Pero esto sólo es el principio. Algunos de los títulos más esperados del próximo año están producidos por Netflix: ‘Pinocho’, la nueva versión del cuento dirigida por Guillermo del Toro; ‘The Irishman’, el regreso de Martin Scorsese al mundo de la mafia (con Robert De Niro, Al Pacino, Joe Pesci y Harvey Keitel como protagonistas); o la nueva película, aún sin título, de Ava DuVernay (‘Selma’), protagonizada por Rihanna y Lupita Nyong’o, que surgió de la famosa fotografía que se hizo viral el año pasado. Estas son las cinco razones por las que ‘Roma’ es una de las grandes películas de 2018:
Tras el exitazo de ‘Gravity’, con la que ganó el Oscar al mejor director, Cuarón podía haber rodado lo que quisiera, donde quisiera y con quien quisiera. Pero en vez de irse a Marte con, no sé, George Clooney y Jennifer Lawrence, ha vuelto al barrio mexicano donde creció (Roma, en Ciudad de México) y acompañado de una actriz no profesional, la joven maestra Yalitza Aparicio. El resultado de esta exploración autobiográfica es una película prodigiosa, un ‘Amarcord’ para el siglo XXI. ‘Roma’ es una síntesis perfecta entre cine de autor y mainstream, entre virtuosismo técnico (atención al “imposible” travelling en el mar) y sensibilidad dramática, entre exuberancia formal y narración íntima, entre la Historia con mayúsculas (México durante las revueltas estudiantiles de principios de los setenta) y las pequeñas historias cotidianas de amistad, (des)amor, conflictos domésticos y diferencias sociales.
‘Roma’ está rodada en unos esplendorosos 65 mm, con unos encuadres amplísimos y una enorme profundidad de campo por cuyos límites parece colarse la vida. La película está estructurada por medio de largos planos secuencia en los que se combinan de forma muy elegante las panorámicas con los travellings laterales. Esta caligrafía visual alcanza la perfección en varias secuencias inolvidables: la escena inicial en el patio y en la casa, donde se presenta a la protagonista; la celebración navideña, que parece sacada del ‘Plácido’ de Berlanga; la visita al poblado de chabolas, puro neorrealismo; y dos secuencias que están entre las más brillantes del cine reciente: la manifestación y posterior visita al hospital, de una potencia expresiva y emotiva insuperable, y el mencionado travelling de la fabulosa secuencia de la playa. Geniales.
Un coche gringo demasiado grande para un pequeño garaje mexicano. Esta chocante imagen le sirve a Cuarón como afortunada metáfora sobre las contradicciones de la clase media alta mexicana y sobre la relación, llena de “raspones”, entre el matrimonio protagonista. Pero hay más: el terremoto en la incubadora y el fallido brindis en la tasca como presagios de acontecimientos futuros, las prácticas de tiro y los desfiles militares como alegoría de la violencia enraizada en la sociedad mexicana, el paso de los aviones como símbolo del paso del tiempo… También son recurrentes las referencias nostálgicas: los programas de televisión que veía el director en su infancia, el cine Las Américas al que acudía para ver, por ejemplo, ‘Atrapados en el espacio’ (su inspiración para ‘Gravity’), o el interior de su propia casa, que ha reproducido al milímetro. Apuntes autobiográficos que funcionan como pegamento emocional para reconstruir una memoria sentimental.
Tanto la hermosa fotografía en blanco y negro, a cargo del propio Cuarón (que también ha escrito la película y la ha montado), como la cuidadísima y expresiva ambientación de la película (la casa es un personaje más), consiguen transportar al espectador a las calles y viviendas evocadas por los recuerdos de la infancia del director. La serena cotidianeidad del barrio de Roma, sus azoteas con ropa tendida, los muebles de la casa (la mayor parte del mobiliario es auténtico), las populosas calles donde estaban los cines, el icónico edificio del Centro Médico Nacional, los polvorientos barrios de chabolas… Y también la música. Las canciones de Rocío Dúrcal (‘Más bonita que ninguna’), Orquesta Pérez Prado (‘Corazón de melón’), José José (‘La nave del olvido’), Christie (‘Yellow river’) o Angélica María (‘Cuando me enamoro’), ayudan a caracterizar a los personajes y contextualizar los ambientes.
¿Quién es Libo, la persona a quien dedica Cuarón la película? Libo es Liboria Rodríguez, la nana con quien creció el director. Y su alter ego en la pantalla es Cleo, una joven mucama mixteca interpretada con deslumbrante naturalidad por la debutante Yalitza Aparicio. ‘Roma’ es una carta de amor a Cleo/Libo. Toda la película está narrada a través de sus ojos, de su mirada tímida pero llena de determinación. ‘Roma’ habla de México y de los recuerdos de infancia de Cuarón, pero sobre todo habla de las mujeres que, como la que fue su nana, trabajan hoy en día como empleadas domésticas y son víctimas de la explotación laboral y de la discriminación racial y de género. Al final de los créditos, cuando surca el cielo el último avión de esta obra maestra, hay una invitación a ayudar a paliar esta situación. 9,5.