‘El regreso de Abba’ no se refiere al grupo sueco que cantaba aquello de «dame un hombre después de medianoche», sino al título de la primera novela del cantante y autor principal de Sidonie, Marc Ros. Sus protagonistas principales reciben los nombres de Abba, Hugo y Domènech, y son ellos quienes principalmente nutren las historias de este largo. El grupo, inspirándose en obras como ‘Tommy’ de The Who, ha querido hacer un disco dando vueltas alrededor de una misma historia, y en ese contexto podemos enmarcar composiciones como la estupenda ‘Abba y Mathieu’ o ‘Televisores Rotos’, el nombre de la banda que aparece en el libro y a su vez la canción germen del mismo. Disco y novela se retroalimentan como es evidente en letras e interludios, pero sin que tampoco el grupo haya querido convertirlo en un musical con principio y desenlace.
Hay una cierta indecisión artística al respecto, pues hay pistas que no tienen ningún sentido en el contexto de un álbum de estudio, como ‘La bailarina rusa con los ojos de telescopio’, un diálogo con algo de humor voluntario e involuntario que aparece en la segunda mitad: estas cosas se les dan mucho mejor a Chico y Chica. Y por otro lado, Sidonie han decidido dedicar nada menos que la mejor canción del disco a sí mismos y no a los protagonistas de la novela. ‘Mi vida es la música’ es una sobresaliente composición autobiográfica en la que Marc Ros recuerda el día que descubrió ‘Revolver’ de los Beatles y cuenta por primera vez que sufrió bullying de pequeño. «Cuando teníamos 27 años, y éramos unos cafres y unos bandarras, nunca nos hubiésemos atrevido a contar una historia así», ha reconocido el artista en una entrevista
.A pesar de que una vez pasada la sesentera ‘Nirvana internacional’, el disco doble precipita su final con una sucesión de pistas demasiado cortas, demasiado inanes, demasiado dependientes de sus referencias (‘Buenas vibraciones’), o demasiado repetitivas con lo ya narrado (de la versión de ‘Gracias a la vida’ a ‘Gracias’), ‘El regreso de Abba’ es otro álbum loable de Sidonie por la falta de prejuicios con que amalgama sus influencias. En ‘Mi vida es la música’ hay frases casi rapeadas; ‘Mi guerra’ tiene una melodía un tanto Carlos Vives; hay canción melódica en catalán, ‘Portlligat’, que además parece producida por los Saint Etienne más ambiciosos; se han atrevido con un pequeño «Ragaton»… y todo ello se lo han llevado hacia sí mismos y hacia su pasado. Los inicios psicodélicos de Sidonie aparecen representados por el sitar y el propio concepto del álbum, muy finales de los 60 y años 70. Con un par, el disco lo mismo te cita a Maluma que a Grateful Dead.
Sidonie, renunciando igualmente a usar voces invitadas como la de Sandra Delaporte para reforzar un sentido narrativo que sí parece aportar Kimberley Tell con un «reprise», se han quedado cerca de redondear el que podía haber sido un álbum fundamental en su carrera. Aunque ojo, puede que definitivamente sean más listos que nadie: desde que Morrissey vende más libros que discos, y Mariah Carey lo mismo, ellos ofrecen dos obras relacionadas que pueden hacerles despachar el doble de copias esta Navidad. ¿No es ‘La bailarina rusa con los ojos de telescopio’ el mejor banner posible para comprarse el libro?
Calificación: 7,5/10
Lo mejor: ‘Mi vida es la música’, ‘Abba y Matthieu’, ‘Portlligat’, ‘Melodía para el regreso de Abba’
Te gustará si te: da lo mismo Varry Brava que Standstill
Youtube: audio de Mi vida es la música