Rosenberg tiene toda la razón del mundo, pero la respuesta de Eminem dos pistas después es penosa: sí, esa es su idea, y está tan cabreado que va a perseguir hasta «a su casa» al «cabrón» que se ha metido con su rima de «rhymes» con «chimes». Ese es el nivel, y sin mencionar que esto parece más un mensaje en un contestador automático que un WhatsApp de voz, como metáfora de lo fuera de su tiempo que está Eminem. Un Eminem que no ha dejado de lado ni remotamente su lenguaje homofóbico, cargando no solo contra Tyler the Creator y avergonzando por el camino a su colaborador Bon Iver, sino hablando de comer pollas como si fuera algo malo o, literalmente, compitiendo a ver si es él quien la tiene más grande y más dura, como sucede en la pista titular de ‘Kamikaze’.
La homofobia, el machismo y la misoginia de los «jodida zorra» en este disco son, además, solo la punta del iceberg. Que Eminem meta en el mismo saco, el de sus enemigos, a Donald Trump, uno de los líderes políticos más poderosos del mundo (él es el «Agent Orange» de ‘The Ringer’), que a nuevos raperos a los que no gusta o a fans que le han abandonado en un inaudito «yo contra el mundo» cuando ‘Revival’ ni siquiera funcionó tan mal, nos hace preguntarnos unas cuantas cosas sobre su modo de relacionarse con la realidad y el mundo a los 45 años de edad.
Dicho todo esto, hay que decir que quienes piden que Eminem se retire por el triste espectáculo que está dando, se equivocan también. A todas luces ‘Kamikaze’ está reconciliando al rapero con gran parte de su público, y las razones son bien básicas. El álbum no está salpicado de edulcoradas y/o desesperadas colaboraciones con Beyoncé o Ed Sheeran; este nuevo lanzamiento se limita a contener 11 canciones, y los 2 mencionados interludios, que en este caso no pueden ser más relevantes para entender el álbum; y el rapero ha recuperado bastante «flow» en un disco que resulta bastante entretenido y dinámico, salpicando toda su secuencia de temas, si no icónicos, al menos sí tan reconocibles como ‘Fall’ (pista 10)
con ese estribillo aportado por Bon Iver, o ‘Venom’ (pista final), para la inminente banda sonora de la película homónima.‘Kamikaze’ se abre con ‘The Ringer’, en la que Eminem proclama que «le apetece darle un puñetazo en la puta cara al mundo», pero lo mejor es que entre citas a «millones de visitas y atención en las noticias» y beefs a la prensa, en verdad su peor enemigo a tenor de las críticas de ‘Revival’; la composición logra mantener la tensión, especialmente gracias a su falso final. A diferencia de esta desestructurada canción, ‘Greatest’, la siguiente pista, en la que se dirige a Die Antwoord, sí tiene un claro estribillo, aparte de una tocada de huevos a Kendrick Lamar (también le cita en la pista anterior) en ese gran drama «‘Revival’ didn’t go viral!!!!» con el que pretende reírse de sí mismo. Y mejor aún es ‘Lucky You’, un tema vertiginoso en el que el espectacular rapear de Joyner Lucas deja paso, tras un modesto y adormilado, casi defectuoso arranque, al mejor rapear de Eminem. Joyner Lucas también nos trae una buena dosis de homofobia en castellano («Cállate la boca mejor, maricón, little puto»), pero no se puede negar que la canción es una de las que tiene mayor pegada de Eminem en bastante tiempo.
Mientras ‘Normal’ apela a su anhelo de tener una relación amorosa «normal», no sin más referencias a ‘Revival’ («Let’s sleep on it like they did Revival»), ‘Stepping Stone’ es una mirada al pasado en la que Eminem reconoce que no puede soportar por más tiempo la sombra de D12, la sensación de que los ha traicionado y el peso de tener que responder ante ellos, y por tanto los da por muertos para siempre («no digo adiós a nuestra amistad, pero D12 se ha acabado»). Dice el NME que al menos ‘Kamikaze’ es un disco más honesto que ‘Reputation’ de Taylor Swift y lo cierto es que, para bien o para mal, Eminem está mostrando en este disco, y muy especialmente en estas pistas, todo su sentir sin ningún tipo de disfraces ni máscaras. «Quizá soy demasiado feo para competir con él / pero se supone que no tenías que estar de acuerdo», dice en ‘Normal’; y en ‘Stepping Stone’ no puede ser más claro con D12: «no puedo ser el tío del que todo el mundo depende para sus carreras enteras porque no es justo / siempre estaré aquí pero la chispa ya no está ahí / no sé cómo recapturar aquel momento / estoy intentando rememorarlo pero a duras penas puedo luchar por respirar / ni siquiera yo mismo estoy en las listas de éxitos / estoy descendiendo / y no era lo que quería».
La vulnerabilidad de Eminem, en contraste con esos disparos que emergen de vez en cuando, vuelve a aparecer en la segunda mitad del disco, con el reconocimiento de que está en la «silla de su terapeuta» mientras compara su polla con «la longitud del pelo de Cher» en la misma frase. «Me hice rapero porque me hacía sentir un tipo duro cuando no lo era», del tema titular, puede ser el resumen de todo esto. La aparición de la voz femenina de Jessie Reyez, muy contagiosa en el estribillo de ‘Nice Guy’, sirve tanto para tratar de reírse de las críticas de mal amante que le hizo su ex mujer («You say I’m no good at sex / And you think I’m gross and unsexy») como para hacer uso de post-estribillos tan imaginativos y creativos como «chúpame la polla».
Este desastre de contradicciones es el Eminem de hoy, ¿alguien esperaba que cambiara, que rectificara y pidiera perdón por seguir representando valores del siglo pasado? ¿No le dirían entonces sus fans que se ha «ablandado» (o «amariconado») y que se ha «hecho mayor»? El devenir del pop y la reacción del público a veces son imprevisibles, pero he aquí una contradicción más que Eminem va a odiar: las malas críticas y su odiada prensa, con su rechazo a ‘Revival’, le han hecho reaccionar para entregar un disco bastante mejor.
Calificación: 6,1/10
Lo mejor: ‘Lucky You’, ‘The Ringer’, ‘Fall’, ‘Stepping Stone’
Te gustará si te gusta: el rap de los 2000
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