‘Origen’, ¿el ‘Matrix’ del siglo XXI?

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‘Origen’, ¿el ‘Matrix’ del siglo XXI?

origen-Christopher Nolan parece empeñado en utilizar la gramática del blockbuster veraniego para elaborar un discurso propio que, desde ‘Memento’, tiene como denominador común las tensiones derivadas de las complejidades de la percepción humana surgidas de las diferencias entre la realidad física y la mental. En este caso, utiliza las convenciones de la película de atracos a lo ‘Ocean’s Eleven’, para añadirle capas de complejidad dramática y narrativa, y crear algo así como el blockbuster para espectadores post-‘Lost’.


‘Origen’ parte de una base tan codificada como el thriller de atracos, aunque en un contexto de ciencia-ficción. El equipo de expertos está plagado de personajes estereotipados de nula profundidad psicológica (y algunos tan poco creíbles como la “brillante estudiante de arquitectura” interpretada por Ellen Page). Todos menos Cobb, el “Danny Ocean” de todos ellos, al que da vida un Leonardo DiCaprio que parece sacado tal cual, traumas incluidos, de la reciente ‘Shutter Island’.

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A partir de ahí, la película se expande en dos direcciones. Una, la historia de amor «bigger than life» entre Cobb y su mujer (Marion Cotillard). Una idea que tiene su referente más obvio en el ‘Solaris’ de Tarkovsky y que, a pesar de su potencial romántico, carece de la intensidad emocional buscada. Y dos, la misión que debe llevar a cabo el equipo liderado por Cobb: introducirse en la mente del heredero de una gran corporación para implantarle una idea que, como un virus infeccioso, se desarrolle en su cerebro.

Es en esta segunda dirección, con resonancias del anime ‘Paprika’ de Satoshi Kon, donde Nolan lo da todo, sacando a relucir su enorme talento. Conforme se desarrolla la misión, el director empieza a añadir capas y capas narrativas que desembocan en un virtuoso y deslumbrante clímax final de más de media hora. Empleando una estrategia que recuerda a los videojuegos de aventuras gráficas, Nolan superpone cinco niveles narrativos que se desarrollan en unos entornos oníricos muy influenciados por las arquitecturas imposibles de Escher.

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De esta manera, más que entrar por la puerta (re)abierta hace unos años por ‘Matrix’ en el cine de ciencia-ficción hollywoodiense, Nolan la tira abajo, la hace pedazos a golpe de puñetazos filosóficos y hachazos metafísicos, igual que se vienen abajo las construcciones mentales de los protagonistas de sus películas. 8.

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