La argentina Mariana Enríquez ya demostró su talento para el género en ‘Las cosas que perdimos en el fuego’ (Anagrama, 2016), una colección de cuentos de terror que sorprendían por su capacidad para provocar miedo e inquietud, pero también para generar reflexiones de carácter político y social. ‘Nuestra parte de noche’, título que hace referencia al poema de Emily Dickinson ‘Our Share of Night to Bear’, amplifica esas características a lo largo de casi setecientas páginas (que se hacen cortas).
Por un lado, la novela es un apasionante relato sobrenatural protagonizado por un médium que trabaja al servicio de una sociedad secreta, la Orden, formada por familias de la élite argentina, y cuya capacidad para invocar a una deidad, la Oscuridad, los ayudará supuestamente a perpetuarse en el tiempo. Una historia con ecos de Stephen King (padres e hijos con dones especiales, niños en bicicleta entrando en casas misteriosas), del sadomasoquismo infernal y homosexual de Clive Barker, del folk horror argentino (Ernesto Sábato, Horacio Quiroga, C.E.Feiling), del ocultismo contracultural británico de los sesenta (aparecen Bowie, sus “satánicas majestades”, Stonehenge), o de Mark Z. Danielewski y su célebre ‘La casa de hojas
’.Por otro, ‘Nuestra parte de noche’ es un relato sobre los miedos reales y la cara oculta de la historia de Argentina. La primera parte, un conradiano viaje en coche desde Buenos Aires a las cataratas de Iguazú ambientado en 1981, habla sobre las relaciones paternofiliales y la represión durante la dictadura militar. La segunda, situada en Buenos Aires en 1986, es casi un ‘Stranger Things’ sobre la herencia del mal y las consecuencias de esos crímenes, desapariciones y secuestros de menores. La tercera, narrada en primera persona por la mujer del médium protagonista, es un viaje al Swinging London, plagado de referencias musicales y esotéricas, donde se hace un retrato de los hijos de esas élites que apoyarían poco después el golpe militar. Y la cuarta –a la que hay que sumar una quinta en forma de falso reportaje sobre una fosa común-, habla sobre los primeros brotes de sida, los movimientos estudiantiles y la crisis económica pre-corralito del Buenos Aires de los noventa.
Cinco partes estructuradas con enorme maestría, que conforman un macabro viaje, con voluntad alegórica, al corazón de las tinieblas de la sociedad argentina (muy extrapolable a la española, por cierto). Un viaje exterior pero también interior, que nos interpela como lectores: ¿hasta qué punto nos condiciona nuestra herencia familiar? ¿Podemos cortar realmente los lazos de sangre que más nos incomodan o despreciamos? Mariana Enríquez nos mete el miedo en el cuerpo a la vez que nos fascina por su capacidad para extraer estimulantes discursos políticos y filosóficos de las profundidades del género de terror. 9.