¿Cómo estás pasando esta situación, el confinamiento, la pandemia…?
Mi vida no ha cambiado mucho, pero sí que las primeras semanas había un poco de terror. Cuando comenzó a haber muertos me entró miedo, como supongo que a cualquiera que tenga aprecio por la salud de uno. Y de los demás: padres, suegros… Bueno, yo mismo tengo casi 50 y con esa edad ha muerto más de uno. Pero en fin, iba al Carrefour y eso. Es la vida que hago normalmente: salgo a pasear y a comprar y ya está. Como pasear no se podía, pues… Fue un mes un poco terrorífico, sobre todo al volver del hipermercado y ver las calles vacías.
Hablemos de ‘El bando bueno’. Últimamente varios artistas me han dicho que sus nuevos discos son reacciones al anterior, alejándose de aquellos. ¿Es el caso de este disco con respecto a ‘Asunción‘?
Bueno, mis discos están ordenados en el tiempo. En mi evolución como «escribidor de canciones», como decía Manuel Alejandro en el documental que echaron el otro día en La 2, influye mi vida en general, la línea del tiempo, así que cada disco es una transición entre el anterior y el siguiente. Pero bueno, yo ya llevaba un par de discos tocando bastante el tema del fin de la civilización, la ecología, la ambición, la economía, la política… siempre a mi manera. Y relacionándolos con temas de amor y de pareja, que parece que tienen que estar en el pop por narices. Ya llevaba tiempo haciendo esto, entre otras cosas porque son asunto que se ven venir. Incluso antes de estos discos, en ‘Presidente’ ya estaba ‘Vacaciones en el mar’. Hacer canciones sobre ecología… siempre quedan un poco rancias, porque parece que estás dando lecciones de lo que hay que hacer y la gente no quiere lecciones de nada. Y menos en España, que la gente ya lo sabe todo. Pero son temas que me preocupan y salen en mis letras.
Me refería más bien a lo sonoro. ‘Asunción’ era un disco más compacto, muy influido por el pop de guitarras de finales de los 80, cuya influencia has reconocido muchas veces, mientras que este es más diverso y más de altos y bajos. ¿Te ha sorprendido que sea así?
Sí, verás… ‘Perspectiva caballera’ y ‘El progreso‘ fueron dos discos cuyas grabaciones pagué yo. Al pagar yo, tiendo a… Como veo las canciones desde un punto de vista abstracto, las oigo antes de que existan. Y pensaba, quizá equivocadamente, que no hay por qué invertir tanto en el envoltorio físico que, al final, es el producto. Y esto es lo curioso, que en este caso el sonido es el propio producto, no se puede separar envoltorio de contenido. Excepto para mí, que la canción existe antes de que exista. Entonces, puede que le dé menos importancia y, como lo voy a pagar yo, lo hago del modo más barato, que es como si fuera un concierto: dos guitarras, bajo, batería, «1, 2, 3, sí» y a grabar. (Ríe) No cambias de guitarras, ni de sonido de batería. Ahí quedan las canciones como yo las había pensado, para mí es correcto. Pero para el público puede resultar más lineal que lo que he hecho en este nuevo disco, que ya claramente iba a pagar Mushroom Pillow… Lo digo porque en aquel momento no estaba claro si saldría en El Segell en modo licencia, que lo hubiera pagado yo. Al final lo sacó Mushroom Pillow pero no lo sabía cuando estaba grabando, si lo hubiera sabido… (Risas) Hubiéramos hecho más cambios de guitarra, hubiéramos metido más sintes, coges una guitarra de palo… Porque cada una de esas decisiones cuesta bastante dinero en el estudio. Tienes que parar, probar… Total, que al final es una cuestión de presupuesto. Como si te haces una casa: si tienes poco, haces la casita de los dibujos de los niños, cuatro paredes y un techo; si tienes más, puedes hacer el Taj Mahal. Que no es una casa, ya lo sé, pero por poner un ejemplo.
«Para mí la canción existe antes de que exista. Y, como lo voy a pagar yo, lo hago del modo más barato»
También se dice por ahí que la tendencia ahora mismo es poner las canciones más difíciles al final. No es tu caso, que sitúas ‘Telaraña’, una canción algo extraña y atípica, casi al principio. Háblame
Sí, ha habido varias canciones que han costado más dinero que las otras. (Risas) Perdón que vuelva al tema crematístico, pero es eso, le he dado más vueltas que a otras. Si yo hubiese visto que estaban bien como las llevaba del GarageBand… Estoy tentado de subir a la nube cómo eran las canciones antes de grabarlas. Las maquetas son todas igual: la batería del señor del GarageBand, que toca perfecto, mi línea de bajo, mi guitarrita, mi voz y algún arreglo de teclado u otra guitarra y ya. Luego en el estudio vas a hacer eso y ves que unas funcionan mejor y otras hay que darles vueltas. Y una de estas fue ‘Telaraña’. Cuando el baterista grabó la pista de batería como la del GarageBand pero a su manera, y el bajo, que estaba tocado a mi estilo, que es un poco funky, no me terminaba de convencer. Jaime (Beltrán) le hizo un arreglo que me recordaba a los Red Hot Chili Peppers y pensé «esta canción tiene todas las papeletas para quedarse fuera del disco». Pero no, porque me molaba la melodía de la voz y la letra. ¿Y qué hice? Pues muteé todas las pistas, cogimos el sintetizador y una caja de ritmos y se me ocurrió hacer esas percusiones tipo ‘En alas de la mentira’ de Radio Futura y funcionó. En ese momento ya no estaba la banda, grabaron sus pistas y se fueron. Así que Jose (Antonio Sánchez, el ingeniero de sonido) y yo tuvimos que salvar varias canciones. Como ‘Una famiglia reale‘, con la línea de bajo funky, que no le salen al bajista… Tampoco lo quise grabar yo, así que Pablo Sánchez, el hermano de Jose, dijo «yo conozco un bajista que nos manda una pista de bajo totalmente Rolling Stones». Así sale un disco más variado también, como el acordeón de ‘Sábanas santas‘… El disco se hace más ameno así, tiene más riqueza.
En ‘Telaraña’ hay una voz femenina y no logro identificar quién es.
Es Sandra Rubio, la chica que estuvo en el grupo en la etapa de ‘El por qué de mis peinados’ y ‘Noséqué-nosécuántos’.
¡Joder, qué mítico!
Llevaba años y años diciéndole por Facebook «a ver si vuelves». Pero se fue a Estados Unidos, luego volvió, intentamos juntarnos pero no se pudo… Total, que en esta ocasión sí que pudo pasarse por Granada y cantó la canción. Volviendo a lo que me decías antes sobre el orden de las canciones… Yo hago discos, o me gusta pensar que hago discos. Yo también escucho las playlists de Spotify, «Descubrimiento semanal» y tal. Eso está bien. Pero si una canción me gusta verdaderamente, entro y escucho el disco entero. De toda la vida de Dios ha habido discos que tenían un single y las otras eran un poco malillas. Pero yo intento que todas sean buenas, que cuenten una historia, que haya sus altibajos. Si hay una que sabes que no es tan buena puedes intentar camuflarla por ahí, ponerla justo antes de la mejor, para que luego te dé más alegría… (Risas) Es verdad que cuando tienes tantas canciones disponibles, lo normal es poner las mejores al principio porque rara vez va a llegar la gente a la décima.
«Yo soy ya un emigrante térmico»
Hablabas de ecología antes, que como decías es un tema recurrente en tus discos. Aquí lo atacas con ‘Planeta B’.
Sí. Yo soy ya un emigrante térmico. (Risas) Antes me preguntaban de ABC de Sevilla si echo de menos Sevilla. Yo le he respondido que hasta el punto de llorar, pero sin embargo me fui, y me fui por el calor. Yo no sé desde cuándo hace tanto calor en Sevilla, igual desde el siglo XIV, pero es un hecho que está subiendo la temperatura, se están derritiendo los polos. Si en 2050 ha subido la temperatura 8 grados, como se dice, yo ya tendré 80 años, probablemente estaré muerto. Pero mi hijo tendrá 55 y a lo mejor no puede vivir en Málaga porque se ha inundado, y tendrá que ser un emigrante térmico también. (Risas) No sé dónde se irá… Yo le recomiendo Teruel, que está fresquito y el aire es más puro. (Risas)
En todo caso, la canción más que proyectarse en el futuro habla de lo estúpida que es la Humanidad en el presente, ¿no?
Eso es. Mira, te voy a dar un titular: yo quería llamar al disco ‘La gente es tonta’. (Risas) Y me dijo mi pareja «¿Cómo vas a hacer eso? Ya no te va a escuchar nadie». Viene de una canción que al final ni he grabado, y que dice «la gente es tonta, a veces yo el que más». Y aquí estoy, en Tiendas Aurgi pasando la ITV a un coche que ni siquiera es mío. (Risas) Hay que poner más transporte público, pero ahora resulta que hay un virus y ya nadie va a querer usar transporte público. Y hay aquí una cola… La gente no solo no va a querer prescindir del coche sino que va a ser el tesoro de la individualidad motriz. No hay solución.
«Con dinero todo se consigue y los que tienen dinero quieren que siga siendo así, y será así hasta que reviente»
Y la letra de esa canción que no he grabado iba por ahí, la manipulación de masas, cómo nos comen el tarro… Ahora pones la tele y hay anuncios de coches a saco, para compensar. Aunque lo del virus viene de que cada vez somos más agresivos con la Naturaleza: tú la invades, pero ella te invade a ti, es un proceso de ósmosis. Y por ósmosis ha entrado el virus en nosotros. Pasaba como cuando Unicaja nos timó a un montón con lo de las cláusulas-suelo: cuanto más se hablaba de eso, más se anunciaban en la tele. Y eso funciona, es puro marketing. ¿Por qué Chinarro no son famosos? Pues porque hay que invertir muchísimo en promociones, y Mushroom Pillow hace lo que puede. (Risas) Y ya nos cuesta mucho salir en Jenesaispop. (Risas) (Nde: quiero aclarar que, si le cuesta, se refiere a esfuerzo, no a dinero) ¿Cuánto costaría salir todo el rato en la tele, como algunos grupos o solistas? Todo vale dinero, con dinero todo se consigue y los que tienen dinero quieren que siga siendo así, y será así hasta que reviente.
Volviendo a lo de ‘La gente es tonta’… ¡Tenía que haberle echado cojones! Pero bueno, es un mensaje que está en otras canciones, como tú mismo acabas de apreciar en ‘Planeta B’, sin ir más lejos. Y yo a veces el que más, como decía, no soy Einstein ni mucho menos. Pero estamos carajotes, son mucho más inteligentes… ¿Qué te digo? Las avestruces. ¿No viste el vídeo de Revilla con la avestruz?
No, no lo he visto.
Pues están entrevistando a Revilla y detrás aparece un avestruz como queriendo participar. Alguien puso en Twitter «¿por qué no le han acercado el micro al avestruz?» y yo pienso lo mismo, habría que haberle preguntado. En fin, la canción de Roberto Carlos que decía «yo quisiera ser civilizado como los animales». ¡Que además se llamaba ‘El progreso‘! Si yo tampoco estoy inventando nada. Si los cantantes románticos más melosos se atreven con la ecología de vez en cuando… Mira, voy a grabar una versión. Los Niños Mutantes grabaron una versión de ‘Como una ola’ o alguna así, yo voy a grabar una de ‘El progreso’. (Risas)
«Las entrevistas (promocionales) las debería hacer el sello. O el baterista»
La nota de prensa, que has escrito tú mismo, es bastante curiosa, porque en ella te estás proyectando ya al siguiente disco, más que hablar de este. Un poco como me decías antes: «este es el disco que va entre el anterior y el posterior». Es extremadamente pragmático, mirar hacia adelante cuando aún ni se ha publicado el disco.
Claro, porque ese es mi trabajo. Yo en realidad ya no debería estar… ¡Las entrevistas las debería hacer el sello! (Risas) ¡O el baterista! Mi trabajo es hacer canciones, lo demás ya… Hasta casi que te diría que… Bueno, los directos hay que hacerlos, está bien ver la reacción de la gente. Aunque es un asunto algo vanidoso también: «¡quiero comprobar en persona cómo reacciona la gente a mi mensaje!» (Ríe) A mí me encanta componer, me encanta grabar, estar en un estudio de grabación. Y los días más felices de mi vida son los días en que digo «tengo una canción nueva». Por supuesto también estar con mi hijo, con mi pareja o comer queso con vino. Pero eso para mí es lo más grande de mi vida. De hecho tengo ya seis letras, o bueno, notas para letras, la idea. Tengo apuntado cosas como, y espero que nadie me lo copie,»el burrito de la Plaza de España». (Risas) Y de ahí saco una letra. Pero las músicas sí, tengo ya seis canciones. Estoy a cuatro. (Ríe)
Al principio del encierro estaba bloqueado, con ese ambiente tan siniestro y tan opresivo, pero luego en prácticamente dos semanas cogí unas pocas de ideas a medio cuajar y cuajaron. Tengo ya un buen lote. Estoy planeando, a ver si puedo, ensayar y tocar aquí en Barcelona. Aunque mi grupo está en Granada, pero bueno, no sería la primera vez que tengo dos bandas. O tres. (Ríe) Estoy pensando qué hacer en el futuro y tengo que hacer más canciones, porque yo sin canciones nuevas, de pronto no tengo futuro. Y más ahora, porque no sabemos si ‘El bando bueno’ lo vamos a poder tocar en directo o no. Mi solución es hacer canciones, y no soy el único que está haciendo canciones a cholón, precisamente por esto. Hay que espabilarse. Me dicen «eres muy productivo», y no: de ‘El progreso’ a ‘Asunción’ han pasado dos años; de ‘Asunción’ a ‘El bando bueno’, dos años. Y tiene que ser en un año, en un año da tiempo. Es difícil, pero hay que currar más. ¿Que a alguien le parecen muchos (discos) Pues que no lo escuche, si a mí me da igual. Yo los quiero hacer. Lo único que quiero es que el sello lo pague. (Risas) Que vendan lo suficiente para que el sello me diga «hay que hacer más, ya puede usted ir a grabar». Es el espíritu que tenía en la época de Acuarela, mi ambición no da para más.
«Si me pusieran un botón que dijera «para ser canadiense, pulse aquí», lo pulsaba de un cabezazo»
Esto que dices me recuerda a lo que comentaba también Jeff Tweedy de Wilco en su autobiografía, que el proceso de composición y grabación de las canciones era lo que más le emocionaba de la música. Pero lo que hay más allá, es un poco suplicio, que una vez terminada la canción sentía cierto desapego. No sé si es tu caso.
Pues hombre, es un poco suplicio, sí. Yo lo paso bastante mal en el estudio, pero cuando terminas es muy placentero, no sé con qué compararlo. Es un esfuerzo muy grande y en la grabación de ‘El bando bueno’ ha habido tensión con la banda. En algunos momentos bastante, hasta el punto de que al final preferí estar solo. No es la primera vez que pasa eso en un disco de Chinarro. Y es duro, se pasa mal, pero hay que hacerlo. Una vez que lo tienes dentro, hay que sacarlo. No quiero compararlo, pero en Andalucía se dice «el parto (de) la burra». Y hay que parir.
Cuando publicabas el recopilatorio ‘Colección permanente’ le decías a mi compañera Mireia Pería que te daba un poco de rabia que tus temas más conocidos, o de más éxito, fueron los que tenían un punto español, folclórico. Y aún así, aquí está ‘Sábanas santas’, con su aire rumbero. No has podido evitar «recaer».
A mí me gusta contradecir a todo el mundo, ponerlo todo en cuestión, empezando por mí mismo. Como lo que decía antes de «la gente es tonta». Aquí podríamos cambiarlo por «la gente es muy flamenca, a veces yo el que mas». (Risas) Que no quiero decir que los flamencos sean tontos, al contrario. Sino que no podemos renunciar a según qué cosas. Y me gustaría, ¿eh? Me gustaría ser de Canadá, como el de Destroyer (Nde: Dan Bejar, que publicó un EP de versiones de Sr. Chinarro), con sangre española como él. Si me pusieran un botón que dijera «para ser canadiense, pulse aquí», lo pulsaba de un cabezazo. Pero soy español, he nacido en Sevilla, he ido a la feria, ahora que me han crecido los caracolillos por detrás otra vez parezco un gitano flamenco… (Risas) No se puede evitar. ¿A quién me parezco? ¿Al de Interpol? Pues no, me parezco más a Curro Jiménez, a Morente… (Risas) Es lo que hay. Además te das cuenta de que sale más fácil. Tú en cuanto dices «vamos a hacer la canción con un aire así…», en cuanto lo decides, ya empieza a sonar bien. Porque lo llevamos dentro, ¿sabes? Con decirte que las palmas las hemos grabado Jose y yo, que no hemos llamado a unos gitanos para hacer las palmas. ¡He sido yo! (Risas) Y rápidamente vimos que… La canción en la maqueta no era así, tenía más guitarra eléctrica, era un poco más Housemartins, pero claramente es mejor una rumba. Yo hablo mucho y me llevo muchas veces la contraria. No me tengo por el más sabio ni voy pontificando nada. Lo que sí tengo claro, clarísimo, es que hay que dejar la menor huella de carbono posible en nuestro paso por la Tierra. En cuanto a flamenco más, flamenco menos, si hay demasiado hype flamenquito, es una música muerta o una música viva, otra vez lo mezclamos con el rollo de Triana, estamos un poquito hasta los huevos… Puede ser, todo puede ser. (Risas)