‘Isla Morenita’ (que incluso dio nombre a un evento muy especial en nada menos que el WiZink Center de Madrid), ‘Ahorita‘ y ‘Aloha‘ –con Bomba Estéreo– eran canciones (por supuesto contenidas aquí) que, de manera sutil, iban marcando además la dirección que impregna todo este nuevo disco del barcelonés: una mayor presencia de bases y elementos electrónicos –la producción vuelve a estar firmada por Sadness con la colaboración de Stefano Maccarrone (Mendetz) y Dan Hammond– conviviendo con sonoridades afrocaribeñas. En realidad, todo esto ha venido estando cada vez más presente en las canciones de Carlos desde ‘La idea salvaje‘, pero aquí eclosiona de manera muy explícita.
En esto sin duda ha tenido mucho que ver el hecho de que Sadness se ha convertido casi en una celebridad entre el apasionado público americano, al que ha estado visitando con cada vez más frecuencia. Eso no solo se trasluce en unas rítmicas que beben tanto de la música brasileña como de la cumbia, la champeta y el dancehall (también del hip hop, una constante en su carrera, aunque cada vez se incline más por los adlibs que por el rap), sino también en unas letras que estéticamente –en el fondo, casi siempre hay amoríos y desamores– se nutren de playa, sol, helados, calor, sudor, bikinis, arena y playa. En ese sentido, ‘Tropical Jesus’ puede llegar a resultar algo monocorde y reiterativo, sobre todo cuando las canciones recaen una y otra vez en patrones similares (‘Adiós a los dinosaurios’ se lleva la palma como «autoreferencia»), con escasas variantes.
Apenas ‘El simpático‘, que se aproxima con bastante gracia al lado más festivo del Manu Chao de ‘Clandestino’ –a ello contribuye muchísimo Sebastian Pringle de Crystal Fighters, rebautizado como Dr. Witchdoctor, con su rap y su «broken spanish»– al aderezarlo con una suerte de desopilante ocarina en el post-estribillo, la tan nostálgica y pequeña como bonita ‘El gringo’ se escapan de cierta tónica común. Sin embargo, eso no afecta lo más mínimo al encanto que es capaz de desplegar Sadness. Por más recurrente que resulten sus guitarristas afro a lo Vampire Weekend, o por exageradamente blancas y naif que puedan resultar sus letras, es capaz de hacer que funcionen una y otra vez. A veces, como en el caso de ‘Ciclo lunar‘, más a fuego lento.
Pero muchas otras, de manera inmediata y sin remisión, como sucede con ‘Todo estaba bien’ –muy atinado el featuring del por aquí poco conocido Manuel Medrano–, las certeras ‘Me desamaste‘ y ‘Muerte súbita de un caimán’ o la rica ‘Chocolate y nata’, tan arquetípica (en los cánones de Sadness) como irresistible. Todas ellas, además, muestran que se basta con sí mismo (sin invitados estelares) para «hacerse» funcionar. De manera algo inexplicable (quizá mágica o astral, siguiendo la tónica de su estética), Carlos Sadness mantiene su frescura en un disco perfecto para degustar sin esfuerzos ni más pretensiones en estos primeros días de verano.
Calificación: 7/10
Lo mejor: ‘Isla Morenita’, ‘Todo estaba bien’, ‘Ciclo lunar’, ‘Me desamaste’, ‘El simpático’
Te gustará si te gusta: el último Xoel López, Buscabulla, Caloncho, Manu Chao.
Youtube: ‘Todo estaba bien’