Pues bien, ‘Tenet’ es ‘El nombre de la rosa’ de Christopher Nolan. Una película con varias capas de lectura y mucha ironía intertextual, que puede disfrutar desde alguien con un máster en física, como el personaje que interpreta Robert Pattinson, a un seguidor de Miguel Bosé. Y menos mal. Porque ‘Tenet’ es, de largo, la película más compleja del autor londinense a nivel argumental. A su lado, las piruetas temporales de ‘Memento’, ‘Origen’ o ‘Interstellar’ parecen puzzles de tres piezas.
En esencia, ‘Tenet’ no es más que una película de James Bond con envoltorio sci-fi lioso. Un ambicioso, virtuoso y sofisticado blockbuster, que utiliza las paradojas temporales, la manipulación de las leyes de la física y los palíndromos múltiples como imaginativa excusa argumental para construir un thriller de espías visualmente asombroso. Da igual no entender la trama en su totalidad, la fuerza de las imágenes es tan intensa y la tensión narrativa tan potente que es capaz de arrastrar al espectador más perdido por un viaje fascinante. Ya lo dice uno de los personajes: “No intentes entenderlo, siéntelo”.
Una muestra de esto es la última hora de la película. No se entiende (casi) nada, pero seguramente sea la experiencia fílmica más impactante del año. No se ha visto nada igual. La representación visual de la manipulación del tiempo que hace Nolan, su exposición de la coexistencia en un mismo plano de lo lineal y lo invertido, es deslumbrante, y narrativamente funciona de maravilla. A esto contribuye el fabuloso montaje de Jennifer Lame (la montadora de las películas de Noah Baumbach
) y la potentísima banda sonora a lo Hans Zimmer de Ludwig Göransson, ganador del Oscar el año pasado por ‘Black Panther’ (la canción de Travis Scott, ‘The Plan’, aparece en los créditos finales).La narración de los conflictos sentimentales nunca se le ha dado muy bien a Nolan. Y este es un buen ejemplo. Los esfuerzos del director por trasmitir emociones a través del personaje de la mujer del villano (una gélida Elizabeth Debicki) es tan infructuoso como el de los espectadores intentando entender toda la película. Visto el resultado, hubiera sido mejor relegarla a “chica Bond” que haber intentado construir un armazón dramático, incluso romántico, a través de ella. No funciona.
En general, todos los personajes están bastante desdibujados. A “El Protagonista” (John David Washington) le falta carisma y profundidad psicológica para ser un auténtico héroe de acción moderno. El malo, Andrei Sator (un Kenneth Branagh con acento “rrruso”), se mueve entre el homenaje y la caricatura (más bien lo segundo) de los villanos de la Guerra Fría. Y Neil (Robert Pattinson), el escudero del héroe, simplemente cumple en su papel de contrapunto molón.
¿Importan estas carencias dramáticas? En realidad, no demasiado. La propuesta audiovisual de Nolan es tan apabullante, el espectáculo que ofrece es tan arrollador, que, aunque durante la película es difícil no fijarse en estos defectos, cuando termina es fácil olvidarlos y querer verla otra vez. ‘Tenet’ se había convertido en la gran esperanza del Hollywood post-Covid, y ha cumplido con creces. 8.