Lola Indigo presentaba anoche en una pequeña sala de Madrid (Uñas Chung Lee) su disco ‘Akelarre’, el esperado debut que publicará este mismo viernes. Lo hacía en un evento para influencers, prensa y algunos fans a los que se obsequiaba con un pequeño presente (una vela roja, una piedra y una estampita con una letra del disco), además de con un poco de bebercio. Como suele suceder en estos eventos, pesó tanto o más el photocall con famosos amigos tipo Cepeda y Carlos Right que lo musical, y lo que vimos fue un breve set con Lola Indigo cantando en directo sobre una base grabada, acompañada de 4 bailarinas, siempre esenciales en su batucada de proyecto.
El inicio fue titubeante. Hasta dos veces entraron unos segundos del playback que no era, porque la canción que tenía que abrir era ‘Mujer bruja’, la primera que encontraremos también en la secuencia de ‘Akelarre’. Mimi Doblas resolvió la papeleta de tener que contar con las voces de Mala Rodríguez o luego la de Lalo Ebratt en ‘Maldición‘ evidentemente pregrabadas, distrayendo la atención del público hacia las coreografías, bastante apañadas y trabajadas. Beyoncé parece la inspiración de las mismas en su obsesión por lo geométrico, el recalcar de los ritmos percusivos casi tribales y los pataleos. Aquí no hay tiempo para la sutileza ni la balada: todo el set es bastante brutote y las caras de Doblas durante el set podrían inspirar exactamente los mismos memes que la entregadísima Knowles de la Super Bowl
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Lola Indigo manifestó haber estado nerviosa para esta presentación porque se sentía como en un «examen» final en el que tenía que presentar la obra en la que tantos meses ha estado trabajando en el estudio, pero desde luego no se notó. El foco estaba puesto en las interpretaciones de temas como ‘El humo’; el tema con Maikel Delacalle ‘Subliminal’, del que se mostró especialmente orgullosa; o hacia el final un ‘No se toca’ que continúa por la senda africanista, Mad Decent y también un tanto españoleta y latina que ha caracterizado su sonido. «Se mira pero no se toca», repite insaciable en el que es otro de sus poderosos estribillos, aunque no tanto como el del hit que se había reservado para el final, obviamente ‘Ya no quiero ná’, aún incombustible meses después de su edición. El formato sin dj’s, MC’s ni percusiones en vivo no fue el más impresionante, pero definitivamente estaremos ante uno de los discos más concisos, cohesivos e interesantes salidos de OT. 6.