El espectacular clip dirigido por Rich Lee (Lana Del Rey, Eminem) para la canción acentúa ese tono oscuro, descartando el brillo de su melodía: comenzamos viendo cómo Billie es inyectada con esa ponzoña negra que ya ha aparecido en otros vídeos suyos, para descubrir que en realidad es un ángel que cae a la tierra. Concretamente a un pozo de ese mismo veneno que hay en sus venas, que hace que sus alas pesen muchísimo –da la sensación de que Billie tuvo que arrastrar realmente esa carga, con muchas dificultades–. Pero, en su avance, todo a su alrededor arde, incluso sus propias alas.
Pese a las referencias bíblicas de su letra, canción y vídeo en realidad son metáforas sobre el cambio climático, sobre cómo la Humanidad está esquilmando los recursos naturales sin control ni conciencia, devastándolo todo. Así lo confirmaba en una entrevista Finneas O’Connell, hermano y colaborador artístico de Eilish. Y así lo reafirma también un texto de Billie que acompaña al vídeo y que anima a participar en las huelgas que bajo el lema #climatestrike que están convocadas en todo el mundo los días 20 y 27 de septiembre, para presionar a los líderes mundiales que se reúnen para debatir sobre medio ambiente en la sede de la ONU el próximo día 23. «Ahora mismo hay millones de personas en todo el mundo suplicando a nuestros líderes que presten atención. Nuestra Tierra se está calentando a unos niveles sin precedentes, los casquetes polares se derriten, nuestros océanos creciendo, la fauna está siendo envenenada y nuestros bosques, quemados», dice el texto, animando a alzar la voz en estas manifestaciones: «Vuestra voz puede ser escuchada. Llevadlo a las calles», proclama.