Has estado 4 años sin sacar disco, pero parece que algunas de estas canciones son bastante antiguas, ¿no?
Empecé a hacer el disco como en 2017 o 2018, pero después me tomé mi tiempo porque mi padre murió, y tuve que reevaluar todo, estar segura de que iba por el camino correcto en todos los sentidos… La música es como una terapia para la gente y para mí lo ha sido en el pasado, pero en este caso quería que fuera algo muy presente. Era una urgencia mirarme bien en el espejo y preguntarme qué estaba pasando.
¿Cuál es ese camino correcto?
No lo sé. Por eso hay tantas preguntas en el disco, títulos como ‘Are You In Love?’. La interrogación no es un recurso estilístico, es que cada canción tiene una pregunta sin respuesta. ‘Fables’, un tema hacia el final, va precisamente de que no hay respuesta, de que tienes que aceptar lo que te viene con amor y sin miedo. Pero es algo que lleva un tiempo entender. Y quizá un poquito de terapia (risas). Escribí canciones antes de ese parón que parecían como galletas de la suerte, de las que adivinan el futuro; y al final, terminé después de ese parón.
Las canciones hablan de amor, de tu matrimonio, o de la pérdida, pero nunca resultan tan explícitas. No eres el tipo de cantautor/a que hace un disco tan explícito, no sé si es una cuestión de pudor o timidez.
Porque no tengo las respuestas para las preguntas. Las canciones no van tanto al detalle, y considero que el amor y el dolor son parte del mismo proceso de crecimiento. Incluso cuando te enamoras es una pérdida, tienes que dejar cosas tuyas en el pasado, cosas que llevas contigo… Si las letras no son tan específicas no es por timidez, sino porque no contendrían los elementos naturales que buscaba. Quería algo más como un puzzle. No hay que ser tan específico, no siempre vas a tener que saber todo.
Salvo un par de momentos, como la última canción que tiene sus virguerías, la producción es bastante austera. ¿Cómo es de importante en tu música la producción?
Es el resultado del entorno en que lo grabamos. Esa última canción (‘Love Is At the End of the World’) la cantaba al principio como un tema de folk, como una canción de country. Me gustaba mucho, pero cuando la grabamos la dejamos ir y adquirió su propio sentido y siguió su propio curso, en función de lo que estaba siendo el disco. En el estudio te puedes volver loco, y te aseguro que la gente se vuelve muy loca en el desierto (risas) Me costó mucho terminar algunas letras. ‘Already Forgiven’ no la pude terminar hasta que no tuvimos la grabación del viento. Pero nunca pensamos en cosas como «esto es hi-fi o lo-fi». Simplemente queríamos que en cuanto a producción se reflejara la sensación de aislamiento. El desierto es un sitio tan tranquilo que puedes oír todo, incluso dentro de ti mismo. Puedes ir más y más profundo dentro de ti mismo.
¿No da un poco de miedo?
¡Te aseguro que sí! (risas) Estuve en Joshua Tree un mes y luego volví a grabar voces por la energía espiritual, pero también es un sitio muy raro, tiene un lado raro. Hay una base militar cerca y se oye al ejército entrenar. A mí me daba miedo. Es la otra cara de un sitio así. Eres consciente de que hay muchas realidades paralelas.
«Hay preguntas sin respuesta, y es algo que lleva un tiempo entender. Y quizá un poquito de terapia»
‘Homesick’ es una de mis canciones favoritas. Sí que empieza en plan lo-fi pero luego emerge un piano muy mono.
¡Me encanta que me digas eso! ¡Me encanta ese piano! Es de las primeras que escribí. La demo era como una bossa nova (risas). Fue mágico cuando la grabamos. Estás tan lejos de todo con lo que yo me crié: un sitio como Toronto, Montreal que es húmedo y siempre nieva… Y de repente estás aislada en el desierto y supongo que quieres sonar de otra manera. No tengo una gran explicación, pero el sitio de grabación tuvo que ver.
¿Escucharemos la versión bossa en directo?
Quizá. Me gusta que las canciones tengan diferentes vidas, dependiendo del momento en que estés. Cuando escribí esa canción estaba en otro sitio, y luego en otro. De todas formas, creo que como bossa no la estábamos tocando demasiado bien (risas). Tendría que ir a otro sitio para trabajarla más…
¿Qué es ese sonido recurrente que se oye en ‘Pale Blue’?
Toco varios instrumentos en realidad: hay un órgano, un arpa, un pequeño piano tratado… Hay muchos instrumentos que se convirtieron en otra cosa, no sabemos por qué… Metimos «overdubs», diferentes cuerdas… quería que retratara la hora de la mañana de cuando la escribí.
«Algunas de mis canciones favoritas son las que se pueden bailar, de la Motown a Robyn, pero a la vez con letras muy tristes»
Y luego está ‘Your Girl’, que es tu canción de pop.
¡Gracias!
¿Crees que te retrata bien? ¿O prefieres ‘Already Forgiven’ como single de presentación?
Sí me encanta, es muy divertida. ¡Por eso es el primer single!
Igual era cosa del sello, no sé.
La canción titular es más emblemática en cuanto a las preguntas que contiene. Pero ‘Your Girl’ también va de preguntas: «¿qué le has hecho?», «¿cuál es tu problema?». De ahí viene esa canción. Me encanta esa canción porque algunas de mis canciones favoritas son las que se pueden bailar, de la Motown a Robyn, pero a la vez con letras muy tristes.
¿De verdad ‘Hall of Mirrors’ va de Instagram?
(risas) Es más sobre mi experiencia cada vez que abro el móvil, no solo Instagram. Es sobre cómo en la red no diferenciamos lo que es real y lo que es manufacturado. No creo que haya que prescindir de las redes, yo tengo Instagram, pero hay que pensar en cómo la tecnología influye en el modo en que interactuamos los unos con los otros. Decides qué cuentas seguir en Twitter, pero a veces es duro ser capaz de encontrar tu propia identidad. Es una canción que habla sobre el ensimismamiento y sobre el exceso de internet.
«Me dan miedo las redes sociales. Yo empecé grabando en cintas, tocando el arpa y otros instrumentos de hace cientos de años. Así que he llegado tarde a esta fiesta»
¿En estos 4 años no has estado enganchada a las redes?
No me gusta postear. Me dan miedo las redes sociales. Yo empecé grabando en cintas, tocando el arpa y otros instrumentos de hace cientos de años. Así que he llegado tarde a esta fiesta (risas). No estoy muy conforme con cómo interactúo con la tecnología. Me siento como un pez fuera del agua. Mis sobrinos y sobrinas están ahí en TikTok y les digo: «quiero saber de qué va eso», pero lo veo y me explota el cerebro (risas). Entiendo que sea tan exitoso, pero mi cuerpo no lo puede procesar. Encuentro difícil conectar. Intento ser yo misma en las redes, cuando es posible, pero no es mi fuerte. Me gusta el Instagram de Patti Smith, lo usa como un medio, me inspira mucho.
También hay artistas que no están en las redes…
Hay un mito de que «todo el mundo tiene que hacerlo». Algunas cosas están bien y otras no las encuentro muy gratificantes. Porque yo escribo canciones, no se me da bien dar opiniones de 140 caracteres. Otra gente ya lo hace mejor que yo (risas).
«Con ‘Pale Blue’, pensando en otras experiencias personales y de abuso, quise dejar un mensaje de positividad»
¿Cómo descubriste a Silvio Rodríguez, que está entre las influencias oficiales del álbum? (NdE: ya le había mencionado en otra entrevista anterior realizada por una compañera)
Cuando empecé a aprender español, cantamos ‘Ojalá’ en clase. Tenía un/a profe con buen gusto. Es una buena manera de aprender, cómo jugar con las palabras, me obsesioné con cantautores como Víctor Jara, Cecilia, Silvio… Incluso aunque no sepas lo que dicen, transmiten algo muy profundo. Como guitarrista me inspiró muchísimo. Luego miras las letras y entiendes el sentido. Pero aunque hablaran de amor o desamor, dejan la sensación de ser letras muy poderosas.
Las tres personas que has mencionado tenían una intencionalidad política muy marcada, ¿hay algo político en tu disco?
Sí, pero a veces en estos cantautores está escondido, como en ‘Te doy una canción’. ‘Homesick’ podría tener algo así oculto o jugar con las palabras, porque habla sobre la identidad en Canadá. La gente no quiere hablar de ciertas cosas. Habla sobre ir a casa pero no sentirte como en casa. ‘Pale Blue’ la escribí con Meg de US Girls y es sobre una experiencia personal que no sé si puede ser también política. Un día salí a correr y vi la pelea de una pareja, en la que el chico se estaba poniendo muy violento. Quería pararlos pero no sabía cómo. Al final sacudí moví mi móvil en señal de «voy a llamar a la policía». Pensando en otras experiencias personales, de abuso, quería dejar un mensaje de positividad. Aunque aquella chica no había hecho nada mal, estaba avergonzada. Y yo quería decirle: «no tienes que decir nada, lo veo en tus ojos, estoy aquí. Si quieres cruzar la calle, puedes. Si quieres quedarte, también». Meghan me ayuda mucho a llegar a estos sitios donde no suelo llegar al escribir.
«Algunos canadienses ni siquiera conocen la historia de Canadá (…) Hay que tener ciertas conversaciones y darles voz a los indígenas»
Caribou me habló de lo tóxico que le parece Reino Unido y de cómo Canadá le parece un oasis para bien. Veo que tienes otra visión. Creo que él se refería a que al menos no gobierna Trump…
El listón internacional en política está ahora mismo muy bajo (risas). Para mí una de las cosas más importantes es la relación entre el gobierno y el mundo indígena. Buscamos un camino hacia una mayor igualdad, pero ahora mismo hay una serie de fuerzas que intentan separar a la gente. Fuerzas que tienen que ver con el dinero, la estrategia, el mundo financiero… En semanas pasadas hemos hecho una huelga paralizando el transporte. Si te interesa, hay posts en mi Instagram, en los que no intento hablar por ellos (la población indígena) pero sí darles visibilidad para que se les oiga más. Es una discusión muy larga y difícil, para la que no todo el mundo en Canadá está preparado, pero también tiene relación con el cambio climático. Y mi profesión depende de cosas que no son sostenibles. Pero algo se tiene que hacer.
¿Te refieres a los vuelos?
A todo. Seguimos viejos patrones que no están funcionando. Tiene que ver con el modo en que nos tratamos unos a otros. Algunos canadienses ni siquiera conocen la historia de Canadá, qué pasó y cómo Canadá llegó a ser Canadá. «Canadá» es una palabra indígena. «Toronto» es una palabra indígena. Hay que tener ciertas conversaciones y darles voz a los indígenas. No estoy de acuerdo en todo con nadie, pero hay que hablar de ello. La política no es mi trabajo, pero la gente ha de hablar de esto. Me he implicado mucho con este tema.
«Si alguna vez ves en directo a Jeremy Dutcher, cambiará tu vida»
¿Qué has estado escuchando últimamente?
Precisamente uno de los mejores discos de la historia de Canadá es el de Jeremy Dutcher, que ganó el Polaris Prize, y el más importante. Si alguna vez le ves en directo, cambiará tu vida. Canta en un idioma que hace 40 o 50 años todo el mundo hablaba en su nación, y ahora ya solo quedan 300 personas que lo hablen fluidamente. Se basó en grabaciones de ancestros cantando canciones tradicionales, así que su regalo con el pasado fue traer ese lenguaje de vuelta, porque con la música viene el lenguaje, la cultura, la danza, tu herencia. Es como un canal entre pasado y futuro, es un artista maravilloso, muy relevante. También recomiendo el disco de US Girls, he formado parte de él, y me he divertido mucho haciéndolo (risas).