Música

Algora: «El tecnopop ha sido una revelación, ya por fin hago lo que quería hacer»


Un extraño entre las rosas‘ de Algora es nuestro Disco de la Semana y, también, Disco Recomendado. El quinto álbum de estudio de Víctor Algora se revela, al menos para el que suscribe, como el disco que siempre esperó de él, un disco repleto de canciones bailables que, además, invitan a reflexionar y emocionan por lo que sus letras proyectan del mundo que nos rodea. No extraña que, en conversación telefónica, Algora asegure estar «muy feliz». «Yo creo que nunca había estado tan contento al publicar un disco», añade. Una impresión que, pese al poso pesimista y triste que deja su parte lírica, se palpa en el álbum. Y es que, explica, apartar el sonido acústico y centrarse en la electrónica y «el tecnopop», le ha sentado de maravilla. Una propuesta que trasladará a unos directos que, por fin, ha comenzado a disfrutar. El 12 de marzo en Velvet Club de Málaga, el 28 de marzo en Boogaclub de Granada (junto a Vicente Navarro), y el 6 de mayo en Costello Club de Madrid –dentro de la programación de Sound Isidro 2020– serán algunas de las ocasiones que habrá de comprobarlo en las próximas semanas. [Foto: Megane Mercury.]

Cuéntame un poco cómo ha sido el proceso artístico que has vivido desde ‘Folclore de rascacielos’ a ‘Un extraño entre las rosas’…
Ha sido un poco creciendo a lo largo de estos dos años. Nada más terminar ‘Folclore de rascacielos’, empecé a componer y… ha ido creciendo. Al principio era una cosa y se ha transformado en esto. Ha habido muchas canciones, pero por temática y por sonido, se han quedado estas diez, es lo que ha salido.

Es curioso que, en cuanto a sonido, el punto de partida de este disco parece más el disco de La Evolución del Hombre al Pájaro incluso que ‘Folclore…’. No sé lo compartes, si tiene algún sentido.
Bueno, sí, porque es un disco electrónico en el que no hay ninguna guitarra ni ningún instrumento acústico. Pero es que aquel disco fue una especie de experimento, y la verdad es que no le tengo mucho cariño. Si pudiera ahora, lo borraría. (Risas) Era un momento de transición. Eran como pruebas que tenía en casa, se las enseñé a Joan y Rafa (de El Genio Equivocado, su sello), les gustó y al final decidimos sacar esas canciones. Sí puede que fuera un poco la semilla de lo que es ahora este disco. Pero lo veo más como un experimento.

Rítmicamente es tu disco más bailable, pero no el más luminoso. ¿Era ese el planteamiento?
Cuando digo «vamos a hacer otro disco» no me planteo nada en concreto, pero (en este caso) sí que recuerdo que quería hacer un disco sobre el futuro. No sé por qué, supongo que porque estaba entonces muy metido en el retrofuturismo y todo este rollo, utopías, distopías… Y al final ha quedado un disco sobre el presente. (Risas) Quería hacer un disco más luminoso, más positivo, igual no tan íntimo. Y al final me ha quedado un disco sobre lo que siento yo ahora.

Cuando dices retrofuturismo, ¿a qué te refieres?
Bueno, cine, novelas retrofuturistas… Más desde el punto de vista estético, pero también escuchando música de los 80. Fue como un punto de partida, que nos ha llevado hasta aquí. Yo no soy de plantearme mucho las cosas, ni tengo un esquema de lo que quiero hacer. Me voy dejando llevar.

«Quería hacer un disco sobre el futuro (…) y al final me ha quedado un disco sobre el presente»

Hablas de música de los 80… El synthpop de esa era me parece una fuente de inspiración en cuanto a arreglos para este disco. ¿Es algo que siempre has tenido ahí o en lo que has profundizado más en estos últimos años?
Pues no es que sea yo muy fan de ese synthpop, me ha venido más a través de artistas actuales que sí están influenciados por grupos de los 80, así que no era en lo que estaba pensando en ese momento exactamente. Pero claro, obviamente el tecnopop de ahora está muy influenciado por esa música, así que ha venido más de forma indirecta.

Supongo que te refieres a grupos como Austra, que la última vez que hablábamos contigo comentabas que te tenían muy enganchado…
Sí, por ejemplo. Austra, John Maus, Ariel Pink, MGMT, que me flipan… Son grupos que tienen mucho que ver con los 80 pero no vienen de entonces.

«He crecido con Mecano y los tengo metidos hasta la médula»

Pero sí hay melodías y sonidos de sintes que, más que a ABC o The Human League, me transportan a Mecano, ¿no?
Sí, sí, obviamente, es un referente de mi infancia total. He crecido con Mecano y los tengo metidos hasta la médula. Sobre todo los primeros discos, ‘Mecano’, ‘¿Dónde está el país de las hadas?’ y ‘Ya viene el sol’. Mecano, por supuesto.

Y ahora que Ana Torroja está tan abierta a trabajar con nuevos compositores, ¿fantaseas con recibir esa llamada?
Sí, creo que precisamente ya os lo comenté a vosotros mismos en otra entrevista. Me encantaría, claro. Imagínate hacer una canción y que la cante la voz de tu infancia. Sería precioso. Pero vamos, no sé yo si tengo la influencia como para llegar a oídos de Ana Torroja.

Bueno, nunca se sabe.
Nunca se sabe.

Últimamente hay una tendencia que dice que, como no se escuchan discos, es mejor poner los temas más directos al principio y al final las raras. No es el caso de ‘Un extraño entre las rosas’, que tiene un claro subidón en su recta final. ¿Te comiste mucho la cabeza con la secuencia?
Sí, es algo en lo que me gusta trabajar mucho. No sé si como yo hago las secuencias es lo más habitual, pero es lo que me pide el cuerpo. Yo siempre tiendo a meter las canciones más raras al principio… (Risas) Y las más hit, por decirlo así, al final. No sé por qué, me gusta así. Igual porque soy de esa generación que escucha discos de principio a fin, y me gusta que cuenten una historia, que tengan un concepto.

«En este disco la rosa tiene un significado especial, que tiene que ver con la urgencia, con lo efímero»

Me llama mucho la atención que usas varias metáforas sobre flores y no solo en el título, también en varias letras. No sé si es que te ha dado por la botánica o que has encontrado ahí una fuente de inspiración…
Siempre he sido muy de bichitos, flores… En este disco la flor, la rosa, tiene un significado especial, que tiene que ver con la urgencia, con lo efímero. Me parece que tiene mucho que ver con las canciones, la flor como algo que se marchita pronto, que es como un destello. Supongo que sí que tiene un significado especial, sí.

Aunque decías que buscabas hacer un disco luminoso, optimista, puede que lo sea en lo musical, pero en lo lírico tiene un poso triste, pesimista con el presente. ¿Refleja cómo ves el mundo ahora?
Sí, es como me siento yo y creo que también mucha gente de mi edad. Nos prometieron muchas cosas y ahora nos damos de bruces con la realidad. No está buscado, pero es como yo me siento en este mundo, en el que muchas veces me cuesta encajar. Me cuesta seguir el ritmo. Es una cosa que tiene que ver con mi personalidad, también con el hecho de ser homosexual, pero es un sentimiento generalizado, como de vacío. Pero también creo que bailar es un bálsamo, es una salvación. La primera canción del disco, ‘Disco mágico’, habla un poco de esto. Como «vale, estamos metidos hasta el cuello en esto, pero por lo menos vamos a bailar».

Era una de mis preguntas también, que uno de los destellos de esperanza que hay en el disco es ese, cuando hablas de la música como salvadora en ‘Disco mágico’. ¿En verdad te ha salvado y te salva la música?
Sí, por supuesto. Me ha salvado toda la vida y espero que lo haga en lo que me queda. Es mi forma de vivir y es una salvación.

«Estas historias son pesimistas, sí, pero en el fondo tienen siempre algo de esperanza»

¿Es por eso precisamente significativo que abra el disco?
Bueno, es que fue la primera canción que escribí, cuando pensaba hacer un disco sobre el futuro. (Risas) Pero empiezas a escribir y salen estas historias. Que, son pesimistas, sí, pero en el fondo tienen siempre algo de esperanza. Me interesaba mucho también el tema de la frustración, pero aunque aceptemos que estamos en un mundo consumista, atroz, salvaje… siempre hay un destello de esperanza, la música, el amor.

¿Cuál es “la trampa de la libertad”, que mencionas en ‘Disco mágico’?
¡»La trampa de la libertad»! (Ríe) Bueno, pues ese mundo que nos han vendido, es mundo rápido, urgente, de consumo… Y no solo de consumo de objetos, sino de nuestro propio cuerpo. Que es una cosa muy capitalista, y a la vez muy humana. Porque todos queremos ser jóvenes siempre, no queremos morir nunca… La trampa de la libertad es ese mundo que consumimos a diario de una forma salvaje.

Hablas de gentrificación, capitalismo, crisis medioambiental y económica… a menudo encajándolo desde un punto de vista emocional y personal. ¿Cómo crees que van a encajar ese posicionamiento político-social, por así decirlo, entre tus seguidores?
Quería hacer un disco en el que no se me fuera mucho la olla. (Risas) Contarlo desde historias cercanas, que me han pasado a mí o le pueden pasar a otro, no quería contar un rollo, que yo no soy sociólogo. Me apetecía hablar de estos temas pero desde un punto de vista muy humano. Y por lo que me está llegando, la gente se está sintiendo bastante identificada.

En el disco das como una imagen muy negra del mundo de la noche. Yo no tanto, pero tengo muchos amigos que siguen saliendo mucho y no me dan esa impresión. ¿Realmente está tan mal la vida nocturna en las grandes urbes?
A ver, yo sí que salgo, ¿eh? ¡Me lo paso muy bien! Pero sí que a veces es todo demasiado superficial, todo se basa en la cáscara, en el postureo… que siempre ha sido así, tampoco creo que sea algo de ahora tampoco. Yo me lo sigo pasando bien, pero sí creo que cuesta más relacionarse de una forma más profunda.

«Cuesta más relacionarse de una manera natural fuera de las redes sociales, eso te hace sentir más solo»

Quizá más que la vida nocturna en sí, sean las propias relaciones sociales. Hablas del postureo, y me lleva a pensar en las mismas redes sociales, que también son un tema en el disco. ¿Estás así de desencantado de las redes sociales?
Yo he llegado a un punto en el que ya no comparto prácticamente nada de mi vida personal en las redes, porque no me llena. Sí que es cierto que, como cuesta más relacionarse de una manera natural fuera de ese entorno, eso te hace sentir más solo. Porque todo el mundo está acostumbrado a relacionarse así y con aplicaciones para ligar.

De hecho, entre todas esas catástrofes que tratas en el disco y se ciñen sobre nosotros (dentro de nuestros privilegios), quizá la más preocupante sea el de la soledad. Es una impresión que me deja el disco, la de que acudimos a las redes sociales y a las amistades ligeras por miedo a quedarnos solos…
Sí, pero es una soledad que se sacia de una manera muy rápida, porque cuando vas a las redes, haces amigos que, como dice la canción ‘Estrella fugaz’, «no duran nada, son un destello». Eso tiene que ver también con el consumo capitalista del que te hablaba.

Ya que hablas de capitalismo… ‘Poesía de la distopía’ habla de eso pero también contrapone un momento precioso, en el que una persona sin hogar parece la única persona cuerda y con luz en el eje comercial de Madrid. Es más o menos público que has trabajado o trabajas aún, no sé, en uno de esos grandes almacenes de Preciados/Carmen que mencionas en la letra. ¿Lo que cuentas es una situación real?
He trabajado y trabajo. Muchas de las letras de este disco están escritas desde esos grandes almacenes, entre ratos. Y una de esas historias es ‘Poesía de la distopía’, que no es una historia real, pero podría serlo perfectamente. Y sí, está inspirada en mi trabajo.

Es casi uno de esos discos para “bailar con lágrimas en los ojos”, que es casi un género en sí mismo. ¿Con qué discos de tu colección personal alinearías este trabajo, en cuanto a espíritu?
¡Ay, no lo sé! Uff… Creo que con alguno de Tr/st, quizá. Creo que sí, porque siempre me ha parecido como un artista muy melancólico, muy triste, pero como muy para bailar. Aunque consumo tanta música que tampoco tengo nada como muy mitificado.

«Lo de abandonar las guitarras ha sido una liberación total para mí»

No hay ni una sola guitarra en el disco. ¿Cómo planteas tus próximos directos? ¿Tendrán los sintes todo el protagonismo?
Sí, además lo de (abandonar) las guitarras ha sido una liberación total para mí. Yo en directo siempre lo he pasado muy mal, y tocar instrumentos en directo siempre me ha causado mucha inseguridad. Pero gracias a La Prohibida y a Raúl Querido, me he liberado de esto y ha sido una revelación. Ahora mismo lo único que quiero es cantar y bailar sobre el escenario, mientras Raúl toque los sintetizadores. No quiero volver a tocar la guitarra nunca más. Bueno, para componer sí, que la sigo utilizando, pero… ha sido una liberación total.

¿Y qué pasará con los temas antiguos? ¿Los adaptaréis?
Sí, hemos adaptado ya alguno. La idea es tocar sobre todo el disco nuevo, pero iremos añadiendo canciones adaptadas a lo largo del año. Ya tenemos como cuatro, e iremos añadiendo más. Para mí el tecnopop ha sido una revelación, ya por fin hago lo que quería hacer. Ha sido una evolución hasta ahora y confío en seguir haciendo tecno en adelante.

¿E influirá esto en tu manera de trabajar, componer, producir? ¿Le añade un punto de inmediatez?
No, la composición no tiene que ver con la tecnología o los instrumentos que utilices. Lo que sí sé es que ahora mismo me siento más capacitado para componer, me siento más hábil. Así que me salen las canciones más rápido. Pero luego hay todo un proceso que lleva mucho tiempo, sobre todo si no te dedicas solamente a la música.

Los comentarios de Disqus están cargando....
Share
Publicado por
Raúl Guillén
Tags: algora