El Hijo / Los movimientos

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El Hijo / Los movimientos

Según ha manifestado Abel Hernández, él siempre había apostado por su proyecto post-Migala, El Hijo, como una banda (su banda) y no como un proyecto de cantautor. Sin embargo, sus dos primeros álbumes, ‘Las otras vidas‘ y ‘Madrileña‘, encajaban bastante bien dentro de esta etiqueta, por más que el músico y productor imprimiera su fuerte personalidad y su voluntad de huir de todas las convenciones del género. Hace un año que anunció la salida de su sello de siempre, Acuarela Discos, para emprender la aventura de la autoedición, intentando paliar las penurias de ser músico en nuestro país. Al margen de obtener un mayor control sobre su obra y su carrera, Hernández parece haber aprovechado este punto de inflexión para tratar de aproximarse más a lo que él quiere que sea El Hijo. De ahí que ‘Los movimientos’, álbum editado esta semana gracias al cada vez más recurrente crowdfunding, suponga un cambio de forma y fondo considerable respecto a sus anteriores obras.

En su tercer disco, grabado en su mayoría en los estudios de Carlos Toronado (PAL) en Torrijos (Toledo) junto a la que venía siendo su banda habitual en directo (David T. Ginzo, Javier Montserrat y Xose Luis Saqués), Hernández ha realizado un trabajo de postproducción mucho más intenso que en las anteriores producciones de Refree (que aquí vuelve a colaborar, aunque de manera más esporádica), construyendo su sonido como una amalgama de capas en las que cobran mayor protagonismo teclados y guitarras eléctricas. Aunque continúan presentes las estructuras cambiantes, los ritmos atípicos y los cuidados arreglos vocales, no son tan nítidos y limpios, difuminados en la densa y brillante masa sonora que protagoniza estos diez nuevos cortes. Incluso su inconfundible voz resulta sacrificada parcialmente. En suma, y usando una figura poética que Abel emplea repetidamente a lo largo del disco, el nuevo sonido de El Hijo es más rocoso, más compacto.

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Pero, sobre todo, estas nuevas canciones suenan más rockeras, eléctricas y electrónicas que folkies y acústicas, haciendo continuos guiños al glam, a la psicodelia y al space-rock, ampliando su espectro musical y obteniendo al fin ese carácter más propio de una banda, que en ningún momento encaja en los estándares de cantautor, aunque sucesivas escuchas dejen claro que todas las canciones contenidas aquí también se sostendrían sin problemas en ese formato que tan bien domina. En esa misma línea, también resulta crucial cierto giro en el plano lírico, con unas letras que se vuelven más herméticas y misteriosas, recurriendo a constantes referencias a elementos naturales como tormentas, tempestades, montañas y rocas, alejadas (al menos en apariencia) de una temática sentimental con la que resulta más fácil empatizar.

Pero una vez asumidos estos cambios, pronto emergen las melodías, certeras como siempre, que hacen que ‘Exteriorización del cuerpo astral’ (una especie de canción-bisagra del viejo al nuevo El Hijo), ‘Remolino’, ‘Petrificado’ (delicioso despliegue de recursos rítmicos y arreglísticos), ‘Reina de las rocas’ o los aires andinos de la onírica ‘Inca’ sean nuevas muestras de su indudable y poco habitual tino para conjugar riesgo, personalidad y pop. El disco, del que solo cabe lamentar que algunos cortes (‘Testigo luminoso’, Stockhausen’ y ‘Tempestad’, quizá) no alcancen las mismas cotas de brillantez que el resto, culmina inmejorablemente con la magnífica ‘Buscando el sol’, que clama entre ambientes brumosos y sombríos por una luz que, paradójicamente, es lo que ha ofrecido hasta ese punto el álbum. ‘Los movimientos’ quizá no resulte tan emocionante como ‘Madrileña’, pero sin duda abre un nuevo camino para Abel Hernández en el que continuar expandiendo su talento, imprescindible en la escena nacional.

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Calificación: 7,8/10
Temas destacados: ‘Remolino’, ‘Petrificado’, ‘Exteriorización del cuerpo astral’, ‘Buscando el sol’.
Te gustará si te gusta: Joaquín Pascual, Refree, Sufjan Stevens.
Escúchalo en: Deezer.

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