La idea de ‘PETALS FOR AMOR’ ha sido hacer un álbum autobiográfico que mostrara todas las preocupaciones que han asolado a Hayley Williams en los últimos años. La cantante, que llegó a abandonar Paramore en 2015 sin que nadie se enterara, para después regresar, ha pasado por un divorcio y una depresión, ha visto a la muerte de cerca debido a la enfermedad de su abuela, ha cuestionado su feminidad y ha vuelto a creer en el amor, y todos estos temas están plasmados en un álbum de 15 canciones dividido en tres partes que explora varios estilos de música rock que interesan a Hayley, pero también otros sonidos como el R&B o el synth-pop, sin que ninguno desentone demasiado dentro del conjunto. Sin embargo, aunque la música de ‘PETALS FOR ARMOR’ es digna de escucha, el disco presenta un par de problemas imposibles de ignorar.
El primero es su división en tres partes, absurda pues las canciones del disco no siguen una línea argumental ni cada una de sus partes aborda un tema o un estilo en concreto. La decisión parece responder a una hipotética necesidad por el consumidor de escuchar la música a bocados, cuando la razón por la que la gente no puede escuchar discos enteros hoy en día es, o bien por desinterés, o bien porque esos discos no son tan buenos, o bien porque esos discos de hecho son demasiado largos, lo cual ha pasado toda la vida. La moda de publicar discos en secciones da más pereza que ir al supermercado durante la cuarentena, y en el caso de ‘PETALS FOR ARMOR’ ni siquiera tiene sentido. ¿Dónde están los interludios cuando se los necesita?
El segundo es que Hayley no explora los estilos que le interesan desde un punto de vista demasiado personal. Por ejemplo, es un escándalo lo mucho que ‘Cinnamon’ quiere ser una canción de St. Vincent, o ‘Simmer’ una de Wild Beasts
, o ‘Leave it Alone’ una balada de Radiohead, o ‘Pure Love’ la típica cucada synth-pop de Carly Rae Jepsen. Ojo, todas estas canciones son estupendas, pero también dejan cierta sensación de que, en ellas, Hayley se ha puesto un disfraz más que buscado su propio sonido. Al final, el disco si queda lastrado por su duración con canciones menos interesantes como ‘My Friend’, ‘Over Yet’ o el grueso de su tercera sección, entre las que hay que destacar para mal el electropop experimental de ‘Sugar on the Rim’, que Hayley ha escrito «literalmente» para los gays, pero que no da muchas ganas de mariconear en general.Donde Hayley sí brilla es en sus momentos más oscuros. El adictivo reggae-pop de ‘Dead Horse’, que comienza con una grabación de Hayley en la que explica que ha pasado una depresión, para luego relatar sin tapujos la infidelidad de su ex-marido («siempre he sido la otra»), es el momento más accesible del álbum; ‘Sudden Desire’, con esos gritos a lo Alanis, el más visceral, y ‘Why We Ever’, en el que la artista intenta olvidar a esa persona que le ha hecho daño, el más conmovedor en su baile de estilos: empieza como una canción de R&B sensual, pero luego mete un interludio a piano muy Kate Bush, y termina a otro rollo. Más pupa hace ‘Roses/Lotus/Violet/Iris’, una oda al feminismo que cuenta con los coros de boygenius (el supergrupo formado por Lucy Dacus, Julien Baker y Phoebe Bridgers) y una instrumentación preciosa.
¿Cuál es la gran sorpresa y cuál la gran decepción de ‘PETALS FOR ARMOR’, por tanto? La gran sorpresa es que nos descubre a una artista mucho más interesada de lo que parecía en ponérselo difícil a sí misma: esto es claramente un disco de art-rock tal y como lo suelen hacer sus posible referencias. La gran decepción es que también nos descubre a una solista demasiado dependiente de sus influencias. Para ser un trabajo tan sumamente personal en lo lírico, en lo musical lo es mucho menos.
Calificación: 7,3/10
Lo mejor: ‘Simmer’, ‘Dead Horse’, ‘Why We Ever’, ‘Roses/Lotus/Violet/Iris’
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Youtube: vídeo de ‘Dead Horse’