El disco-funky de esta pista da paso a ‘Una advertencia’, con guiños al rap de los años 90, una rima de «no soy vago» con «ir hasta allí no me sale del nabo» y unos coros góspel que pelean por salir del fondo de un armario. Y de todo esto pasamos a ‘Un manantial’, una canción que se aprovecha del éxito de los ritmos de salsa
de los últimos años, en una pequeña exhibición de piano y trompetas. ‘Un disco’ pasa por el rock de finales de los 70 y principios de los 80 en ‘Una rápida’ y también por lo electrónico: los sintetizadores pueden servir para construir un pepino como ‘Una ciudad’, y a su vez algo más melancólico, como la bonita canción de cierre, ‘Una voz’.En ese «yo puedo con todo», Amatria vuelve a caer en las redes del tropical house más pasadito, en un tema llamado ‘Un alud’ con Delaporte, en el que ambos apelan incansables y convencidos a «un alud de luz» unas 65 veces; si bien hay que reconocer que le ha funcionado y ha querido el algoritmo de Spotify que esto sume 3 millones de streamings. Hay mejores cosas en el álbum. A Antequera se le da bien juguetear con el folclore, como ya vimos en ‘Salir ileso‘, y al éxito de ‘Un amor’, su ‘Un veneno’ particular, hay que sumar lo bien acabada que está ‘Un dolor’: me gusta pensar en ella como en una remezcla de un tango o un pasodoble, pues por mucho que apunte a la pista de baile, su melodía está impregnada de saber popular. Una curiosa obra, versátil, que hace unos años nos habría sonado realmente extraña y que Amatria consigue que fluya con naturalidad.
Calificación: 7,1/10
Lo mejor: ‘Una ciudad’, ‘Un dolor’, ‘Un amor’, ‘Una voz’
Te gustará si te gusta: lo mismo C. Tangana, que Chic; lo mismo Cardi B que Klaus & Kinski
Youtube: vídeo de ‘Una ciudad’