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Miqui Puig: «Tengo un pudor muy grande, me gusta ser anónimo. No tengo este ego que veo en otras personas”

Miqui Puig ha publicado este año ‘15 canciones de amor, de barro y motocicletas‘, un disco quizá largo de más pero en el que mantienen el brío de Los Sencillos o de su gran álbum en solitario, ‘Casualidades‘, temas como ‘Doulton’, ‘Montjuic’ o ‘Hunos’. Son temas costumbristas y nostálgicos sobre Barcelona, nuestros tiempos y la vida en general, de los que hablamos paradójicamente en Madrid.

Conocí a Miqui en el FIB de 2004 aproximadamente, cuando trabajaba para otro medio. Le di las gracias por firmar 50 CD singles para nuestros usuarios (¿dónde estarán estas reliquias?), pero él no me recuerda. Aun así, me habla como si me conociera de toda la vida. El artista aparece eufórico porque acaba de ofrecer un gran concierto en las fiestas populares de San Isidro y con muchas ganas de hablar. Lamentándolo mucho, me ha llevado mi par de meses transcribir estos 55 minutos de conversación aceleradísima, teniendo que rebobinar varias veces cada palabra pronunciada en catalán, y alguna que otra en castellano, pero la espera merece la pena, pues deja un titular cada dos declaraciones. Miqui sigue siendo Miqui cuando habla de música, fiel a Berlanga o Saint Etienne pero interesado en las nuevas tendencias; o política.

¿Por qué has articulado este disco como una mixtape?
Es una frikada que viene del curro. Me paso la vida haciendo el programa de Pista de Fusta de iCat. Me levanto los lunes, escucho las novedades, selecciono vinilos y hago el programa como una mixtape. Empiezo con las lentas y acabo con las más «dancey». Siempre hago el programa en directo y, como soy fanático del hip hop, pensé en hacer una mixtape. En la gira anterior hacíamos interludios y con Marc (Botey), mi guitarra, teníamos claro hacer un concepto pop que no parara nunca. Aunque también pensamos que estaría bien que parara alguna vez…

Pero en los tiempos de hoy, si dejas lo mejor para el final, la gente no va a llegar a oírlo. Las últimas canciones de los discos tienden a tener menos escuchas…
Miqui Otero, el escritor joven de Barcelona, me dice cuando saco ‘Raros’: «¿qué? sigues con tu autoboicot, ¿no? Sales en OT y vuelves con el single más radical». Tengo 50 años, Sebas, y para mí hacer música es un regalo. Desde que empecé a hacer música en solitario, cada día es un regalo. Con los músicos nos pasamos la vida para ver de dónde sacamos dinero, los he engañado para que vengan a Radio 3, están militando… Donde tengo más ansiedad es en que la banda esté a gusto para seguir adelante. Sí que es verdad que ahora me planteo que a lo mejor en vez de haber sido 15 canciones, podrían haber sido 13 o 10. Pero mañana te diré otra cosa: tengo declaraciones en las que digo que nunca volveré a cantar. Estas canciones me gustaban, las veía bien. Suelo hacer muchos tests con los amigos. Cuando vosotros pusisteis ‘Doulton’ como canción destacada fue bonito, porque es la canción que cierra. Y es una canción con historia porque estaba guardada en un cajón. Además, no era sobre un lunes, era otro día de la semana, pero por mi edad y por como planteé el disco, como empezando en sábado y terminando en lunes, era el día que tenía que ser. Porque además un periodista ha dicho que hago discos como de resaca, como de lunes. Son las frikadas que hacemos los artistas, y luego cada uno percibe de una manera.

¿’Doulton’ es un recuerdo, una canción costumbrista…?
Es costumbrista. Me gusta mucho. Está escrita en una época en que ni tenía pareja ni se la esperaba. Es muy Saint Etienne. Se llama ‘Doulton’ porque cuando decidí que todos los títulos serían cortos, busqué vajillas inglesas y este nombre era muy sonoro. Le pregunté a un amigo inglés, Andrew, y me dijo que (la vajilla Doulton) fue lo único que se quedó de la lista de bodas. Pensé: «Entonces he dado en el clavo». Es muy Berlanga, no te voy a engañar.

«Tengo 50 años, y para mí hacer música es un regalo. Desde que empecé a hacer música en solitario, cada día es un regalo»

Por lo que dices, hay canciones bastante antiguas en el disco, incluso anteriores al disco anterior.
Tres o cuatro. Siempre guardo maquetas. Joan, el batería, es nuevo; Toni estaba colaborando… Trabajo con músicos nuevos y hago pruebas. Alguna es del noventa y pico, por ejemplo ‘Ola’, que funcionó muy bien en la Pradera (de San Isidro), es una maqueta que es del ‘Colección de favoritas’ (1999). ‘Comic’s’ es un título que tengo hace 4 años, porque era una discoteca-rave, un after al que íbamos a bailar acid a escondidas de los mods. Estaba en un pueblo perdido, en Sant Martí de Centelles. Y ‘Comic’s’ tenía que ser un retrato de alguien que opina que el pasado es siempre mejor. Que a mí me pasa con Los Sencillos. Me dicen: «es que Los Sencillos…» Y yo: «ya, pero era el año 92».

Pero esas canciones guardadas en un cajón tampoco las vas tocando en vivo, a lo Radiohead, que de repente te editan una canción que tocaron por primera vez hace 15 años.
Eso también es bonito. Como este disco ha salido tarde y vamos mal para el ciclo de conciertos, quiero empezar a hacerlo. A lo mejor hacemos nuevas en directo.

¿Por qué te empeñas en firmar el disco con banda, cuando básicamente son tus canciones en solitario?
Porque son mis escuderos. Es mi gran caballo de batalla. Soy un tío muy cagao, aunque parezca echao pa’lante. Y siempre necesito un apoyo, y ellos son mi apoyo. Pero este disco lo he parido yo. Me pasé todo julio y agosto con libretas, desde las 8 de la mañana. Mi chica flipando. Empezaba a oír melodías, ahora con el ordenador, grabo la melodía, se lo mando a los chicos… Ha entrado Toni, que compone conmigo, porque toco la guitarra muy mal, y prefiero colaborar con músicos. De hecho, acabamos de volver a cambiar, porque Toni ha tenido un problema y ahora hemos metido a un cubano impresionante cantando y tocando la guitarra que da otra vida. Te inventas las cosas para subsistir, porque somos «do it yourselfs» del rock. David Beef y yo siempre nos decimos lo mismo: «¿Cómo va el rock?».

«Este año estuvimos muy cerca de reunirnos Los Sencillos, tuvimos una oferta de un festival que nos pareció interesante»

¿Y tú qué le dices?
Yo muy bien, genial, con muchas ganas, pero siendo realista. Muchas veces en el indie vendemos: «este disco es genial». ¿Pero cuántas copias vendemos? ¿Cuántas entradas vendemos? Yo sé los fans que tengo. Me ve gente y me dicen «podías reuniros Los Sencillos». Este año estuvimos muy cerca de reunirnos, tuvimos una oferta de un festival que nos pareció interesante, el Blues & Ritmes de Badalona. Y yo dije: «¿por qué no?». Pero uno dijo que no y eso fue todo. O estábamos los originales o no tiene sentido.

¿Quién dijo que no?
(pone cara de que no lo va a decir)

¿Pero por razones artísticas o personales?
No se sabe. Es muy relativo. Ya sabes cómo terminan las bandas de rock. Yo he tenido tres formaciones porque he sido muy cabezón. Rockdelux en uno de sus grandes editoriales puso que nos separamos tarde. Pero yo era muy cabezón, y seguí adelante. Tú tienes un impulso vital que no tiene el resto de gente. Unos van a un paso y otros van a otro paso. Yo estoy en un momento guay. En la Pradera vinieron muchos fans, y otros fue como «qué hacen estos freaks aquí», pero estos también bailaban. Y la propuesta que buscamos es esa.

«La música nos la cargamos en la democracia: no tenemos cultura pop»

Yo no soy muy partidario de los concierto gratis. Al final la gente habla. Por lo menos que cobren 1 euro.
Este discurso es el que llevo haciendo años, aunque he visto a Chuck Berry o a Radio Futura en La Mercè. La música nos la cargamos en la democracia. Pero no tenemos cultura pop. Si San Isidro cobrara 1 euro y se lo diera a los refugiados yo los daría, pero no tenemos esta cultura. Con Carles Baena (El Segell) siempre hacemos la misma broma, y lo conozco con 14 años cuando su padre organizaba las fiestas del PSUC, donde han tocado hasta los Ramones… Salió bien y eso que la propuesta no era fácil. Lo primero que hicimos en la Pradera fue tocar el single, que es como «¿y ahora qué?».

‘Raros’ al final no ha sido tan polémica…
No, para nada. Estoy súper contento.

«En la Pradera oí un mensaje de un tipo llamándome «gordo». Un marica llamándome «gordooooo». ¡Pero si estamos en el mismo barco, tío!»

A mí me rechinaba el paralelismo entre nazi y bollera, pero ya nos lo aclaraste
La canción estuvo 10 años en un cajón. En el estudio hubo días de discusiones de gente entrando, saliendo, rascándose la cabeza. En la Pradera oí un mensaje de un tipo llamándome «gordo». Un marica llamándome «gordooooo». ¡Pero si estamos en el mismo barco, tío! Muchas veces me han dicho: «Si Miqui fuera más guapo…» ¿Pero como un Adonis? En la época Ariola luchábamos con productos prefabricados. Después de nosotros entró Chafino, un castrati, ¿te acuerdas? ‘Raros’ no ha sido polémica, la gente se lo ha tomado como algo suyo. Me planteé buscar más palabras, pero no, son los colectivos con los que me sintiera identificado. Tengo un primo de 60 años que militó en el Front D’Alliberament Gay de Barcelona y estos señores se iban al calabozo de la Generalitat. Y no eran bromas. De todos los héroes que citamos, la primera es la transexual que mataron en la Ciutadella los Boixos Nois. Es algo que no es frívolo. Pero tampoco es la punta del disco. Es más bien algo que podría estar en un single aparte.

No sé si puede quitar un poco de protagonismo al resto.
También nos ha pasado que íbamos a hacer un plan de trabajo y al aparecer El Segell todo ha cambiado. Ha quedado el single un poco deslavazado pero el vídeo le vuelve a dar sentido. Salen todos los Miquis, desde que era pequeño, tocando la guitarra, haciendo el freak…

También nos han puesto un comentario diciendo que esto de ‘Raros’ ya lo cantó Javier Álvarez en ‘Padre’.
Pues mira, podría habérseme quedado. Hicimos una gira juntos, fue una cosa curiosa para el Barna Sants, el concierto de cantautores de Barcelona, y fue una cosa muy freak. Era Javier, por el que tuve muy buena relación porque su hermano que me hizo un vídeo para el último disco de Los Sencillos; yo y Joan Isaac, el cantautor. Aquel disco de versiones de Javier Álvarez vino de aquel espectáculo.

Tengo la impresión de que tú podrías haber aprovechado tu tirón mediático mejor. Hay gente que utiliza su momento de fama para sumarse a mil festivales por imagen, por morro, por buen mánager, porque tiene un viral… y tú no aprovechaste tanto tu aparición en ‘Factor X’.
Siempre me tiro para atrás. Tengo un pudor muy grande, tío. No sé cómo explicarlo. Me gustaría tener más conciertos o una solvencia económica para los músicos, y me lo planteo. Pero no me siento cómodo. Con ‘Bonito es’ vendemos casi 50.000 copias, y para el siguiente disco nos volvemos locos y empezamos a meter «wah-wahs». Nos decían: «Es que sois avanzados», «es que si vivierais en Londres». Yo digo: «si viviera en Londres, probablemente trabajaría en una ferretería. Y probablemente sería muy feliz». No lo paso bien. Me gusta ser anónimo. No tengo este ego que veo en otras personas, y podemos sacar nombres que todos conocemos.

¿De ahora o de antes?
De todas las épocas. El otro día estaba con Carolina Durante, que los vi actuar con Amaia en el WARM UP, y yo soy megafán de Juan, el batería que toca con Axolotes Mexicanos. Y le digo: «ole tus huevos». Ahora veremos… Si ‘Bonito es’ hubiera entrado en la rueda, yo sería como El Canto del Loco, pero empiezo a meter frikadas en mis canciones y nos dicen cosas como «es que vais por delante». También pasó lo de Naive, cuando sacamos el primer disco. Sacamos el disco y Naive quiebra. El último disco de Los Sencillos iba a ser un disco en directo con la editorial Clippers, lo firmamos el 22 de diciembre y el padre muere el día de Navidad. Y en Factor X, el personaje que tenía no era amable como para ser contratado. De ‘Impar’ dijo Kiko Amat que era su favorito, que es un disco de nuevo rico, teníamos presupuesto… pero para mí es un disco fallido porque es un disco de «a ver qué pasa». Lo decía Alfonso Pérez de Warner: «no puedes tener un año de tele y de música y que todo funcione». Es un país en el que tiene que ir separado. También hay mucha endogamia.

A nivel contratación, ¿te apetece hacer todos los festivales que puedas y todo eso, o vas a seleccionar?
Yo ahora quiero tocar en todos los lados donde pueda ser, pero tiene que haber un boca oreja. Con ‘Escuela de capataces’ (2017) lo hubo, la gente decía: «qué pasa aquí». Y yo lo entendía, después de estar 9 años en mi mundo, que eso sí que fue deliberado, quería volver pero no a cualquier precio. Y es lo que contaba en una canción que saqué como single en catalán una Navidad, ‘Vos trobava a faltar’. Quería saber dónde quería estar. No quiero ser cantautor porque a mí me gusta bailar y tengo muchos referentes. Tuve un encuentro con Edwyn Collins cuando ya había tenido el ictus. Ha sido un enfadado como yo, pero él tuvo la suerte de escribir ‘A Girl Like You’, y él vive de eso, de cuando ponen en las teles las películas donde sale ‘A Girl Like You’.

¿Y ahora de qué vives?
Yo ahora vivo de la radio.

También he visto en Twitter que celebrabas un éxito de audiencia en una intervención televisiva.
En el APM. Me decían cómo veía la tele y solté unas cuantas «miquis». Pero la tele me dejó de interesar, me han robado programas, me han dicho: «Haz esto gratis que luego en septiembre lo harás tú» y en septiembre metían a otro tío. Con Paco Loco lo hablaba el otro día, y me decía lo mismo: «Si estuviéramos en Inglaterra»…

Cómo te toca los huevos lo de Inglaterra, ¿no?
Si soy súper anglófilo, ya lo sabes. Pero es que el «si fuera» no me sirve. Yo vivo de la radio. Y de hacer de disc jockey.

Estos 9 años que referenciabas, ¿en qué andabas metido?
Seguí haciendo el concierto de Navidad y monté el proyecto de la big band, que solo hicimos dos conciertos, hicimos el SOS y luego el de la Mercè. Hubo enfermedades, que todos tenemos en nuestro entorno. Hice mucha radio, tuve un juicio por un despido improcedente. Mi mánager me decía: «vamos a comer. ¿Qué, piensas sacar otro disco?». Y al final me metí con el ‘Escuela de Capataces’.

«Un mánager es necesario: el artista necesita saber que solo tiene que hacer dos cosas: canciones y comunicarse con la prensa sin cagarla»

¿Mantienes un/a mánager todo este tiempo?
Es necesario. El otro día bajé del escenario, y había habido problemas de monitores y mi mánager me dijo: «antes de que digas nada, es el mejor concierto que te he visto en muchos años. La gente ha flipado. Lo hemos conseguido». Somos frágiles y necesitamos oír estas cosas.

¿Pero cómo le pagas si no estás trabajando?
Bueno… invertimos los dos juntos en un proyecto a largo plazo (risas). Es una de las claves de por qué ahora el negocio es tan frágil. El artista necesita saber que solo tiene que hacer dos cosas: canciones y comunicarse con la prensa y no cagarla. Por declaraciones que tú has publicado de mucha gente. Hay mucha gente que tiene la boca muy fácil. En Instagram y en las redes sociales, yo flipo. Luego algunos saben hacer muy buena autopromoción.

«Si yo te digo todo lo opino de la industria, en tus comentarios me llamarían resentido y amargado»

Nosotros no cogemos el titular más sensacionalista como la gente se cree, porque da miedo cuánto se pueden sacar hoy en día ciertas cosas de quicio. Pero también da pena que haya tanta autocensura, y que la gente deje de decir lo que piensa.
Si yo te digo todo lo opino de la industria, en tus comentarios me llamarían resentido y amargado. Los que pueden rajar son los que tienen background, los que se compraron un piso en los 80.

¿Te refieres a Fangoria, hablando de las hipotecas o del VIH?
Ellos tienen un colchón muy grande. Pero yo me mojo mucho en política, en temas sociales, creo que es donde me puedo mojar, porque soy hijo de un campesino del Vallés que toca música rock. Morrissey tiene el legado de los Smiths. O Prince cuando estaba en contra de nosequé.

¿Qué opinas de las últimas de Morrissey?
Se le está yendo del todo.

Hice una columna defendiéndole, pero cada vez lo está poniendo más difícil.
Cada vez más, lo del pin (de un partido de ultraderecha) es meterse en un jardín. Se lo está ganando a pulso.

¿En tu nuevo disco, hay algún resquicio de canción social?
En ‘Tinta’ siempre llama mucho la atención la palabra fascista. Me gusta. Leo mucho para escribir y me parece sonoro.

“Para mí la palabra “fascista” era sonora, sobre todo viviendo en Cataluña, donde la palabra “nazi”, “fascista” se lanza hacia un lado y hacia otro. Y yo pienso: “¿pero os estáis oyendo?”

A mí me parece algo un poco obvio, gratuito, facilongo…
¿Sí? Es una de las dudas que tengo. Es una de esas palabras que cuando la escribes, sabes que va a tener este momento. De hecho, una canción de LAV Records, que llevamos con mi hermano, habla de los fascistas, y un periodista de Barcelona se centró en esta frase a muerte. Para mí era sonora, sobre todo viviendo en Cataluña, donde la palabra «nazi», «fascista» se lanza hacia un lado y hacia otro. Y yo pienso: «¿pero os estáis oyendo?». Yo quería hablar del miedo: «quiero vivir mi miedo, no acapares mi miedo». Viene de un colega que le dijo a un colega: «es que Miqui no se ha posicionado». Y yo, ¿cómo que no me he posicionado? Soy anti-convergent total, estoy en contra del poder, y ahora el poder está diciendo que qué mal estamos con una ley mordaza que votaron ellos. Y van con el rollo «qué oprimidos somos» cuando tú has sido el primer opresor. Los Mossos han pegado hostias hace muy poco a gente que estaban sacando de sus casas. Para mí eso es lo principal y no está solucionado. Soy un tío muy comprometido. Una vez acusé a un político y al cabo de 2 horas tenía un tuit de otro político diciendo: «cuidado». Orwell estaría contento.

Y borraste el tuit.
No, pero me di cuenta de que cierto tipo de opiniones… Era contra Felip Puig, cuando el 15-M, cuando entraron los Mossos en la Plaça repartiendo todo. Estaba con unos amigos de Madrid que habían venido al Primavera y no dimos crédito.

No hay tantos famosos catalanes que se posicionen, por eso quizá lo de Isabel Coixet siempre ha sido tan sonado.
Lo de Pujol todo el mundo lo sabía o no queríamos verlo. Mi padre venía del socialismo católico, y el PSOE le engañó. Y mi padre se preguntaba dónde estaba el socialismo por el que él luchó. En mi casa se vivió como «son todos iguales» y nos centramos en vivir. Yo soy una persona que interpelo a mi alcalde cuando algo no me gusta. «Tío, eres mi alcalde».

¿Qué pueblo es?
Soy de un pueblo pequeño de 9.000 habitantes, La Ametlla del Vallés, mi padre estaba metido en política.

¿No has pensado en meterte en política?
No, porque no tengo carácter.

¿Perdona? Hay gente con menos carácter metida en política…
Pero yo soy visceral, ante una injusticia, o ante un político que me está diciendo una barbaridad…

¿Tú crees que Trump se planteó si era demasiado visceral para ser político?
(risas) En casa somos muy fans de ‘Good Fight’, somos anti Trump.

¿Qué canciones del disco son más autobiográficas?
‘Comic’s’, ‘Montjuic’, que no lo parece y es la Barna de los 90 de garaje, de una rave, con un tío que ha desmantelado una discoteca y vende vinilos… Es la Barna sin GPS, Sebas, de «esto estaba entre el Sidecar y aquel sitio donde tenían popper de Gràcia». Aquel sitio que se llamaba Sant Miquel donde vendían popper.

“El disco es la Barna sin GPS, de «esto estaba entre el Sidecar y aquel sitio donde tenían popper de Gràcia»

En la canción de ‘Chill Out’ hablas de dejar la música. No sé si es de las antiguas o de las nuevas….
¡Esta es antigua!

Aunque valdría para todas las épocas…
(risas) ¡Qué cabrón! Tengo días mejores, tengo días peores… «Podría haber contraído el sida / mentiras más grandes me creo» es una frase escrita hace años. Guardiola estaría enterrado de las veces que le han dicho que tenía sida. Cuando me adelgacé mucho porque me dio un jamacuco, me decían que tenía el sida. Y eso es una mentira…

La gente ni siquiera diferencia sida de VIH…
En el año 92 cuando la gente venía a ver a Los Sencillos a Revólver o donde fuera, el merchandising era de uno de los colectivos que luchaban contra el sida en Barcelona, porque empezó a caer gente del entorno. El otro día vi ‘Pride’ y me gustó mucho, como todo este cine británico. Hubo gente que duró dos años.

“Ver a alguien con un talento desmesurado e incluso desbocado a veces como el de Amaia, es muy, muy divertido”

¿Cuál ha sido tu función exactamente con Amaia de OT?
Hice toda la gira. El año pasado estaba trabajando en casa y me llama Carles Baena: «tenemos que hacer un proyecto para que Amaia empiece a tocar». Yo soy el sexto Free Fall Band, mentor y productor e hice la dirección artística de la primera gira. Las versiones, los arreglos, eran míos. Y ahora me ha pedido que haga lo mismo en esta gira. Son trabajos conjuntamente hechos con ella. Ella se siente cómoda y yo la asesoro. Ver a alguien con un talento desmesurado e incluso desbocado a veces, es muy, muy divertido.

He oído en Universal un par de canciones de su disco, una muy Marisol, otra muy La Buena Vida… de los que soy superfán.
Yo también, pero Irantzu nunca quiso cantar conmigo, no se atrevió a cantar con Los Sencillos. Nos reímos mucho de aquello. Yo creo que le parecíamos un grupo demasiado grande, demasiado mainstream para lo que estaba haciendo. Yo les quiero un montón, estuve en el bar de Javi en Donosti hace poco y creo que voy a ir a pinchar en el aniversario. Amaia me gusta mucho cuando se pone setentas con el piano. Yo creo que es cuando brilla más, cuando es la artista que va a ser. Aunque cuidado con la presión. Cuando trabajamos juntos, al momento ya tenemos niñas allí metidas, que si el ex novio hace un vídeo, una canción exprés, gente que te interpola…

Los cantantes de OT están sometidos a un ambiente ultra tóxico brutal…
Yo recibo a diario a mensajes. «Oye, Miqui, dile a Amaia que cambie esta canción de orden y que no toque la guitarra que no la toca bien» (risas).

¿Caes en paternalismos al asesorar a alguien tan joven o lo evitas?
Yo soy muy punky, pero con Amaia echo un paso atrás porque no es un proyecto mío. Es un encargo.

¿Qué quieres decir?
Que a The Free Fall Band les digo: «¡¡esto es una puta mierda!!». Se van a casa con la cabeza baja, pero al cabo de una hora me dicen «gracias». Soy un punky, muy expeditivo.

Hay gente que dice que es un error ser tan paternalista, que hay que dejar que la gente cometa sus propios errores.
Sí, pero cuando ves el mismo error 15 veces, le dices: «bueno, vale ya». Adrián, el mánager de Carolina Durante, me decía: «yo les dejo hacer pero a veces es como «eh, enough!». Hay una frase bonita: «¿Por qué haces de mánager? Para evitar que comentan los mismos errores. Para que cometan otros». Creo que los artistas jóvenes a veces no tienen huevos suficientes. Les dices: «¿Por qué no haces esto? No lo está haciendo nadie». O te dicen: «Esto es Tame Impala». «Ya, pero tú no eres Tame Impala, ni estás en su entorno ni eres de su país». Ahora yo estoy emocionado con Cecilio, más que con grupos indies. Chico Blanco me gusta, que hace trap con UK Garage. Lo que han hecho Antifán, que podían hacer trap pero hacen algo más oscuro…

En el disco has metido Autotune.
Claro, hombre, me apetecía.

¡Haber metido mucho más, tipo disco de Cher!
(risas) Hubiera sido gratuito, lo he metido en ‘Graduado’, y en algunos coros.

No he entendido muy bien lo de los interludios en italiano…
Son bromas. Teníamos un amigo que se pasó todo el Sónar diciéndole a las guiris «I’m not interested in electronic music», y nos partíamos de risa. Me encanta Italia, me flipó el rapero que vino al Sónar, me encanta el sonido italiano, me apetecía.

«Creo que los artistas jóvenes a veces no tienen huevos suficientes»

Mi compañera Mireia Pería criticó, de tu disco anterior, precisamente, las bromas internas. Si la gente no lo entiende, se sale de la canción.
Y eso le enfadó muchísimo (risas) Pero es mi manera de escribir. Me encanta que mis amigos se vean reflejados. Cuando hice ‘Los Módena’, eran unas comidas mensuales que hacía con dos amigos poniendo a parir escritores. Y lo del vinagre es una cosa que hacen en Vilanova i la Geltrú. «Mal pero acostumbrado» es una frase de uno de mis mejores amigos. Las bromas internas me puedo sentar con Mireia y decirle cuál es cada una…

«Mal pero acostumbrado» es algo que se entiende. Pero otras cosas no las va a entender el fan de Huelva o de León…
El fan se termina cogiendo las letras como él las quiere, que me encanta. Tú haces canciones como estas que saca Jaime (Cristóbal) que son una oda a una motocicleta que acaba siendo un himno popular en Canadá. Hacemos las canciones y las soltamos. Todo el mundo tiene un amigo que ha bailado como un robot. Tengo amigos de estos del 85, cuando voy a pinchar a provincias, que me dicen: «Yo estaba en la sala Mond, eso sí que era indie».

Ya queda menos de esto, ¿no?
Hostia, todavía hay gente, yo me muevo en un entorno… Y Los Planetas siguen siendo un referente, como un tótem. Y mira que he sido planetista, que he llegado a versionarlos.

¿Te influye mucho ese entorno concreto o piensas en grande?
Siempre pensamos que el estribillo tiene que ser el más grande del mundo, pero luego todo tiene que estar trufado. Me gusta la literatura. Aplico la técnica de los editores a las canciones. Me encanta de los libros lo que cortas, y lo que metes de personal en una frase. Una referencia personal en una frase te la crees más y es como más emocionante. He intentado en este disco que no salgan cosas conocidas. Ahora estoy viviendo más alejado de Barcelona. El otro día me dijeron de una revista: «¿Nos puedes mandar una lista de 10 restaurantes de Barcelona?». «No salgo, gracias». Sería engañar. Qué coño te voy a contar. Si ya no salgo…

¿Entonces el indie no es una presión para ti? Si miras cifras de trap y de indie, ¿a quién le interesa el indie?
A nadie, a nadie. A mí me da igual, yo voy a grabar con Tribade, y me la pone más dura que otras cosas. En ‘Cómic’s’ que está David Lyme, la lista de gente para colaborar era amplia pero era inviable. Si quiero colaborar con un señor de Bélgica me va a decir: «vale, ¿cuántos discos vende usted?» (…) Pues son 1.500. Lo de Jeanette estuvo muy bien, pero la pillé en el momento justo.

¿Y cómo ha llegado Carlotta Cossials a cerrar el disco?
Me interpela en Twitter después de un Benicàssim cuando todavía no tenía Hinds. Veo que es como famosa. Veo que es actriz. Luego coincidimos y le dije que me gustaban las Hinds y que me apetecía que en el contestador hablara una chica. Le pregunto a Joan (Vich, su mánager), y dice que sí.

Pero la frase es tuya, no es la que quiso decir ella.
Sí… Es otra broma interna de llamarte con amigos «Brian Jones era el mejor Rolling Stone» y pum, colgar.

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Publicado por
Sebas E. Alonso