Tras el iniciático ‘A Curious Tale of Trials + Persons’ (2015) y un más ambicioso ‘Stillness In Wonderland’ (2017, que contaba con las colaboraciones de Syd, BADBADNOTGOOD o SiR), Simbiatu “Simbi” Ajikawo publicaba ‘Grey Area’ a inicios de la pasada primavera en su propio sello –aunque distribuido internacionalmente gracias a AWAL–. Un disco de rap más bien clásico y orgánico –no hay samples en él– en el que el sonido “real” de los instrumentos que han participado a instancias de su amigo desde la infancia y productor Inflo –Michael Kiwanuka, Jungle, Belle and Sebastian y, más recientemente, Jack Peñate– cobra tanto protagonismo como los versos de Little Simz.
Unos versos que giran en torno a la idea de la veintena como una “zona gris”, un periodo de consolidación personal pero también de confusión, en lo que no hay nada blanco o negro –“Lo que no me gustaba empezó a atraerme y lo que creía que me gustaba ya no me interesaba tanto” decía gráficamente Simbi en una entrevista con Rockdelux–. Esa interesante idea se ve reflejada en ‘Selfish’ –que abunda sobre la individualidad de la sociedad actual– y sobre todo en ‘Flowers’, el corte final del álbum: una balada con la colaboración estelar de Michael Kiwanuka en la que desgrana a miembros del triste club de los 27 –Amy Winehouse, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Kurt Cobain– como referentes propios.
Pero, en todo caso, que quede claro: para Simz “la vida apesta y nunca pensé en el suicidio”. Así comienza ‘Venom’, uno de los momentos más poderosos desde el punto de vista lírico, con una agilidad de recitado que evidencia qué llamó la atención de Kendrick Lamar, sobre un espeluznante trasfondo de cuerdas oscuras y tensas propias del grime más acerado. Un “veneno” que no es otro que el machismo: “Que les jodan a los que no creen / No quieren admitir que soy la mejor / por el mero hecho de que tengo ovarios / “Es un mundo de mujeres” (“It’s a Woman’s World”), es un decir / Coño, qué agrio eres / Nunca tengo el crédito que merezco / porque no te gusta que el coño tenga poder”. O cómo hacer que el clásico ego-trip –también presente en ‘Offence
’, más arquetípico– se convierta en un alegato feminista. Una lucha que se mezcla aquí con otras, como la de glorificación de las armas de fuego (‘Wounds’), o la criminalización de los británicos hijos de migrantes, mezclada con un homenaje a la cultura popular de los albores del siglo XXI en ‘101 FM’, con ese final de radio pirata.Sin duda la versatilidad y personalidad de Little Smiz destaca en ‘Grey Area’, pero sobre todo brilla gracias a un fondo musical que supura verdad, en contra de la artificiosidad convencionalidad de otras artistas rap, más preocupadas por el éxito numérico. ‘Offence’ ya impresiona de entrada con su base, contundente y a la vez sutil, que bien podrían haber firmado los Beastie Boys de ‘Ill Communication’, en una línea que continua maravillosamente ‘Boss’. Su crudeza contrasta con la elegancia disco-soul de la preciosa ‘Selfish’, con un maravilloso gancho Cleo Sol. Y, a su vez, el contrapunto semiácustico de ‘Wounds’, de la mano del cantautor de ascendencia jamaicana Chronixx. Otra muestra de la riqueza de colores y contrastes que encontramos en esta paradójica “zona gris” son los efluvios nipones en los teclados de la juguetona ‘101 FM’, con acabado casi de demo, el soul expansivo de ‘Pressure’ –con los inclasificables Little Dragon– o la jazzy ‘Sherbet Sunset’, en una recta final menos poderosa. ‘Grey Area’ es, desde luego una gozada, quizá no tan exultante en lo lírico como en lo musical, que evidencia tanto el gran talento de Little Simz como que su gran obra maestra está por llegar.
Calificación: 7,8/10
Lo mejor: ‘Selfish’, ‘Venom’, ‘Offence’, ‘101 FM’, ‘Boss’, ‘Flowers’
Te gustará si te gusta: Ms Lauryn Hill o Beastie Boys más que el rap actual.
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