Acudes a un concierto, a un club o una fiesta de cumpleaños. Sientes el deseo irrefrenable de sacar una foto, grabar un vídeo o subir un stories de lo que está pasando. Y el día siguiente ya te has olvidado de todos esos documentos. ¿Cuántas veces volvemos a mirar esas fotos o esos vídeos borrosos de 10 segundos en los que a duras penas reconoces quién está encima del escenario y que tanto espacio ocupan en nuestros teléfonos innecesariamente? ¿Una? ¿Dos como mucho antes de «seleccionar» y «borrar»? ¿Estamos demasiado preocupados por capturar recuerdos en lugar de dejar que estos se impriman orgánicamente en nuestra memoria? Ese es el motivo de la fiesta True Conexion que Ballantine’s organiza este viernes 13 de diciembre en Madrid, con las actuaciones de Kaydy Cain, Ms Nina, Cruz Cafuné, Brava y La Diabla.
La adicción a los «smartphones» ha creado un nuevo ecosistema de conciertos en los que las pantallas ya son un elemento más de la experiencia. Necesitamos informar a nuestros amigos -y a nuestros seguidores- de lo que estamos haciendo en todo momento. Convertimos nuestros recuerdos en datos, devaluando el impacto que estos tienen en nuestras vidas. No tiene nada de malo mandar una foto a alguien de la fiesta a la que estás asistiendo, ¿pero qué sentido tiene vivir a través de una pantalla?
Varios artistas están luchando contra esto. Josef Salvat acaba de sacar un single llamado ‘modern anxiety’ que aborda esta cuestión, Villagers hablaba de una búsqueda de espiritualidad en su último disco a causa de esta adicción y algunas estrellas como Jack White o Robbie Williams ni siquiera poseen un teléfono móvil a pesar de estar en las redes sociales. Muchas veces, el (ab)uso de móviles en los conciertos provoca enfrentamientos entre artistas y público. En su última gira, Florence + the Machine pedía amablemente a su audiencia que guardara los móviles y viviera el momento, Madonna directamente los confisca antes del inicio de su show actual, Alicia Keys ha tomado medidas similares y aunque Bob Dylan los prohíbe, no se ha mordido la lengua a la hora de abroncar a ciertas personas que van por libre. Hace unos meses, Zac de FIDLAR lanzaba un móvil por los aires cuando una fan subía al escenario para sacarse un selfie con él mientras se encontraba tocando. Los conciertos del grupo suelen ser muy locos, pero ahí es donde Zac «pone el límite». Incluso existe una bolsita creada específicamente para guardar móviles en conciertos.
¿Cuál es la moraleja en todo esto? Parece un imperativo que hay que empezar a ir a conciertos y a todo tipo de fiestas con la mentalidad con la que lo hacíamos antes: para disfrutarlos al 100% y con distracciones externas mínimas. No hay que abandonar los móviles, pero sí dejarlos en un segundo plano definitivamente. Si el sentido último de un concierto, un festival o una sesión es el de asistir a una experiencia que poder recordar con amigos o incluso a solas si se da el caso, ¿no es la presencia de un teléfono simplemente un obstáculo que nos impide vivir el momento?