Abel Hernández, conocido por su papel protagonista en Migala –un grupo que abanderó la vanguardia del pop rock independiente español en el cambio de siglo–, ya venía avisando. Tras el fantástico ‘Los movimientos‘ (2012), su tercer largo como El Hijo, parecía dar por agotada su etapa más folkie y, digamos, tradicional. Así lo apuntaba ya en 2015 cuando lanzó el EP ‘Fragmento I’, en el que la electrónica experimental pasaba a formar parte fundamental de su nuevo universo. Y nos quedó claro que no era un periodo pasajero cuando el año pasado liberaba ‘Dentro’, de nuevo un pequeño formato –con soporte audiovisual, esta vez– en el que incluso iba más allá en su persecución de un espacio nuevo, con ambiente post-industriales, más tarde amplificados con un disco de remezclas del propio Abel, David T. Ginzo (Tuya), Somos La Herencia o Sacco<>Vanzetti.
Ahora sabemos que ese nuevo rumbo se concretará en ‘Capital desierto’, un nuevo largo de El Hijo que se publicará «próximamente» a través del sello Intromúsica (Dorian, Rusos Blancos, Tórtel). En él aflorarán de nuevo ese espacio post-industrial que la propia nota de prensa sitúa junto a «contemporáneos como M.E.S.H., Untold o Arca», salpicado del dub que filtraron los grupos trip-hop de Bristol. Pero, en todo caso, no pierde de vista la melodía ni su espíritu popular, a tenor de su primer adelanto ‘Nuevo brutalismo’, que hoy etiquetamos como Canción del Día.
Y es que esta canción comienza, desde luego, con la aridez de algunos pasajes de la obra de Arca, mientras Hernández marca el tono –Autotune mediante– de su línea melódica. Hay un primer giro, sin embargo, cuando irrumpe la voz de la joven promesa gallega Laura LaMontagne en su estribillo, a la vez que un bombo marca un compás contundente, con trazos de –como él señalaba– dub. Y no es la única vuelta de tuerca que tiene esta canción puesto que, de repente, lo que parece un puente se convierte en el gran gancho de la canción, cantado a coro con Laura –que introduce unas inflexiones vocales medio arábigas medio folclóricas– y David T. Ginzo y que, lejanamente y de forma involuntaria, adquiere un ritmo de rumba pausada, como unas Grecas remezcladas.
De manera llamativa, Abel recicla en ‘Nuevo brutalismo’ parte de la letra de una de sus canciones más memorables –’Quebradizo y transparente’, de ‘Madrileña‘ (2010)–. Se centra en «David», uno de sus personajes, aquel que por entonces ya le gustaba «hablar de toda clase de accidentes / Y su casa es un museo / dedicado a la muerte». Casi una década después, aquel personaje entre siniestro y entrañable se ha agriado y vuelto aún más turbio. ‘Capital desierto’ promete.