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Bad Gyal puso un poco de picante en la algo insípida mezcla de «fiesta» y «sensibilidad» de ‘La hora musa’

El séptimo episodio de la temporada de ‘La hora musaprometía «¡Fiesta, sensibilidad, rock y música urbana!» en sus redes sociales. Pero, si la mezcla podía pintar bien sobre el papel la pantalla, a la postre resultó algo más insípida de lo esperado –uno de esos programas-puente que de cuando en cuando deja caer el formato musical de La 2–. Y es que los supuestos grandes atractivos del programa, The Cat Empire y Sílvia Pérez Cruz, no brillaron conforme a su papel. En primer lugar, el combo australiano no lograría convencer –al menos conmigo no lo lograron– con el buenrrollismo reggae-afro-charanga-jazz-pop de postal de su propuesta, demasiado encorsetada y previsible. Y eso que el directo, se supone, es su fuerte. Hasta aquí la «fiesta».

Y en el caso de la autora e intérprete de ‘11 de novembre‘ y ‘granada‘, que había de aportar la «sensibilidad», lo que trajo fue algo de somnolencia. Por supuesto, que su propuesta llegara a punto de terminar el día, no ayudó, pero hay que reconocer que la fase de experimentación en la que la artista de Calella de Palafrugell parece inmersa –a lo largo del año ha lanzado ocho canciones que forman parte de un álbum llamado ‘Farsa’… que muchos meses después sigue sin concretarse– no resulta singularmente atractiva. La transición electrónica de la aún inédita ‘The Womb’ –que no pudo verse anoche en la tele convencional, pero sí hoy en Youtube– a su intrincada versión de ‘The Sound of Silence’, que parecía divagar sin fin ni medida, es un buen ejemplo de esto.

También puede ser (y la ovación del público presente en el estudio es una pista) que la pantalla de un televisor diste mucho de reflejar la emoción que Sílvia –y de esto sí damos fe– imprime a sus actuaciones. Al menos sí arrancó hilarante su charla con Maika Makovski, que comenzó hablando de sudar y de saunas y derivó en su fobia al saxofón, el instrumento con el que se inició en la música. Dejó claro que el directo que se vio anoche fue algo particular y que no se reflejará en sus próximos conciertos. Y también reconoció al ser pinchada por Makovski que, aunque es joven, se reconoce en la voz de cantantes jóvenes que han surgido después de ella. ¿Se referirían a Amaia, Natalia Lacunza, María José Llergo…? Remataba su presencia con una breve y bonita ranchera inspirada en un poema de Anna Maria Moix, titulada ‘Mañana’. Pero todo supo a poco.

Así las cosas, el punto de sazón en ‘La hora musa’ lo pusieron dos extremos estéticos: por una parte, el combo barcelonés Flamingo Tours, con Myriam Swanson al frente, que sonó magnético pese a los esquemas manidos de rock fronterizo y texmex que manejan; y por otra, Bad Gyal, a la que entrevistó Ramiro McTersse entre bambalinas del Sónar 2019. Lo cierto es que ha llovido mucho desde el pasado julio –especialmente en la carrera de Alba Farelo–, y además la hemos escuchado y leído ya varias de las declaraciones que dejó. Pero su morro y su sinceridad –explicando lo que supone estar en una multinacional; corrigiendo al entrevistador que Rosalía forme parte de la escena urbana española; asegurando que su aspiración es entrar en las listas latinas de Billboard– resultó refrescante dentro del formato. En suma, puso algo de picante en la mezcla, algo sosainas ayer, de ‘La hora musa’.

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Publicado por
Raúl Guillén