Música

McEnroe: «‘La distancia’ ha sido sencillo de grabar, contra todo pronóstico»


Aunque debutaran en 2003 con un autoeditado ‘Al sur de mi vida’, McEnroe se confirmaron con ‘Mundo marino (2008) y, sobre todo, con ‘Tú nunca morirás‘ (2009) como uno de los grupos nacionales más llamativos de la generación Myspace, aunque en realidad lo suyo se alejaba bastante (y sigue haciéndolo) de los avatares de la era digital. Canciones con ecos del slowcore, de la nueva Americana y un lirismo de proximidad heredero de The Smiths, una honestidad que les distinguía de la masa de post-noise pop y post-electro. ‘Las orillas‘ (2012) y ‘Rugen las flores‘ (2015) prolongaban esa línea y ampliaban su público, pero de repente ha llegado un lapso de casi 5 años en el que Ricardo Lezón (voz y guitarra) y Eduardo Guzmán (batería) se aliaban en un disco conjunto con The New Raemon, el primero publicaba su debut en solitario y se lanzaba una BSO para la película ‘Los amores cobardes’ –pre-seleccionada para los Goya 2019– firmada por el grupo. ¿Y dónde estaba el nuevo disco de McEnroe? [Fotografía: Verónica G. Lalueza]

Hace pocos días se publicaba al fin ‘La distancia’, sexto trabajo del grupo que, en realidad, nunca tuvieron claro si llegaría. Detrás de aquella distancia –entendida aquí como dimensión temporal– estuvo también la incertidumbre de si el grupo seguiría precisamente por el hecho de que sus cinco miembros, pese a conocerse desde chavales en Getxo, viven dispersos por la geografía. Pero finalmente ha ocurrido y ha sido mucho más fácil de lo que imaginaban. Así nos lo explica el propio Lezón en esta entrevista, donde desentraña este proceso y nos cuenta cómo ha cambiado su proceso creativo para abrir nuevas vías de expresión, un acicate fundamental para ellos. Este sábado 4 de mayo McEnroe estarán presentando ‘La distancia’ en Sanagustin Kulturgunea, en Azpeitia, con MOW como telonera.

Por lo que explicáis, parece que ‘La distancia’ se ha gestado con cierta espontaneidad, casi con urgencia. ¿Ha sido el disco más sencillo de hacer de McEnroe o, dados los cinco años transcurridos desde ‘Rugen las flores’, el más difícil?
Bueno, urgencia no ha habido. Pero sí, ha sido el más sencillo de grabar, contra todo pronóstico. Tuvimos muy poco tiempo para prepararlo juntos, aunque cada uno había preparado sus cosas en casa, y fuimos con un poco de miedo a que se atascara, al llevar cuatro años y pico sin entrar en el estudio. Además era la primera vez que grabábamos en dos sesiones: primero lo hicimos en (el estudio) Tío Pete, en Urdúliz, y luego en La Mina, con Raúl Pérez. Sin embargo ha sido todo lo contrario, todo ha ido muy bien, sin ningún contratiempo y de manera muy natural.

Al menos en las primeras escuchas, me parece un disco continuista. ¿Cuál dirías que es el salto más importante a nivel artístico o creativo de ‘La distancia’ con respecto a vuestra discografía?
Nosotros tenemos la sensación de que es todo lo contrario. Cuando acabamos ‘Rugen las flores’ nos quedamos con la sensación de haber copado cierto camino y tener que buscar otro. Sí han habido cambios. Por ejemplo, las canciones han sido compuestas con piano, más que con guitarras. Está más presente, y eso afecta en todo: en la forma de cantar, en las melodías, todo. Y, sobre todo, que Gonzalo, nuestro guitarrista y arreglista, ha ejercido el rol de productor. Lo ha co-producido a medias con Raúl y se nota mucho, porque nosotros siempre hemos sido muy de impulsos, muy de (trabajar) «a borbotones», y el hecho de que él haya cogido la manija lo ha ordenado todo mucho. Para nosotros sí ha sido un cambio importante, sin querer hacer un cambio brusco, que nosotros no buscamos eso en la música ni tenemos ninguna necesidad. Nos ha gustado mucho, y estamos muy contentos con el disco, aunque obviamente no tenemos el control sobre lo que transmite.

«Lo que teníamos claro es que no queríamos repetirnos y a la mínima que hubiéramos sentido eso, nos habría echado mucho para atrás”.

Es cierto que llama la atención la presencia de pianos. ¿Por qué empezar a hora a componer con piano?
Gonzalo es el que ha estado investigando en eso, tocando mucho el piano. Aunque a ti te suene continuista, que como decía, eso es algo que no podemos controlar, lo que teníamos claro es que no queríamos repetirnos y a la mínima que hubiéramos sentido eso, nos habría echado mucho para atrás. Y no sólo el piano o el tener a Gonzalo como productor, sino las mismas canciones nos daban una sensación de no haber estado allí antes.

¿Cuál fue la primera canción del disco que surgió, la que digamos que desató todas las demás?
La primera canción que surgió fue ‘Asfalto (Libres los animales)’. Fue la primera que ensayé en casa con Gonzalo y la que nos prendió las ganas de hacer el disco.

¿Y la última, la que más se ha resistido?
Hay dos. Una es ‘Cerezas’, que tiene tiempo ya y nos gustaba mucho, pero no conseguíamos redondear de manera que nos convenciera del todo. Y, de hecho, nos costó acabarla en la grabación. Tiene unos ritmos difíciles. Y en el apartado compositivo fue ‘El buen invierno’, la última. Hubo muchas dudas y opiniones diferentes sobre por dónde tirar, qué hacer. Pero fue bonito, nos enriqueció mucho. No fue un «atranque» malo. (Risas)

Curiosamente ‘Cerezas’ ha sido el primer adelanto del disco…
Estábamos contagiados de la euforia de haber conseguido domarla, como si fuera una yegua salvaje, y dijimos «ahora, a correr». (Risas)

«Es nuestro disco más sosegado y más amplio, en cuanto a letras. (…) Están igual menos apegadas a la tierra, son más oníricas, y hablan del amor como un concepto más amplio”.

Aunque se diría que ese concepto alude al espacio físico, a menudo esa distancia en las letras parece estar más relacionada con el tiempo, con referencias constantes al pasado. ¿Es vuestro disco más nostálgico?
No, la verdad es que no. Diría que es nuestro disco más sosegado y más amplio, en cuanto a letras. Para mí hay un cambio bastante evidente. Están igual menos apegadas a la tierra, son más oníricas, y hablan del amor como un concepto más amplio: el amor a la Naturaleza, a tus amigos, a tus padres, a lo que te importa y a la vida, más que estar enfocado en el amor romántico.

Los textos vuelven a estar llenos de ese especial lirismo tuyo. Al final, esa poesía alejada de la literalidad y de lo estrictamente descriptivo, es casi el posicionamiento estético más potente de McEnroe. ¿Lo crees también así?
No lo sé. Hablas de corrientes, pero nosotros siempre hemos ido por la nuestra, influidos por lo que realmente nos toca. No es por parecer nada, simplemente son reflejo de las cosas que nos llegan.

No me refería tanto a una corriente estilística, sino al hecho de enarbolar la bandera de la poesía, como vuestra enseña.
No sé, es que igual no soy yo el que puede contestar eso. No sé lo que encuentra la gente que nos sigue, nosotros hacemos canciones para nosotros, no tenemos más miras que hacer canciones en las que nos sintamos identificados y contentos. Yo escribo lo que me sale, no tengo mucho control ni busco nada concreto. Es verdad que esta vez me he comido más la cabeza con las letras, me ha costado redondearlas, no sé por qué. Quería encontrar el punto en que se unieran con la música, con el hecho de que hay más presencia de teclados y es un poco más onírico, acorde a eso. Pero no escribo para… Escribo para mí y para las canciones, no pienso si eso me distingue o no.

«Esa distancia física que nos ha separado ha servido para sentirnos más cerca, aunque suene un poco paradójico”.

Cuando antes decía que el disco está enfocado al pasado lo decía también por las fotos del libreto, que son fotos vuestras de cuando erais niños… Es como si marcarais también una distancia temporal.
(Risas) Pues sí, tiene un poco que ver con la distancia que hemos recorrido como grupo, estando siempre los mismos, y siempre separados. Y sin embargo esa distancia física que nos ha separado ha servido para sentirnos más cerca, aunque suene un poco paradójico. Cada vez que hemos estado juntos hemos hecho las cosas con mucha ilusión, con ganas de aprovecharlo.

¿Vivís lejos unos de otros?
Pablo, el bajista, vive en México, y Gonzalo vive en Madrid. El resto ahora sí estamos en Getxo, pero durante todos estos años ha sido peor: hemos estado dispersos, en Marbella, en Soria… ha sido un funcionamiento un poco anómalo como banda. Pero sí, las fotos como niños era sobre eso, la distancia de allí hasta aquí.

Suponen un contraste importante con la portada, en la que aparece una casa en llamas. ¿Hay un concepto que conecte con esa “distancia” tan referenciada?
Las fotos son de Silvia Grav, una fotógrafa que vive en Los Ángeles a la que admiramos mucho, con la que ya manteníamos contacto. Nos gusta mucho su trabajo y fue una suerte que ella quisiera encargarse del tema visual del disco. Cuando nos pasa eso con alguien nos gusta mandarle el disco y que sea ella quien plasme lo que le transmita, más que darle una idea preconcebida. Que nos sorprenda alguien que nos importa y a quien admiramos. Nos encantó la idea del fuego y del blanco y negro, aunque el interior sea muy blanco y con estas fotos que comentabas, hay un contraste como dices.

«Nunca nos hemos separado, pero tampoco hemos funcionado normalmente. (…) El día que se acabe tampoco haremos un drama”.

Precisamente este lapso de tiempo que menciono sido una ausencia total, con conciertos, el disco con The New Raemon, tu disco en solitario, la BSO de ‘Los amores cobardes’ … Me llama la atención que en la nota de prensa se aclare que nunca os habéis separado. ¿Alguien llegó a preguntároslo? ¿O incluso fue una posibilidad?
No sabía que la nota de prensa decía eso, pero bueno, cuando saqué el disco en solitario sí fue una pregunta recurrente. Está bien explicarlo: nunca nos hemos separado, pero tampoco hemos funcionado normalmente. El año pasado creo que dimos un concierto en todo el año. Fue una etapa de stand-by, sin hablarlo, sin saber en realidad dónde estábamos, si se había terminado o no. Estábamos esperando un poco que llegara la inspiración… o que no llegara. Tampoco tenemos una entidad como grupo como para anunciar nada. El día que se acabe tampoco haremos un drama. «¡Nos separamos!» (Nde: imposta un tono lastimero) (Risas) Tampoco creo que le importe a mucha gente…

Hombre…
A alguno sí le importará, pero no somos U2. El día que se acabe, se acabará y no pasa nada. Ni siquiera creo que hagamos una fecha de «se termina aquí». Se extinguirá y ya está. Es un poco como hemos estado todo este tiempo.

Sobre los trabajos entre medias, han estado mi disco en solitario porque sí, porque me apetecía y porque dada mi situación personal (Nde: como nos contó en este informe, se quedó en paro e intentó subsistir con la música) me vino bien, aunque no fuera la razón principal de hacer un disco. En cuanto a ‘Los amores cobardes’, en realidad fue un trabajo de Gonzalo, que firmaba la parte instrumental, y mío, que hice las canciones. Y en el disco con The New Raemon sólo participamos Edu y yo. Hemos estado haciendo cosas, porque nos gusta mucho esto, pero como grupo hemos estado muy parados.

«Al nivel que tenemos como McEnroe no se puede vivir de la música”.

¿Y cómo han influido todos esos proyectos más o menos separados de McEnroe en ‘La distancia’?
La verdad, sin que suene mal, es que no creo que hayan tenido influencia. ‘La distancia’ tiene una entidad propia. Aunque tú me has dicho que te suena continuista, y conste que no has sido el único que lo ha dicho… Mira, aquí también sería el válido el concepto de «distancia»: lo que se percibe del disco desde fuera y cómo lo vemos nosotros. (Risas) Decía que nosotros sí teníamos la sensación de no estar haciendo lo mismo. No por renegar de lo otro, sino por las ganas de hacer algo nuevo. Quizá, si hay algo, podría ser el hecho de que Gonzalo en la BSO de ‘Los amores cobardes’ comenzó a jugar con teclados y sintetizadores, que tienen más presencia en el disco.

Por lo que decís en la nota de prensa, gran parte de culpa de este lapso enter álbumes la tiene también la propia vida personal de cada uno de vosotros. ¿Fue ese un golpe de realidad que sacudió el grupo, ver que pese al trabajo acumulado quizá no podía llegar a ser más que, con perdón, una afición extralaboral?
No. Jamás nos hemos planteado la música como medio de vida. Ni siquiera hemos llegado a atisbarlo y cada uno hemos tenido nuestros trabajos desde el principio. ¡Y menos mal! (Risas) Porque como te comentaba en la otra entrevista, al nivel que tenemos como McEnroe no se puede vivir de la música. Así que no nos hemos llevado ningún golpe de realidad. Al contrario, estamos aún flipando por la parte buena y lo vivimos como un privilegio: que podamos seguir grabando discos, que nos hagan caso, que tú me hagas una entrevista, que vayamos a tocar a sitios y que venga gente a vernos… Lo seguimos viviendo como una suerte.

«A veces el hombre es un lobo para el hombre, y el artista es un lobo para el artista”.

Mencionabas ese informe que publicábamos días atrás sobre la situación económico-laboral de varios grupos consolidados, entre ellos vosotros. No sé si has podido leerlo, y si hacerlo te ha llevado a alguna conclusión o idea diferente a la que ya tenías sobre el asunto…
Sí, claro, la he leído y ha sido muy interesante poder leer las opiniones de otros grupos. Me ha parecido un acierto total que escribáis sobre este tema, es algo que está muy olvidado, sobre lo que nadie decía nada y que me parece importante que se sepa. Como todo el tema de las redes sociales, que la gente piense que estás forrado o que vives holgadamente de esto. Que se den cuenta de cuál es la realidad. Me ha parecido conocer diferentes realidades, las de Triángulo (de Amor Bizarro), Betacam… En el tema de la SGAE… me hubiera gustado utilizar insultos. (Risas) Está bien que me haya cortado, pero Rodrigo de TAB lo explicó muy bien: a veces el hombre es un lobo para el hombre, y el artista es un lobo para el artista. Cuando leo cosas sobre «La Rueda» y todo esto pienso «¡qué huevos, colega!»

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Publicado por
Raúl Guillén