Nacido en Hamburgo en 1933, en el seno de una familia acaudalada, Lagerfeld se instaló en París con apenas 20 años para aprenderlo todo sobre su gran pasión, la moda. Tras comenzar trabajando en la casa Balmain, su nombre como diseñador independiente atrajo en los 60 y 70 a Chloé y Fendi, saltando en 1983 a Chanel, que le hizo su director creativo para revitalizar una marca en horas bajas mientras él impulsaba una compañía bajo su propio nombre. Lagerfeld revirtió esa situación y en unos años la convirtió en el máximo exponente del lujo y la sofisticación.
También fue un interesante fotógrafo –él mismo se encargaba de registrar las imágenes para muchas campañas publicitarias de las marcas en las que trabajaba– y un provocador perpetuo, con polémicas declaraciones sobre los morfotipos de las mujeres –especialmente sonado fue aquel exabrupto sobre Adele
–. Pero, además de eso, el diseñador fue un icono en sí mismo, siempre vestido con un reconocible uniforme –traje negro con camisa blanca, su melena blanca recogida en una coleta y sus perennes gafas de sol–, y una figura muy importante para la cultura popular, especialmente en los 90 y 00.Y es que, muy ligado al mundo del pop, Lagerfeld llegó a diseñar atuendos para alguna gira de Madonna –en el ‘Re-Invention Tour‘– y Kylie Minogue, fotografió para publicaciones como V Magazine a Lady Gaga, Miley Cyrus o Mariah Carey, invitó a Pharrell Williams a cantar en sus campañas publicitarias y realizó el diseño creativo para un trabajo de Theophilus London. Además, era seguidor de la música pop y era frecuente que incluyera a grupos como Vive La Fête o Chromatics en sus desfiles.