Si el éxito de ‘Chernobyl’ ha sido inesperado, que su guión haya salido de la mente de Craig Mazin es casi milagroso. Echar un vistazo a su filmografía es como acercarse al núcleo del reactor: ‘Experimento chiflado’, ‘Scary Movie 3’, ‘Scary Movie 4’, las dos secuelas reguleras de ‘Resacón en Las Vegas’, la olvidable precuela de ‘Blancanieves y la leyenda del cazador’ y la comedieta ‘Por la cara’. Con estos antecedentes, quién iba a pensar que podía escribir una maravilla como ‘Chernobyl’. Pues lo ha hecho. A través de la combinación de varios puntos de vista, Mazin consigue un equilibrio perfecto entre la descripción de la catástrofe nuclear y las labores de limpieza, la narración de las repercusiones políticas que desencadenó, y el relato del inmenso drama humano que provocó. Los guiones han gustado tanto que ha decidido hacerlos públicos.
Tras su exitosa etapa como realizador de videos musicales (ha dirigido clips para Madonna, Kylie Minogue, Robbie Williams o los últimos de David Bowie), Renck comenzó su carrera en televisión dirigiendo episodios de ‘Breaking Bad’, ‘Vikingos’ o ‘The Walking Dead’. Con ‘Chernobyl’ le ha llegado su gran oportunidad. Ha dirigido los cinco episodios, demostrando su enorme talento. Renck utiliza una puesta en escena muy sobria y eficaz, sin caer nunca en la espectacularización, pero sabiendo mantener en todo momento la tensión del relato. Su caligrafía visual está compuesta por una combinación de planos cortos rodados con cámara en mano para acercarse a la intimidad de la tragedia o al interior de los despachos, junto a unos ceremoniosos planos generales que amplifican la magnitud de la catástrofe.
La chelista islandesa, ex de múm y colaboradora del fallecido Jóhann Jóhansson, ha compuesto una potentísima banda sonora capaz de derretir una barra de uranio. La mezcla de música minimalista con sonidos grabados en una central nuclear de Lituania consigue crear un efecto enormemente inquietante y perturbador, multiplicando de forma extraordinaria la sensación de desasosiego y pesadumbre que transmiten las imágenes.
Uno de los aspectos más destacados de ‘Chernobyl’ es su opresiva y depresiva atmósfera. Ihre, conocido por su labor en las películas de Joachim Trier (‘Thelma
’, ‘Oslo, 31 de agosto’), utiliza una paleta grisácea, muy apagada y espesa, como forma de enfatizar el dramatismo de la tragedia humana y ecológica del desastre, y transmitir toda la presión psicológica que el aparato del estado soviético ejercía sobre la población.Todos los actores de ‘Chernobyl’ están estupendos, pero el trabajo de los tres personajes principales es sensacional: Jared Harris, como el ingeniero atormentado; Stellan Skarsgard, como el político resolutivo pero resignado a la realidad del sistema (las secuencias entre los dos son una muestra excepcional de contención expresiva y progresión dramática); y Emily Watson, como la tenaz científica; un personaje creado como representación de todos los científicos que ayudaron a paliar las consecuencias del desastre.
¿Cómo explicar las causas del accidente de una central nuclear a una mayoría de espectadores que saben tanto sobre su funcionamiento como Homer Simpson? Este era un escollo que ‘Chernobyl’ tenía que pasar si no quería que el público huyera de la serie abrumado por tanto tecnicismo incomprensible. Y lo ha logrado de la mejor manera. Tanto las causas de la catástrofe como sus consecuencias están expuestas de manera muy clara y -lo más difícil de conseguir- muy orgánica. En ningún momento tenemos la sensación de que la acción se ha detenido para darnos una clase rápida sobre la energía nuclear.
No se trata del típico ejercicio gimnástico que muchos directores mediocres realizan para exhibir músculo autoral, sino de una escena cuya filmación en continuidad está completamente justificada. Noventa angustiosos segundos en el techo de la central que te dejan clavado en el sofá.
Cada uno de los cuatro primeros capítulos está protagonizado por un grupo de trabajadores que ayudaron en las labores de contención y limpieza. Personas que pusieron en riesgo su salud y, en muchos casos, sacrificaron su vida (algunos engañados, otros no) para evitar una catástrofe mayor. Por orden: bomberos, empleados de la central, mineros (quienes protagonizan una de las grandes secuencias de la serie) y militares. Trabajadores que lucharon contra los efectos del desastre y contra el secretismo de su propio gobierno.
Los sucesos de Chérnobil obviamente están basados en hechos reales. Una de las fuentes documentales más importantes es el libro ‘Voces de Chernóbil’, de la premio Nobel Svetlana Alexiévich. Al final, cuando aparecen imágenes de los verdaderos protagonistas, cuando vemos el verdadero rostro de Valeri Legásov, Boris Shcherbina y los cientos de trabajadores que ayudaron en las labores de limpieza, somos totalmente conscientes de la realidad y las dimensiones humanas de la catástrofe.
Esto es ya una apreciación personal pero, ¿no es emocionante ver otra vez juntos en la pantalla, más de veinte años después, a la pareja protagonista de una de las películas clave de la década de los noventa: ‘Rompiendo las olas’? 9.