con lo que sufro–. Y la otra es una canción sobre la playa, sobre amarla y odiarla, que en realidad es un intento de demostrar una teoría que tengo, que es que la base musical de Panda Bear y Beach Boys es la misma que la de Juan Luis Guerra y 4:40, y se pueden perseguir. No es ninguna locura, porque las canciones de Juan Luis Guerra, aunque sean bastante tradicionales, tienen mucha influencia anglosajona. Pero sobre todo es que hay determinadas armonías muy similares, la manera de tratar las voces… Así que fueron 22. Luego, yo he intentado agruparlas para que tengan un sentido como discos por separado: saldrán 10, luego un single en verano, y luego otras 10.

«He renunciado al vinilo por una posición ética, así que hemos inventado una especie de rayuela, complementada con un juego de cartas que va en un estuche de vinilo, e incluye un CD, con su libreto»

¿Pero cómo se estructura? ¿Están interrelacionadas esas partes?
Si hablamos del formato digital, son dos partes separadas con canciones que guardan relación entre sí. Pero sin embargo el formato físico va a ser una cosa un tanto chiflada. He renunciado al vinilo por una posición ética, porque leía esto de que los vinilos se venden muy bien, pero que la gente no los escucha, o los escuchan una vez. Entonces mi reto era captar el fetichismo del comprador pero que a la vez fuera contemporáneo en su escucha. Así que hemos inventado una cosa que es una especie de rayuela, complementada con un juego de cartas. Un juego de cartas que va en un estuche de vinilo, e incluye un CD, con su libreto… Todo eso cuenta una historia, rollo Carver, que es la historia ficcionada de Saray y mía, junto con las biografías de algunos personajes que a mí me interesan y que están relacionados con las canciones. Esos personajes son los que aparecen en las cartas, al estilo rol, donde se intenta reproducir la complejidad de las relaciones entre hombres y mujeres. Por ejemplo, hay una carta de F. Scott Fitzgerald [Ndr: el autor de ‘El Gran Gastby’], y otra de su mujer, Zelda Fitzgerald, que murió en un psiquiátrico y que poca gente sabe que también escribía cosas muy divertidas; y lo mismo con Nabokov y su mujer… Es un disco con el que se puede jugar, y el juego, a la vez, invita a escuchar el disco pero en un orden distinto, todo está mezclado, y contará cosas de la existencia y la despedida de Hazte Lapón.

¿Y cómo has embaucado a El Genio Equivocado para meterse en este follón?
Pues es que ahí está la paradoja: hacer todo esto no cuesta más que hacer un vinilo doble. De hecho, posiblemente sea más barato. Básicamente les pedí que tuvieran fe en mí, porque yo creo que esta idea va a funcionar. Lo que propongo es escuchar un disco a lo largo de todo un año, algo que no es caprichoso, no es partir por partir, sino que tiene un sentido. Incluso los adelantos tienen un sentido: ‘La vida adulta’ fue el primer single porque da las claves sobre qué estamos hablando, que es que a veces la realidad entra en juego y va apartando lo que en ese momento es importante para ti porque otras cobran importancia. Y les he convencido.

«Saray me decía que la música me importaba demasiado, y ‘Tú siempre ganas’ es una manera de decirle que ella me importa más»

La portada ya parece llena de claves y referencias que tienen que ver con las canciones, ¿verdad? Hay una imagen de Saray cuando era niña tocando el piano, otra que parece Ingrid Bergman…
Sí, son referencias que tienen que ver con el disco, pero son difíciles de reconocer, incluso para mí. Si hay algunos que parecen actores, es porque fueron interpretados por actores. Por ejemplo, la que parece Ingrid Bergman es Virginia Masters, la sexóloga. Está Santa Teresa, están Ulises y Penélope, y las versiones de Ulises y Penélope de James Joyce, Leopold Bloom y Molly Bloom. La presencia de todos ellos tiene un por qué, no se trata de una pedantería… sólamente. (Risas) Están relacionados con las letras. Y sí, está Saray, porque a ella va dirigido el título, ese “tú siempre ganas”. Ella siempre me decía que la música me importaba demasiado, y todo esto es una manera de decirle que ella gana, ella me importa más.

«He intentado hacer pop sobre relaciones de parejas que duran, en lugar de este pop de hombres despechados que se quejan de esa “mala mujer”»

Antes decías que ‘La vida adulta’ sentaba el punto de partida de este disco. ¿Es ese paso a la adultez lo que sintetiza líricamente esta primera parte del disco?
Yo siempre he dicho que he intentado hacer pop sobre relaciones de parejas que duran, en lugar de este pop de hombres canallas que ligan, o despechados que se quejan de esa “mala mujer”, guiño a C. Tangana incluido. (Risas) Se ha hecho buen pop de eso, se puede sacar oro. Pero, ¿no se puede cantar también de las parejas que perviven? Por eso la pareja de Vladimir y Vera Nabokov [Ndr: se refiere a la canción ‘Como Vera y Vladimir’] me parecía un ejemplo apasionante: más allá de ‘Lolita’, él es un tipo de una familia aristócrata rusa que huye de su país por la Revolución Bolchevique, luego en los años 30 se casa con una mujer judía en Alemania, por lo que tienen que huir a Estados Unidos, donde se encuentra con una sociedad que sale de la Gran Depresión, y finalmente se va a vivir a Suiza –un país importante en el disco, por su tradicional neutralidad–, donde se dedica a cazar mariposas y escribir para Vera, que permaneció siempre a su lado: le corregía los libros, respondía su correspondencia… Básicamente Nabokov decía que escribía para Vera, como yo, que escribo para Saray. (Risas)

«Es como esta corriente periodística “lenorista”, que hablan como si estuvieran luchando desde el Frente de Liberación Kurda y lo que están es en una oficina escribiendo sobre festivales, sólo que antes hablaban bien y ahora mal»

Volviendo a ‘La vida adulta’… La impresión es que por un lado rechazas la adultez y, a la vez, ridiculizas el peterpanismo que también nos acucia…
Lo que se trata no es de criticar una cosa o la otra sino de reflejarlas en toda su ambiguedad. Nos quejamos de las cosas que implica la vida adulta y que bien lo merecen, como los alquileres demenciales, los gastos corrientes… y aprendes de verdad qué valor tienen los problemas sociales, ves que la gentrificación no es ninguna broma. La vida se impone como una losa y llega antes incluso que la paternidad, que es como el fin de ti mismo como el centro del universo. Pero por otro lado, mirar atrás tampoco se sostiene, porque cuando tú ves a gente de una determinada edad comportarse como chavales, tampoco cabe en la cabeza. Si a mi edad siguiera bebiendo como cuando tenía 20 años acabaría cirrótico. Entonces la vida adulta es agónica y complicada, pero te salva de eso, de ese deterioro. No voy a dar nombres, pero yo veo músicos que han llevado vidas totalmente disolutas que sí, visten como jóvenes, pero aparentan incluso más edad de la que tienen en realidad. Es como esta corriente periodística “lenorista”, que hablan como si estuvieran luchando desde el Frente de Liberación Kurda y lo que están es en una oficina escribiendo sobre festivales, sólo que antes hablaban bien y ahora mal. A mí me interesa mucho el post-marxismo, y leo mucho sobre ello, pero la vida adulta también te libra de eso, de seguir como un chaval en el instituto con tu camiseta de militante.

¿Y ‘El carrusel’ va un poco por ahí también?
Un poco… Es algo que no se para. Es una discusión con Saray, que me dice “¿cuándo vas a dejar de querer salir por ahí?” y yo le digo que sí, ya se va pasando, que ya se para… Pero es algo imposible de parar, también. Como me interesa retratar la vida en toda su complejidad, me gustan las cosas un poco ambiguas, con poca moraleja y que dejan un poco desconcertado.

«Alguien me decía que el indie sólo interesa a gente de 30 y 40, y eso no es cierto»

A mí escuchando estas canciones, en cuanto a sonido me han venido a la mente las palabras “maduro” y “adulto”. ¿Te parece horrible que sea así?
No, me parece lógico. Hace poco alguien me decía que el indie sólo interesa a gente de 30 y 40, y eso no es cierto. Yo vivo en Barcelona, tengo mucho contacto con chicos de unos 20 años y el asunto es que, cuando hay grupos [integrados por gente] de unos 40 años imitando a Los Planetas, ellos prefieren ir a ver a grupos que hacen algo parecido e incluso mejor pero que tienen su edad. Pero si vas a un concierto de Los Planetas, sí encuentras gente de 20, y eso es porque cuando tú cuentas algo que corresponde a la etapa que te corresponde, puedes interesar a cualquier rango de edad, incluso a los más jóvenes. Es como si ahora no nos interesara leer una novela sobre el siglo XVII, o una película de época: claro que interesa. Lo que no cuela es impostar una edad que no tienes.

Bueno, yo hablaba más bien a nivel sonoro. Es más, digamos, “tradicionalista”.
A nivel sonoro yo siempre he pretendido hacer mía toda la música que me interesa, un poco como hace Stephin Merritt [Ndr: The Magnetic Fields]. Por tanto, cuanto más tiempo pasa, más cosas escucho, mejor sé componer y me puedo aproximar más a cosas que antes no sabía hacer. Aparte, cada paso está mejor producido porque se hace con más tiempo, el disco está muy pensado, muy trabajado con Ferran y Cristian, que son grandes músicos y conocen bien los referentes que busco. Ellos han hecho realidad los arreglos como yo los he imaginado.

«(Sobre Klaus & Kinski) Nosotros somos un poco hijos de esa manera de entender la música. Me declaro continuador de esa línea»

En buena medida, este ‘No son tu marido’ me ha recordado al universo de Klaus & Kinski, a esa idea de la música, tan versátil.
Nosotros somos un poco hijos de esa manera de entender la música. Me declaro continuador de esa línea, nos hemos fijado mucho en ellos. Creo que Klaus & Kinski ha sido un grupo muy importante, aunque no haya pasado tiempo suficiente para reclamar la importancia que tuvieron. Pero, hostias, es que yo me río cuando se decía que Marina cantaba muy mal: cuando tú, que además es algo que le pasa también a Saray, mezclas una voz muy susurrada, muy aguda, con poca potencia, con una masa de guitarras, es muy difícil afinar. Y daría algún concierto desafinado, igual que los he dado yo, cuando la sonorización no es la adecuada. Pero tú escuchas esas canciones [en disco] y están cantadas maravillosamente, y eran capaces de encajar un bolero en una narración contemporánea, sonar clásicos, sonar modernos… eran únicos. En su momento, todos los grupos parecen únicos, pero cuando pasan 15 años la gran mayoría se queda atrás, y los que quedan, con sus discos mejores y peores, son Los Planetas, Astrud, Klaus & Kinski, Doble Pletina…

Otra de las canciones que más me han llamado la atención es ‘Las mujeres que no amaban a los hombres’. Me parece impecable como himno a la lesbiandad, aunque no sé si va por ahí…
Va por ahí y no, es más amplio: es sobre la realidad de una mujer sin necesidad de hombres. Puede ser por lesbiandad, por soltería voluntaria o porque vivan con hombres pero no se sientan atadas a ellos, les puedan o no hacer caso y vivan su feminidad sin necesidad de un hombre que la sustente.

No es un punto de vista frecuente en el pop…
Claro. Como yo, aparte de músico, de dedico a la psiquiatría y me interesa mucho el psicoanálisis, la cuestión de la feminidad es muy importante y quería tocarla desde otro lado. La feminidad en el pop está tocada desde un punto de vista muy falocéntrico, aunque hay excepciones: a mí me gusta mucho ‘Arponera’ de Esclarecidos, donde ella dice que le va a traer a su amado el oro, esto y lo otro. Hay una inversión de papeles y la cosa fálica la aporta la mujer, donde el hombre aparece como algo casi innecesario.

«Tengo una amiga muy feminista, que me ha revisado las letras de este disco, y me dijo que no se me ocurriera volver a decir lo de “hordas de hembras”»

Me llama la atención porque está muy medida la letra, diría que es muy difícil que alguien pueda sentirse herido por ella, aunque nadie se libra hoy en día de eso, ¿no? ¿Resulta más difícil hoy escribir canciones por esta cuestión?
Sí, es algo ambiguo, pero a la vez es importante, y va más allá de la corrección política. Como en otras etapas de la historia, hay una serie de colectivos que, ante circunstancias abusivas e intolerantes, han dicho “hasta aquí hemos llegado” y se han movilizado. En esa fase, puede entenderse que se exceden en su reivindicación, pero es un mal necesario, porque si los negros en los Estados Unidos hubieran dicho “hemos decidido levantarnos para reclamar nuestros derechos, pero sólo un poquito, sin ofender a nadie”… Imagínate. No, hay que ir a por todas, y luego si hay que retroceder un poco, se encontrará un status-quo sostenible. Las mujeres están en este punto, como también los colectivos transexuales, bisexuales… Y a los varones caucásicos blancos cis heterosexuales nos toca aguantarlo y cuidarlo. Tengo una amiga muy feminista, que me ha revisado las letras de este disco, y me dijo que, aunque le gustaba mucho ‘No son tu marido’, no se me ocurriera volver a decir lo de “hordas de hembras” [Ndr: se refiere a la letra de ‘Odiar’, que dice “hordas de hembras en rebajas”]. Y eso que es una idea de Saray, que tolera muy mal los líos de las rebajas, pero no hubiera usado ese término. En fin, que trato de ser cuidadoso con eso, me parece bien.

¿Y ‘Vera y Vladimir’?
‘Vera y Vladimir’, por ejemplo, también es una buena referencia para esta cuestión, porque Nabokov no hubiera existido como le conocemos si no fuera por Vera: ella evitó que quemara el manuscrito de ‘Lolita’, que era su enésimo intento de escribir una novela con temática pedófila. Hay una parte de la crítica a ‘Lolita’ que está perfectamente justificada, que es cómo se ha banalizado esa novela, pero eso no es atribuible a Nabokov, porque él jamás justifica a Humbert Humbert. Él retrata a un personaje absolutamente perverso que se enamora de una niña de 11 años, no de 15 como retrata la película de Kubrick, y que hace lo que tenga que hacer para acostarse con ella, lo cual Nabokov ni justifica ni maquilla. Es una novela brutal que produce repulsión cuando se lee, pero no hace ningún tipo de apología. Es cierto que, a partir de su éxito, la Lolita se ha convertido, a pesar de Nabokov, en un concepto de chica joven que seduce, y eso no está en el libro. De eso tienen mucha culpa los publicistas, las editoriales, con las portadas de las ediciones posteriores, y los cineastas: Nabokov insistió en que no fuera una chica de 15 años, sino de 10, porque se desviaba el sentido.

Pero bueno, que yo también me desvío… la canción de ‘Vera y Vladimir’ va sobre envejecer con tu pareja de siempre, que es algo idílicamente deseado aunque tiene algo de grotesco si se le pone la lupa encima. Pero, a la vez, cualquiera que tenga una pareja de larga duración alguna vez ha pensado “¡no llegamos a los 80 juntos ni de coña!” (Risas) Y te preguntas ¿qué es lo que hay que tener para llegar juntos a esa edad? Me interesaba ver las dos caras de eso que se formula como un sueño y, en otros momentos, parece la representación del infierno: tú y yo juntos en el mismo sitio para siempre. (Risas) “Qué aburrido es existir” dice la letra, que por cierto toma frases de otro libro de Nabokov, menos conocido, que se llama ‘Pálido fuego’. Ellos [Ndr: Vera y Vladimir] lo consiguieron, estuvieron juntos hasta el fin.

«El masoquismo y el sadismo, no sé si son muy útiles, pero son muy divertidos»

‘Fantasías brutalistas’ también da vueltas a esas tensiones de pareja…
“Brutalistas” refiriéndome al estilo arquitectónico, juego con la metáfora de la arquitectura para decir que en una pareja, a veces, hay algo de masoquismo –cuando una mitad de la pareja propicia el conflicto y se pone como víctima– que puede ser una trampa para ellos y, a la vez, un cemento que les mantenga unidos. “El castigo es la relación que yo he decidido tener contigo”, dice la canción. Y de eso va también ‘Suiza’, donde canta Saray “conozco bien el mecanismo que hace girar tu masoquismo”. Es divertido. El masoquismo y el sadismo, no sé si son muy útiles, pero son muy divertidos. (Risas)

Curiosamente, toda esta temática adulta, me suena más luminoso, más vitalista.
¿Ah, sí? Yo siempre digo que hago canciones sobre el amor y cómo sostenerlo y la muerte. La muerte es algo que me intriga mucho y me alivia hacer canciones sobre ella porque así la tengo a raya. En ese sentido, como decías, ‘Sabes la noche’ es una canción muy luminosa en su aspecto pero va sobre la muerte, la duda sobre que alguien pueda desaparecer, esa angustia que puede ser muy obsesiva. Pensaba estos días sobre a qué disco hecho aquí puede parecerse ‘Tú siempre ganas’, y diría que puede ser a ‘Los diarios del petróleo’ de Chucho. Yo soy muy alfarista, [Fernando Alfaro] es posiblemente el que más me haya influido en cuanto a letras y me impactó mucho cuando lo escuché, siendo un adolescente: como este, habla de la paternidad, de la muerte, hay luminosidad y mucha sombra también. Además también era un disco doble. De todo esto me he dado cuenta a posteriori, claro.

En vuestra nota de prensa no se menciona que sea el último disco de Hazte Lapón. ¿Cuándo decides que será el último?
No, pero yo lo había dejado entrever ya: en la entrevista que hice para Rockdelux en la promoción de ‘No son tu marido’ dije, “el tercero me lo va a grabar David Rodríguez y va a ser el último”.

¿De verdad? No lo recordaba…
Sí, sí… Hice un primer disco, algunas cosas estuvieron bien, otras no tanto, a algunos les gustó, a otros no… Me dejó un sabor un poco agridulce. Y le dije a Saray “hay que sacar uno más”. Ese le gustó a todo el mundo, toda la crítica, desde el ABC a Rockdelux, vosotros, Mondo Sonoro… A todo el mundo le pareció estupendo. Saray ahí ya empezó a decirme que siempre iba a querer uno más, tal… Y yo le dije “por lo menos tenemos que tener 3 discos”. ¿Qué es un grupo con dos discos? Tres ya te acerca a El Niño Gusano, a los Smiths, a Klaus & Kinski… Un primer disco un poco amateur, un segundo más maduro y con mejor aceptación y el tercero, el disco chiflado, un poco ‘Una semana en el motor de un autobús’, el todo o nada. “Tú siempre ganas… pero déjame por lo menos llegar al tercero”. (Risas) Pero ya es el límite, esto es una cosa muy cansada, ensayos, grabaciones, poner pasta…

«Los últimos grupos que consiguieron entrar en el circuito que les permite sostenerse con dignidad a nivel económico son los grupos del boom de Myspace»

Es que nosotros no hemos pillado ninguna época buena del indie. Yo tengo una teoría, y es que los últimos grupos que consiguieron entrar en el circuito que les permite sostenerse con dignidad a nivel económico son los grupos del boom de Myspace: Los Punsetes, Pony Bravo, La Bien Querida, Manos de Topo… Son muy buenos grupos, seguramente mejores que nosotros, no digo que no, pero llegaron en una época donde volvía a entrar dinero por el streaming y cosas así. Aquellos cachés no se han vuelto a pagar, y nosotros ya hemos cogido la época estoica, una época en la que vas a tocar a un festival y, como la oferta es enorme, lo que te ofrecen casi casi que da para cubrir gastos. Y bueno, la heroicidad también tienen su época.

En todo caso, yo reconozco que no tengo una pulsión como para estar toda la vida haciendo música, porque yo quiero hacer música cuando tenga algo que decir. Y si en los próximos 20 años no tengo nada que decir, no me sentiré obligado a hacerlo porque viva de ello. Yo en ese punto diletante me muevo bien. Como Jaime Gil de Biedma, un hombre que dirigía la empresa familiar pero escribía poesía y sacaba un libro cada 15 años. Y no por ello deja de ser uno de los grandes poetas que ha tenido este país. A veces parece que la profesionalización es la que marca la calidad y no, hay diferentes modos de acercarse a lo creativo. Muchos artistas han muerto sin haber vivido nunca de su arte y se han revalorizado luego. Aunque entiendo que los músicos profesionales tienen que defender el avance de su trabajo, y en ese sentido los grupos amateurs no podemos tocar gratis y hacer imposible la supervivencia de gente que vive de esto. Hay que ser responsables. Tocar en un festival mola mucho, pero los no profesionales, aunque no tengamos la culpa de ello, no podemos echar una soga al cuello de los que sí viven de esto.

O sea, ¿nunca más?
Quizá no es el último disco que haga, pero es el último como Hazte Lapón. Quizá haga como Manolo de Astrud, me quedo en barbecho sin dejar claro si algún día volveré… Esa vía de retirada me gusta: Manolo ha dejado la música no porque haya dejado de gustarle, sino que tiene otras prioridades, profesionales, familiares… Un poco como yo. A lo mejor algún día vuelve, no sé si como Astrud. Yo desde luego, no [como Hazte Lapón]. El cadáver quedará ahí. No haré algo como lo de Pixies, volver con unas canciones nuevas que enfanguen una discografía que estaba bien así. Entiendo que hay que pagar facturas y comer, pero no sé… Yo como tengo la suerte de no vivir de esto, me lo puedo permitir.

«Todos los fans de Sr. Chinarro saben que ha habido discos muy malos. Diría que incluso él lo sabe»

Ahora pienso en tus críticas a algún tótem del indie, que para ti ha decaído con el tiempo…
Siempre me meto con el pobre Antonio Luque, nos citamos mutuamente en las entrevistas… (Risas) A ver, últimamente le veo más tranquilo, he leído algunos artículos que ha escrito para Fnac que me parecieron muy divertidos, muy bien escritos. Tengo que decir que mi problema no es tanto con Antonio Luque sino con la preconcepción de que todo lo que saque es buenísimo. Yo creo que todos los fans de Sr. Chinarro saben que ha habido [en su discografía] discos muy malos. Diría que incluso él lo sabe. O, por lo menos, canciones que, de no haber estado sacando discos a cascoporro, no hubieran pasado un filtro. Pero el que tuvo, retuvo, y sigue sacando canciones muy buenas. Su nuevo disco no lo he escuchado y los adelantos no me han llamado mucho la atención, pero su anterior disco tenía ‘Efectos especiales’, que me parece una canción muy bonita, muy bien escrita y muy bien hecha. Y lo mismo digo de ‘Famélicos famosos’, del anterior a ese. Pero en todo caso eso es algo en lo que yo no me quiero ver, sacar un disco al año, esa disciplina, y tener que sacar cualquier cosa. La verdad es que los músicos con discografías kilométricas me dan un poco de pereza, como Dylan y tal. Sin embargo, la discografía de The Smiths, la de Surfin’ Bichos… me veo capaz de asumirla.

Es un poco raro preguntar esto cuando ni siquiera se ha publicado el disco completo, pero ¿te ves haciendo un futuro comeback en directo?
Sí, la verdad es que sí. A mí esas giras de tocar un disco completo por su 10º aniversario me parece que no está mal, y no entiendo las críticas. Disfruté muchísimo cuando volvieron Surfin’ Bichos en su primera gira de reunión, disfruté mucho cuando volvieron Pulp… Me parece peor que se sientan obligados a sacar un disco mediocre para justificar la gira, que vayan y digan “hace 10 años que salió ‘Different Class’: vengo, lo toco y ya está”. A ver si la leyenda de Hazte Lapón crece y dentro de 10 años, más calvo, más viejo y más estropeado, me encuentro con una masa de jóvenes clamando por mis cosas de pureta. (Risas) Lo haría, ¿por qué no?

«Puede que me muera mañana y digan “este tío ha pasado un tercio de su vida haciendo el gilipollas, interpretando a Lolo Lapón”»

¿Y qué te queda de Hazte Lapón? Y no me salgas con las típicas cosas de la gente maravillosa que he conocido y tal…
Bueno, yo aún espero que pasen muchas cosas, que el disco no ha terminado de salir y confío en poder presentarlo con algunos conciertos en 2019. Siempre digo “Hazte Lapón, 2009-2019”, una década tocando, que se dice pronto. A lo mejor cuando tenga 80 años me parece poco y pienso “estuve haciendo esta tontería apenas 10 años”. Pero también puede que me muera mañana y digan “este tío ha pasado un tercio de su vida haciendo el gilipollas, interpretando a Lolo Lapón”. Entonces cobrará una importancia mayúscula. (Risas)

Pero, sobre lo que ya ha pasado, diré algo muy sencillo: Hazte Lapón ha sido mi vida en estos 10 años, y muchas de las grandes ilusiones de mi vida han llegado por ahí. Desde el empecinamiento por sacar aquel primer disco; luego los primeros contactos con los grupos del entorno, algunos que siguen existiendo, como Cosmen Adelaida, Alborotador Gomasio, Cómo Vivir En El Campo, Ornamento y Delito…; también las primeras reseñas sobre el grupo en prensa, las críticas, el reconocimiento de medios que leías cuando eras niño… Pero eso también conlleva una egomanía de la que quiero descansar. Podemos decir que Lolo Lapón es un personaje ficticio, como dice C. Tangana de sí mismo. Yo lo veo así también. Por ejemplo, eso es lo que yo le decía a Saray en el anterior disco: las canciones «no son tu marido» –frase que tomé de un cuento de Carver, por cierto–. Yo no soy el de esas canciones, que están basadas en hechos reales pero no son los hechos reales. Al final se genera un personaje que te esclaviza un poco: en Twitter, en Facebook, parece que tengo que decir algo ingenioso que la gente espera de mí, aunque sea para 2000 seguidores.

Entonces, ¿habrá conciertos de presentación?
La idea es que haya, sí. Hay algunos acústicos ya confirmados, y espero poder presentarlo luego con banda completa, hacerlo bien. Necesito un poco de margen para organizarlo, pero me gustaría pensar que sí, aunque el futuro es un poco incierto. Como dice una canción del disco, “puede pasar, pero no tiene por qué pasar”.

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