Música

¿De verdad es el autotune el “triunfo de la mediocridad”, como dice The New Raemon?

The New Raemon ha concedido una entrevista a El País en la que ha hablado mayormente sobre paternidad y música, en concreto sobre su último disco, ‘Una canción de cuna entre tempestades’, pero también sobre el “autotune”, que desaprueba. Ya en 2015, el cantautor se mostró en contra de este instrumento por considerar que homogeneiza la voz, declarando que por su culpa pones la radio “y todos parecen Cher”, reivindicando por contra la voz natural, “un instrumento vivo”.

Sin embargo, sus declaraciones recientes sobre al autotune son más radicales, asegurando que representa “una lucha perdida” y el “triunfo de la mediocridad”. Apunta además que a él no le interesa la “mercantilización del éxito” y menos los discos de pop “tan producidos que suenan de puta madre” y, por tanto, “terriblemente aburridos”. En su lugar defiende el trabajo de Dani Martín y Duncan Dhu, cuyos nombres aparecen de manera sorprendente en las dedicatorias de su disco y a los que pone como ejemplos de músicos auténticos pese a lo que pueda decir de ellos la crítica. “Si algo bueno tiene cumplir años”, asegura, “es que con la edad ya no tienes prejuicios”.

Al margen de lo risible que resulta que El País considere a The New Raemon un cantautor “intelectual” por haber publicado una canción llamada ‘Wittgenstein’, como si leer filosofía te convirtiera directamente en filósofo o escuchar música te convirtiera en músico, percibo de hecho poca intelectualidad en las palabras de The New Raemon sobre el autotune y mucho de ese prejuicio que niega poseer por ser fan de Dani Martín, pues en sus palabras parece asumir o bien que solo los músicos mediocres utilizan autotune o bien que el autotune convierte la música en mediocre, lo cual no deja de ser una opinión fundamentada precisamente en un prejuicio contra este instrumento… y también contra la mediocridad, de la que también se vive, por cierto, ya seas arquitecto, cajero de supermercado o músico independiente. No tiene nada de malo ser mediocre: de hecho la mediocridad es la norma, no la excepción.

A lo largo de la historia, el autotune se ha usado de dos formas, o bien sutilmente para corregir imperfecciones en la voz de artistas profesionales o más recientemente para inferirles un elemento “moderno” o “radiable” -algunos ejemplos evidentes son Rihanna, Ariana Grande, Britney Spears o Michael Bublé (el rey del autotune)-, o bien de manera extrema para plastificar y/o robotizar la voz, como la pionera Cher en ‘Believe’ o también Frank Ocean, James Blake, Beyoncé o Kanye West. Me cuesta mucho creer que alguien pueda considerar mediocres a estos artistas, algunos de los cuales incluso han logrado reformular los códigos de la música popular mediante su innovador uso de este instrumento (forrándose de paso), pero el problema con las declaraciones de The New Raemon es que llama mediocre simplemente a lo que no le gusta, que es el pop comercial, y luego dice que no tiene prejuicios, ignorando los usos sumamente artísticos que se le ha dado a este instrumento a lo largo de los años tanto en el pop como en otros estilos… lo cual nos lleva en enero de 2019 necesariamente a Rosalía y ‘El mal querer’

. Un disco con autotune súper mediocre que solo ha sido uno de los más vendidos de 2018 en España y ha aparecido en listas de lo mejor del año de todas las publicaciones especializadas.

The New Raemon tiene razón en que hoy en día mucha de la música que suena en la radio o en las playlists de Spotify suena muy parecida por culpa del autotune, y es un milagro que en toda la entrevista no se mencione una sola vez la palabra “trap” aunque sea para confundirla con lo que hace Bad Gyal. Pero cuando The New Raemon muestra un rechazo a la música popular que suena “de puta madre” parece confundir lo precario con lo auténtico, como si tocar en un bar fuera más loable que hacerlo en el Palau Sant Jordi, como si fuera malo que un artista se haga más rico y se costee mejores producciones, como si el pop comercial no hubiera dado lugar a discos visionarios y excelentes o como si la música popular “mercantilizada” no fuera auténtica simplemente porque tiene un precio. ¿Tenemos que creer que la música de The New Raemon es más auténtica que la de Kanye West porque se limita a pocos instrumentos más que a una guitarra y su propia voz? O peor aún ¿que su música es más valiosa o menos “mediocre” porque no está prefabricada como la de Rihanna? Claro que la música de la segunda puede sonar más artificial y adulterada que la de una Jessica Pratt, ¿pero eso es malo per se? Esta visión del pop no es subversiva, simplemente es reaccionaria y no aporta nada más que prejuicios a los discursos sobre música popular. Con ella, The New Raemon nos intenta convencer de que si no ha creado un “pelotazo” (en palabras de El País) como sí han hecho Vetusta Morla o Zahara es porque no ha querido, ¿pero quizás es que no ha podido? ¿No están algunas de sus canciones como a punto de dar ese paso?

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Publicado por
Jordi Bardají